martes, abril 30, 2024
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Relación de la inteligencia emocional con la enfermedad

Por: Equipo editor

 

Cada día se evidencia la necesidad urgente de trabajar la inteligencia emocional en cada ámbito de nuestra vida, por ello se ve pertinente abordar la relación que tiene la inteligencia emocional con aspectos críticos que a lo largo de este tiempo en pandemia nos acompañan y desmedran nuestros estados emocionales o nos arrojan a problemas más alarmantes como la depresión, ansiedad y otros de similar importancia.

 

Por ello, a partir de este número presentamos una secuencia de estudios, análisis, tips y demás para enfrentar la vida diaria evitando o tratando algún tipo de enfermedad a través de la inteligencia emocional. De esta manera, iniciamos con un una parte del artículo “Enfrentando la Enfermedad con Inteligencia Emocional” del psicólogo Asdrúbal Castillo en la revista psicología-Online publicada el 2018. Artículo que nos permitirá comprender la importancia de la intervención de la Inteligencia emocional durante el proceso de enfermedad. Veamos el mismo.

 

¿Cuáles son los Modelos de la Inteligencia Emocional?

 

Modelo de inteligencia socio-emocional de Reuven Bar-On

 

Bar-On (1997) define la inteligencia socio-emocional como un conjunto de habilidades emocionales, personales e interpersonales que influyen en nuestra habilidad general para afrontar las demandas y presiones del medio ambiente. De esta manera, la inteligencia emocional es un factor importante determinante tanto en nuestra habilidad para tener éxito en la vida y como en nuestro bienestar emocional general. Este modelo parte de cinco importantes trabajos de la literatura psicológica (Bar-On, 2006). De los trabajos de Darwin (1872) destaca la importancia que tiene la expresión emocional en la adaptación al entorno. También se apoya en el concepto de inteligencia social de Thorndike (1920) y de la influencia que este tipo de inteligencia tiene en el rendimiento personal, los otros tres puntos clave en su trabajo son las observaciones de Wechsler (1958) acerca de la influencia de factores no cognitivos, los estudios de Sifneos (1973) sobre la alexitimia y, por último, los estudios de Appelbaum (1973) acerca de la autoconciencia.

 

Partiendo de los trabajos antes mencionados, Bar-On (2006) plantea que su modelo consta de las siguientes habilidades:

 

  • La habilidad para reconocer, comprender y expresar emociones y sentimientos.
  • La habilidad para comprender como las personas se sienten y se relacionan.
  • La habilidad para regular y controlar las emociones.
  • La habilidad para cambiar, adaptar y solucionar problemas de índole personal e interpersonal.
  • La habilidad para generar un estado de automotivación y afectos positivos.

 

Según este modelo, las personas socio-emocionalmente inteligentes son capaces de reconocer y expresar sus emociones, comprender y relacionarse con los demás, comprenden cómo se sienten las otras personas, pueden tener y mantener relaciones interpersonales satisfactorias y responsables, sin llegar a ser dependientes de los demás; son, generalmente, optimistas, flexibles, realistas, tienen éxito en resolver sus problemas y afrontan el estrés sin perder el control.

 

Modelo de las habilidades de Salovey y Mayer

 

Inicialmente, Salovey y Mayer (1990) buscaban unir la emoción y la razón en un solo constructo, más tarde se movieron hacia un enfoque cognitivo, más concretamente hacia los modelos del procesamiento de la información, proponiendo que la inteligencia emocional es un tipo más de inteligencia, como puede ser la inteligencia verbal o espacial. Para Mayer et al. (2000a) la inteligencia es un sistema que se compone de dos grupos de habilidades o capacidades, uno que recibe o identifica información y otro que la procesa, así, proponen que la inteligencia emocional trabaja sobre el sistema cognitivo y el emocional.

 

En 1990, Salovey y Mayer sientan las bases de este modelo en un artículo publicado en la revista “Imagination, Cognition and Personality”. En este artículo definen inicialmente la inteligencia emocional como la habilidad para sentir las emociones propias y las de los demás, para distinguirlas y para utilizarlas para guiar nuestros pensamientos y acciones.

 

Ahora pasaremos a describir los factores del modelo propuesto inicialmente por los autores.

 

Evaluación y percepción emocional: Esta rama se puede descomponer en factores personales e interpersonales. Respecto al primero, los autores plantean que, al entrar la información en el sistema perceptual es cuando tienen lugar los procesos que subyacen a la inteligencia emocional, este factor permitiría una correcta evaluación y expresión de emociones, la evaluación de la emoción condiciona la experiencia emocional y, por lo tanto, la expresión emocional.

