Tras advertir que la Madre Tierra es “manoseada por intereses personales”, la Iglesia Católica llamó al Gobierno a plantear políticas de protección al medio ambiente y pueblos indígenas, en correspondencia con informes de Amnistía Internacional y la Comisión Interamericana de Derechos Humanos (CIDH), que expresaron su preocupación por los impactos de la minería ilegal en la salud de comunidades originarias.
Esta reflexión fue pronunciada en la homilía del obispo de la Diócesis de El Alto, Giovani Edgar Arana, desde la Basílica Menor de San Francisco en La Paz, durante la celebración eucarística de ayer.
“La Madre Tierra y la creación están siendo manoseadas por intereses personales, dejando de lado la búsqueda del bien común. Vemos cómo los ríos son contaminados; los bosques, devastados; y los pueblos originarios, atropellados”, expresó Arana.
En tal sentido, el portavoz de la Iglesia lamentó que las autoridades estén “preocupadas por el poder” en vez de promover políticas medioambientales y tomar medidas para proteger a las comunidades indígenas que se ven afectadas por el uso de mercurio y la deforestación. Por otra parte, emplazó a la población a que deje de “herir” a la creación que fue mandada por Dios para su cuidado.
Arana criticó que actualmente se vive en un mundo donde se atenta contra los derechos humanos y la dignidad de la gente, a través de las guerras y otras “discordias” presentes en la actualidad. El pontífice llamó a vivir profesando la paz, la reconciliación y el diálogo, antes del enfrentamiento y la división.
Por ello, recordó que cada persona fue creada a imagen y semejanza de Dios y pidió que se reconozca este atentado a la dignidad de los sectores más vulnerables. “Debe estar la voz del cristiano que reconozca la dignidad humana de cada persona (…) De este reconocimiento debe nacer nuestro compromiso con los más débiles”.
Remarcó además que la violencia hacia mujeres y niños muestra una tendencia a normalizarse, al observar que las numerosas pérdidas humanas solo figuran como “cifras”. “Debemos también hacer sentir nuestra voz profética en un mundo donde la violencia tiende a normalizarse; a consecuencia de feminicidios e infanticidios, mujeres y niños comienzan a ser simplemente cifras y números, olvidando muchas veces que son personas”.
Señaló que estas denuncias de la Iglesia “intranquilizan” a aquellos que son responsables por permitir estos hechos, a los que solo les interesa el dinero y el poder, y a quienes “manipulando a la justicia, comienzan a amenazar, amedrentar y perseguir a aquellos que trabajan por el bienestar de las personas, sobre todo de los más necesitados”.
Sin embargo, el también secretario de la Conferencia Episcopal Boliviana, culminó su reflexión animando a la población a “no dejarse intimidar” y no tener miedo en denunciar estos hechos, además de reiterar que el tiempo de Pascua debe significar un renacer espiritual, una renovación de la esperanza e invitó a vivir en alegría anunciando la Resurrección de Jesucristo.