viernes, abril 26, 2024
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La relación entre hombre y Medio Ambiente

Por: Equipo editor

 

La crisis estructural es a consecuencia del accionar del hombre, el cual se basa en el sometimiento y la destrucción de los seres vivos y la naturaleza, haciendo imposible la relación del ser humano con el Medio Ambiente.

 

La revolución industrial ha generado, de manera desbordada, más del 75 % de los gases que causan “el efecto invernadero” en especial el dióxido de carbono y metano. Este efecto climático se manifiesta con sequías prolongadas, inundaciones y otras manifestaciones.

 

Principio de la autorregulación

 

Según muchos especialistas el modelo de desarrollo capitalista, ha creado sociedades y formas de vida incompatibles con la naturaleza. El Medio Ambiente es asumido como una fuente de materias primas y los seres humanos como medios de producción y consumidores.

 

Sin embargo, sin importar el modelo o sistema social, llevar a cabo una vida fundamentada en la competencia y la sed de ganancia que no tiene límites es un daño irreversible para el Medio Ambiente. Los Gobiernos y sistemas sociales casi en su mayoría convierten todo en mercancía: el agua, la tierra, el genoma humano, las culturas ancestrales, la biodiversidad, la justicia, la ética, la muerte y la vida misma; negando el carácter sagrado de la naturaleza. Todo debe ser extraído, transformado y consumido.

 

La sobreexplotación de los bienes comunes del planeta y su apropiación desigual, ha beneficiado a unos sectores de la población en perjuicio de otros, por ejemplo, centenares de millones de personas carecen de acceso al agua potable y las demás condiciones de una vida digna, mientras que otros malgastan la abundancia y lucran con la escasez.

 

A través del mercado se crean identidades de consumo ilimitado y se establecen nuevas pautas de consumismo, donde las personas valen por lo que tienen y no por lo que son. Para este sistema el lucro y la rentabilidad están por encima de todo, los derechos de acceso y eficiencia de los servicios básicos para los pueblos se han convertido en mercancía. La ganancia exige más ganancia.

 

Por ejemplo, hoy en día, el propio “cambio climático” se ha convertido en un negocio para varios sistemas de Gobiernos y empresarios privados; los gobiernos de los países llamados “desarrollados” promueven las reformas “verdes” del sistema. Estos mecanismos de innovación tecnológica están dirigidos a la creación de nuevas fuentes de inversión y de negocio, bajo el pretexto de que será la tecnología la que permitirá resolver el cambio climático, cuando lo que hacen es agudizar los problemas que confrontamos. Estas soluciones falsas, como los llamados mecanismos de desarrollo limpio (MDL), dejan la responsabilidad del cuidado del planeta a los países con menos recursos por lo general, sin asumir verdaderamente su responsabilidad.

 

El patrón corporativo de producción, distribución, despilfarro y consumo de alimentos, todo el régimen de los agronegocios (fábricas de animales, monocultivos, transgénicos, nanotecnologías, agrotóxicos, agrocombustibles, etc.), no solo están destruyendo la producción sostenible de alimento, la producción campesina y la soberanía alimentaria, también, constituyen una de las causas fundamentales del proceso de destrucción de la naturaleza (emanaciones de CO2, metano, óxido nitroso, deforestación, contaminación de las tierras, sobre utilización y contaminación de las aguas, entre otros).

 

La batalla contra el calentamiento global no solo pasa por la urgente transformación de la producción y del consumo, sino también por una dura batalla contra los paradigmas y patrones de conocimiento coloniales y eurocéntricos hegemónicos. Estas formas hegemónicas de conocimiento y de producción de subjetividades están firmemente instaladas en los sistemas educativos de todo el mundo. Los patrones culturales, subjetividades y aspiraciones de las poblaciones del planeta han sido ampliamente penetrados por los valores del individualismo consumista. Las transformaciones productivas tienen que estar acompañadas de una revolución cultural profunda que cambie los patrones de conducta actualmente hegemónicos, fortaleciendo otras cosmovisiones o formas de interpretar el mundo.

 

Principio de la renovación orgánica

 

La creación de un nuevo sistema deberá reconocer que los seres humanos somos parte de la naturaleza y que ella no nos pertenece y que somos interdependientes con ella, de esta manera, se recupera y visibiliza el respeto y el ejercicio de los Derechos del Medio Ambiente en articulación, complementariedad y reciprocidad con los Derechos Humanos. Para lograr la armonía con la naturaleza se requiere la recuperación y revalorización de los conocimientos, tecnologías ancestrales y sistemas locales de producción, distribución y consumo que promueven el mantenimiento de la capacidad regenerativa de la naturaleza. Además, el principio fundamental de igualdad entre diversos pueblos y seres vivos basado en la noción de la Madre Tierra como entidad integral, promoviendo la pluralidad dentro de ellos y la paz entre los pueblos.