 

Hay dos vías por las que se procesa la información emocional de uno mismo, la verbal y la no verbal. Los autores equiparan la primera vía con la alexitimia, es decir, la incapacidad para evaluar y expresar emociones. En cuanto a la vía no verbal, los autores señalan que la mayor parte de la comunicación emocional se produce a través de los canales no verbales y plantean que las diferencias individuales respecto a la claridad con la que perciben estas señales emocionales se observa en sus expresiones emocionales.

 

El factor interpersonal de la evaluación y expresión emocional también se divide en dos bloques, la vía no verbal y la empatía. Salovey y Mayer (1990) argumentan que, desde un punto de vista evolutivo, para una mejor cooperación interpersonal es fundamental detectar con precisión las emociones en las personas que nos rodean. Por lo tanto, partiendo de los estudios que han encontrado diferencias individuales a la hora de identificar las emociones en las expresiones faciales, los autores concluyen que las personas con mayor capacidad en este factor tendrán patrones de conducta más adaptativos.

 

La empatía, es decir, la capacidad para comprender y sentir lo que otra persona está experimentando, es un aspecto central de la inteligencia emocional.

 

Las personas con altos niveles de inteligencia emocional, entendida desde el punto de vista inicial de Salovey y Mayer (1990), son capaces de promover relaciones interpersonales cálidas; además, a mayor número de amigos, compañeros, familiares, entre otros., con alta inteligencia emocional, mejor será el entorno social. Este fenómeno ha sido estudiado en el contexto deportivo por Crombie et al. (2009), quienes hallaron que la puntuación media en inteligencia emocional de un equipo de cricket correlacionaba con el número de puntos conseguidos a lo largo de una temporada; posteriormente se analizará con más detalle este trabajo.

 

Como conclusión, podremos señalar que las personas con una mayor inteligencia emocional pueden percibir y responder más rápido a sus propias emociones y, de esta manera, expresar mejor sus emociones a los demás. Además, estas personas son más empáticas y expresivas emocionalmente (Mayer, Di Paolo y Salovey, 1990). Estos autores también señalan que personas jóvenes con problemas legales no suelen conseguir y/o adquirir habilidades de percepción emocional. Esto podría ser bastante importante en el contexto deportivo, ya que deportistas con bajas capacidades de percepción emocional podrían caer en conductas agresivas durante la práctica deportiva.

 

Regulación de las emociones: Salovey y Mayer argumentan que las personas con habilidades de inteligencia emocional deberían ser capaces de regular tanto las emociones como los estados de ánimo ya que, estos últimos, aunque más duraderos, son menos intensos. Al igual que en la rama evaluación y expresión de emociones, plantean que hay dos factores, uno personal y otro interpersonal.

 

Las emociones se pueden regular a través de situaciones o a través de personas, es decir, a través de situaciones, supone que un deportista amateur que considera el entrenamiento como uno de los momentos más alegres de la semana y que después de una larga temporada de mucho estrés en el trabajo y sin haber podido jugar al fútbol, vuelve a un equipo de fútbol para sentir las emociones positivas de las que solía disfrutar, en esta situación vemos que una situación determinada alegra al deportista.

 

Otro método que plantean los autores para regular los estados de ánimo propios es eligiendo las personas que nos rodean. Estos dos métodos buscan regular los estados de ánimo a través de mecanismos indirectos, pero también se ha observado que las personas pueden utilizar mecanismos directos, así, podemos mantener y alargar las experiencias alegres, a la vez que minimizamos las experiencias tristes.

 

Otro método directo para regular los estados de ánimo sería a través del fenómeno en los sentimientos de tristeza o desagradables pueden provocar emociones positivas, esto ha sido estudiado por Solomon (1980) y explicado a través de la teoría del proceso oponente. Por ejemplo, después de ver una película o una obra de teatro triste o de terror nos puede invadir un sentimiento de alegría o alivio.

 

Respecto a la regulación emocional de otras personas, plantean que ejemplos de inteligencia emocional se pueden observar en la capacidad que tienen los grandes oradores para atraer la atención de las personas, o en la astucia de una persona que va a una entrevista de trabajo y elige la ropa y el peinado para causar una emoción o impresión a los entrevistadores.

 

Los autores concluyen que todas las personas regulan tanto las emociones propias como las de los demás, además proponen que las personas inteligentes emocionalmente son más hábiles en estas tareas.

 

También plantean que esto se puede utilizar con fines positivos o negativos, por ejemplo un buen entrenador puede conseguir que sus jugadores regulen su ansiedad para conseguir un mejor rendimiento, pero también se puede utilizar para manipular, como pueden hacer líderes de sectas.

