lunes, abril 29, 2024
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Copérnico, Darwin, Freud y Marx Grandes revoluciones de la humanidad

Por: Equipo editor

 

  1. El aparato anímico

 

La personalidad psíquica se descompone en un conjunto de instancias psicológicas: ello, yo y el súper-yo.

 

4.1 El Ello o “Id”

 

Está formado por todo lo heredado, lo legalmente establecido, es la parte más oscura e inaccesible de nuestra personalidad y este conocimiento se obtiene indirectamente a través del estudio de los sueños y de los síntomas neuróticos. El ello no posee organización, sino que se basa en el principio del placer, es decir, la búsqueda de los estados placenteros que se originan a partir de los instintos insatisfechos.

 

En los procesos que intervienen en el ello no se pueden aplicar las leyes lógicas del pensamiento, sobre todo el principio de no-contradicción. Además, no existe en el ello una valoración moral, es decir, es la parte animal del hombre. Los componentes o “complejos” del ello son sistemas psíquicos que desarrollan actividades inconscientes, como ser: los instintos y los deseos reprimidos. El conjunto de estos complejos constituye la libido, es la energía psíquica que surge del impulso sexual.

 

4.2 El Yo o “Ego”

 

El Yo es la parte ejecutiva de la personalidad, es decir, el individuo se encuentra consciente de su identidad y de su relación con el mundo exterior. El yo va surgiendo desde el ello, es así que durante la infancia no hay una clara diferencia. El yo permite adaptar la actividad de la persona a las exigencias y características del medio externo. De esta manera se desarrolla la conciencia, y hace que la realización de los actos impulsados por el ello esté atrasada por una etapa intermedia que son observación y la reflexión.

 

Es por esto que el yo reemplaza el principio del placer por el de la realidad, adaptándola al medio frente al mundo exterior, percibe los estímulos acumulando en la memoria experiencias sobre éstos y evita los que son demasiado intensos. Por último el yo aprende a modificar el mundo exterior para adecuarlo a su conveniencia.

 

4.3 El Súper-yo o “Súper-ego”

 

En consecuencia del período infantil, donde el hombre vive dependiente de sus padres, se crea otra instancia del aparato anímico, denominada el súper-yo. Este es el aspecto moral y judicial de la psiquis, en el cual reúne las exigencias y las normas que son adquiridas por la influencia de los padres, por los aportes de sustitutos y sucesores de los padres, como los maestros y profesores. Éstas son internalizadas por el sujeto.

 

Las dos etapas de la evolución de la conciencia moral:

 

  1. La primera es exterior y luego se interioriza. Donde la influencia de los padres es asimilada por la psiquis de la persona, convirtiéndose en energía psicológica. Por eso el súper-yo se hace cada vez más impersonal hasta convertirse en una actividad solamente mental. El rol que desempeña el súper-yo es la represión de los impulsos, en el que constituye el deber ser, conocido como los principios éticos y la conciencia moral de las personas. Por lo tanto, el súper-yo es lo más elevado de la personalidad humana, debido a que el hombre, además de estar biológicamente organizado y actuar por la acción de factores materiales, también es un ser social con el objetivo de alcanzar la perfección, tratando de acercarse y superar los ideales señalados por el yo.

 

  1. A pesar de todas las diferencias, el ello y el súper-yo tienen algo en común, que ambos representan las influencias del pasado. Por el contrario, el yo está determinado fundamentalmente por las experiencias propias del individuo en lo actual y accidental.

 

  1. La teoría de los instintos

 

Los instintos son impulsos que actúan tras las exigencias causadas por las necesidades del ello, las cuales son esencialmente conservadores, pues de todo estado que un ser vivo alcanza, surge la tendencia a restablecerlo en cuanto haya sido abandonado. Freud reconoce dos instintos básicos: el Eros y el instinto de destrucción.

 

El Eros tiene como fin establecer y conservar unidades cada vez mayores, con tendencia a la unión, es denominado como instinto de amor. En oposición al instinto de destrucción que busca la disolución de las conexiones. Su fin es reducir lo viviente al estado inorgánico, llamado instinto de muerte.

 

5.1 La teoría sexual

 

La energía psicológica que deriva del instinto, Freud la llama la “libido”. Porque el psíquico está relacionado con lo biológico, ya que es un sistema de fuerzas que tienen como objetivo la adaptación del organismo al medio y su conservación. Freud sostiene que los factores sexuales son decisivos para la formación de la neurosis.

 

La vida sexual no comienza sólo en la pubertad, sino que se manifiesta poco después del nacimiento y sigue un proceso evolutivo perfectamente regulado. Después de un incremento progresivo, el niño presenta un impulso de placer sexual y experimenta un desarrollo determinado con diferentes etapas (oral, anal y fálico), alcanzando un máximo al final del quinto año, luego cae en un intervalo de reposo o latencia. Mientras dura este período el proceso se detiene, gran parte de lo aprendido se pierde y la actividad sufre una especie de retroceso. Finaliza la vida sexual y ésta se vuelve a reiniciar en la pubertad.

 

5.2 El método psicoanalítico

 

El primer método que utilizó Freud, para la neurosis fue la hipnosis, pero posteriormente lo rechazó por la imposibilidad de lograr la hipnosis en muchos enfermos, después desarrolló el método psicoanalítico, que constituye uno de sus mejores aportes a la Psicología. Este método consiste en provocar la liberación eficaz de las cargas reprimidas, con la finalidad de que estas vuelvan a la conciencia logrando una especie de satisfacción y haciendo posible su reintegración con la capacidad unificadora del yo.

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