 

No es posible la armonía con la naturaleza si no existe equidad entre seres humanos, entre comunidades, entre naciones y el medio ambiente. Esto significa dejar de lado las prácticas depredadoras.

 

Principio de la armonía

 

La división del mundo entre países desarrollados y países en desarrollo o subdesarrollados refleja paradigmas superados por la historia. Hoy en día, frente al cambio climático y la persistente degradación del medio ambiente, la necesidad principal no es lograr un estado de “desarrollo permanente”, donde el consumismo crece constantemente. Es necesario fortalecer nuestras comunidades y reconocer al ser humano por lo que es y no por lo que tiene.

 

Para lograr la armonía con la naturaleza, se requiere que las sociedades y sus Gobiernos demuestren capacidad, conciencia y voluntad política para transformar el pensamiento de vida, eliminando prácticas depredadoras, donde sean reemplazadas por la vida en comunión con la naturaleza. Para lograr esto, es necesario promover la unión de las sociedades del planeta, de esta manera cuidamos al Medio Ambiente y la vida en armonía con la naturaleza.

 

Se exige la generación de inversión y fomento para la investigación por parte de los Gobiernos, en nuevas y existentes tecnologías sostenibles y la recuperación de tecnologías ancestrales, las cuales cambian los procesos que llevan a la satisfacción de las necesidades reales humanas, adaptándolas a un marco de armonía con la naturaleza a nivel global y sobre todo a nivel local, donde los problemas ambientales y los impactos del cambio climático afectan, principalmente, a las poblaciones más vulnerables. Para eso, es importante reconocer la pluralidad de saberes y prácticas ancestrales y transformar los paradigmas científicos basados en el control de la naturaleza a una ciencia orientada con el equilibrio de la naturaleza.

 

La Madre Tierra es un ser vivo, por tanto, es sujeto de derecho, por lo que es necesario proteger y restaurar la integridad de los ecosistemas, en función de lograr el “Vivir Bien” colectivo, que reconoce la existencia de patrimonios universales de la naturaleza, tales como la atmósfera, el agua, la biodiversidad, el suelo, el subsuelo y la tierra, que deben ser respetados y gestionados de manera adecuada, sin ser considerados como objetos de mercancía. Este bienestar depende también, de la satisfacción de las necesidades fundamentales a través del acceso equitativo a servicios básicos como el agua, saneamiento, vivienda y conocimiento, los cuales deberían estar bajo el control de la sociedad y que nunca podrán ser privatizados, velando siempre por el equilibrio y respeto a la naturaleza.

 

Un nuevo sistema requiere de acciones, de cambio de mentalidad y formas de vida consumistas del ser humano, además, de la construcción de la conciencia crítica colectiva de todos en base a nuevas formas de vida, a través de un continuo cuestionamiento del accionar diario, de manera que exista el adecuado, equilibrado y respetuoso uso de los espacios y de los patrimonios universales de la naturaleza que pertenecen a todos. Para eso es necesario sensibilizar, concientizar, educar y enseñar a todos a través de un nuevo sistema educativo basado en el principio de armonía y equilibrio con la naturaleza para Vivir Bien. Los medios de comunicación deben transmitir mensajes sobre la valoración de los recursos del planeta, de cómo mantener la armonía con ella, cuidando no solo el espacio en el cual vivimos, sino también, el de la comunidad, el país y el planeta.

 

La construcción de nuevos paradigmas como el Vivir Bien y nuevas formas de armonía con la naturaleza exigen la evaluación, seguimiento, sistematización de las experiencias y saberes en la situación actual, bajo nuevos indicadores que permitan medir el impacto de la actividad humana sobre el planeta en relación con sus modos y formas de vida. Estos indicadores deben permitir no solo conocer la situación real, sino también servir de base en la aplicación de nuevas leyes que permitan procesar juzgar y condenar en la justicia climática. Entre estos indicadores, se pueden utilizar la huella ecológica, el índice de desarrollo humano (IDH) y otros índices basados en principios éticos y del Vivir Bien.

 

Ante la realidad de que ya se ha excedido más de un 30 % la capacidad del planeta para regenerarse y donde el ritmo de sobreexplotación demanda los recursos de dos planetas para el 2030, es indispensable generar un modelo que no sea de desarrollo ilimitado y destructivo. Reconociendo que los países necesitan un cierto grado de desarrollo, así como de mantener tecnologías amigables con la naturaleza y alternativas ancestrales y desarrollo endógeno, que permitan satisfacer las necesidades fundamentales de su población, bajo un nuevos modelos de armonía con la naturaleza, pero que de ninguna manera pueden continuar por el paradigma depredador actual.

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