 

Uso de las emociones: El tercer factor o rama que propusieron Salovey y Mayer (1990) es el uso o utilización de emociones para solucionar problemas. Proponen que las emociones o los estados de ánimo pueden ayudar a través de las siguientes cuatro vías, planificación flexible, pensamiento creativo, atención redirigida y emociones motivantes.

 

La planificación flexible hace hincapié en que, dependiendo del estado de ánimo, veremos el futuro de un color o de otro, así que, las personas que suelen tener cambios de humor podrán visualizar diferentes perspectivas de futuro, unas positivas y otras menos positivas, por lo que es probable que también planteen diferentes planes de acción y, por lo tanto, puedan enfrentarse con más éxito a las diferentes situaciones. Imaginemos un joven atleta que quiere correr el mundial; sabe que, entre otras cosas, necesita conseguir la marca mínima y el dinero para poder pagar el viaje, el primer requisito lo planifica con su entrenador, mientras que él mismo se encarga de conseguir dinero para los viajes.

 

Cuando está contento se imagina que si consigue la marca mínima el representante de una prestigiosa marca le financiará, pero cuando se entristece se da cuenta que, en estas épocas de crisis, es muy difícil conseguir patrocinador, así que se dedica a pensar que otra cosa puede hacer para conseguir dinero, llegando a la conclusión que podría solicitar una ayuda del Ministerio, hablar con el Ayuntamiento de su ciudad o contactar con un agente deportivo.

 

Respecto al pensamiento creativo, Salovey y Mayer sugieren que los sujetos con un estado de ánimo positivo categorizan mejor diferentes aspectos de los problemas y una mejor categorización conlleva a ver relaciones entre los fenómenos, lo que les ayuda a encontrar una solución al problema. Así, las personas que puedan fomentar estados de ánimo positivos serán más hábiles a la hora de hallar soluciones a los problemas.

 

El tercer mecanismo, atención dirigida por el estado de ánimo, se basa en el hecho de que, ante un problema nuevo se generan emociones muy intensas y éstas dirigen la atención, por ejemplo, un jugador de tenis al que abuchean desde el estadio tendrá que redirigir la atención hacia el oponente si no quiere perder el partido. Los autores plantean que personas con un mayor nivel de inteligencia emocional serán más hábiles en esta tarea.

 

¿Cómo influye la Inteligencia Emocional en el Ámbito Hospitalario?

 

Como hace referencia Daniel Goleman en su libro “Inteligencia Emocional” (p.198), “el problema surge cuando el personal médico pasa por alto la forma en que los pacientes reaccionan a nivel emocional…”. Este descuido por la realidad emocional de la enfermedad deja de lado un conjunto creciente de pruebas que demuestran que los estados emocionales de las personas pueden jugar a veces un papel significativo en su vulnerabilidad ante la enfermedad y en el curso de su recuperación.

 

Los cuidados médicos modernos a menudo carecen de Inteligencia Emocional, para el paciente cualquier encuentro con una enfermera o un médico puede ser una oportunidad para obtener información, consuelo y/o tranquilidad, y si se maneja inadecuadamente puede ser una invitación a la desesperación. Tal es el caso de observar con demasiada frecuencia de quienes se ocupan de los cuidados médicos actúan con precipitación o son indiferentes a la aflicción del paciente. Por supuesto, existen enfermeras y médicos compasivos que se ocupan de tranquilizar e informar tanto al paciente como a sus familiares, esto aparte de seguir administrando cabalmente los medicamentos.

 

En este sentido, más allá del argumento humanitario de que los médicos deben mostrar preocupación además de ofrecer una cura, existen otras razones apremiantes para considerar la realidad psicológica y social de los pacientes como algo que pertenece al reino medico en lugar de estar separado del mismo. En la actualizad se puede afirmar que existen un margen de eficacia médica, tanto en la prevención como en el tratamiento, que puede lograrse tratando el estado emocional de las personas junto con su estado físico. Por supuesto no en todos los casos ni en todos los estados.

 

Pero si observamos los datos de centenares de casos, existen en general, en promedio, un aumento suficiente de las prestaciones médicas como para inferir que una intervención emocional debería ser una parte corriente de la atención medica de todas las enfermedades graves. Sin embargo, las preguntas sin respuesta alimentan la incertidumbre, el temor y la sensación de catástrofe y llevan a los pacientes a negarse a seguir tratamientos que no comprenden totalmente.

 

Existen muchas formas en que la medicina puede expandir su visión de la salud para incluir las realidades emocionales de la enfermedad, por un lado, como parte de una rutina, se podría ofrecer a los pacientes mayor información esencial para las decisiones que deben tomar con respecto a sus cuidados; Ha llegado el momento de que la medicina saque un provecho más metódico de la relación que existe entre la emoción y salud.

 

¿Cuáles son los beneficios de la Inteligencia Emocional en la Adherencia al Tratamiento?

 

La medicina contemporánea ha sido trasformada por el progreso tecnológico, cuyos avances han permitido mejorar el tratamiento de los enfermos, pero, a la vez, han desvirtuado las relaciones entre médico y paciente. La medicina muchas veces para no decir todas sigue funcionando bajo un modelo biomédico tradicional y se deja a un lado algo muy importante y es que el ser humano es un ente biopsicosocial, es decir, posee una parte biológica, psicológica y social, dando a entender que no es solo el plano biológico como lo hace ver la medicina, sino que también está el plano psicológico en donde caben las emociones tanto positivas como negativas, los sentimientos, los pensamientos, y todas las funciones superiores mentales, también está el plano social donde incluye la interacción que tiene el individuo con su medio ambiente, todo esto visto como una triada en donde uno se mueve en concordancia y al ritmo del otro, y si alguno de estos aspectos se ve afectado el resto también, por ejemplo: lo social puede dañar lo físico, lo psicológico mejora o deteriorar lo físico, y así sucesivamente; y esto puede generar somatizaciones, pensamientos y sentimientos negativos, incapacidad para relacionarse con los demás, ciertos trastornos, afecciones de la salud, entre otras.

 

En efecto la relación médico – paciente es fundamental para el avance y mejora del paciente, pero si esta relación se da de manera negativa y/o drástica, puede generar ansiedad, depresión, miedo, frustración, insomnio, entre otras, tanto para el paciente como para sus familiares. Y es aquí donde la Inteligencia Emocional juega un papel fundamental ya que le permite al paciente reconocer, regular y controlar tanto sus emociones como las de los demás, permite a su vez darse cuenta y entender cuáles le pertenecen y cuales adquirió de lo que le transmite el médico o los familiares.

 

Por otra parte, la Inteligencia Emocional también ayuda al médico y demás especialistas tratantes para tener un mejor desempeño y desenvolvimiento, debido a que se da el caso de que estos se enganchan emocionalmente y padecen las mismas emociones que el paciente, incluso se da el caso extremo de manejarlas de manera exacerbada y esto impide en el tratamiento óptimo.

 

Igualmente se da el caso que en vez de demostrar o poseer un buen control de las emociones, los médicos y demás especialistas transmiten sentimientos de desesperanza, ira y/o frustración, entre otras, en las que a su vez el paciente las adquiere y todo esto impide en la adecuada adherencia al tratamiento.

 

Todo esto puede considerarse como factores alienantes que impiden en la adherencia al tratamiento debido a que el paciente lo tomo como suyo, producto de: desconocimiento de la enfermedad, el mal manejo de sus emociones, la mala comunicación entre médico – paciente, distorsiones cognitivas que aparecen a medida que avanza el tratamiento, el poder social que el paciente da a la enfermedad o alguna conducta o comportamiento inadecuado, aprendizaje social inadecuado, entre otras.

 

Con esa finalidad se debe capacitar principalmente a los especialistas tratantes para de esta manera no contaminar en la adecuada adherencia, por otro lado se debe capacitar y estimular a los pacientes con Inteligencia Emocional con la finalidad de que estos tengan un adecuado manejo de sus emociones, tengan la capacidad de reconocerlas, y tengan herramientas para enfrentarlas sobre todo las emociones negativas, así como la capacidad para regular su estado de ánimo.

 

Todo esto tiene que darse de la mano con los familiares y médicos tratantes, para de esta manera poder obtener una adherencia oportuna y óptima, así como la obtención de los resultados esperados y/o deseados luego de haber cumplido cabalmente con todas las instrucciones y recomendaciones sin haber afectado el bienestar tanto del paciente como de sus familiares.

 

Por último, pareciera que culturalmente los médicos no están en la capacidad para transmitirle al paciente y comunicarle sus síntomas, el porqué de los síntomas, explicar de manera detallada el tratamiento establecido, explicar el nuevo estilo de vida que la persona debe llevar luego de ser diagnosticada con algún tipo de enfermedad, explicar el tiempo de alimentación que deben tener, entre otras, y allí es donde la Psicología viene a ser la encargada de realizar toda la psicoeducación necesaria y pertinente, con la finalidad de tranquilizar al paciente entre las principales finalidades. Se debe tratar en pro del bienestar percibido por el paciente, tanto físico, psicológico como social, y todo esto viene a ser el producto de una adecuada Inteligencia Emocional.

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