martes, abril 30, 2024
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La relación Salud – Emociones ¿realidad o ficción?

Por: Equipo editor

 

Dentro del proceso de desarrollo humano y todas las áreas relacionadas a este como ser la medicina, la psicología, la pedagogía, la sociología y otros, existe un amplio reconocimiento por la integralidad en el crecimiento personal; es decir, el desarrollo integral. Dentro de este constructo es innegable e imperante que cada ser humano se desarrolla, o debe desarrollarse, física, mental y emocionalmente a lo largo de su vida; por ello se hace evidente que existe una relación directa y sutil entre la “salud” y las “emociones”. Pero no tiene la misma claridad cuando hablamos del grado o manera de esta relación, ya que la magnitud e impacto de la misma dependerá de la realidad, características y contexto de cada persona.

 

Por ello es necesario hacer una descripción de cada parte (salud-emociones) e identificar, de esta manera, los puntos de relación entre ambos.

 

Según Daniel Goleman las emociones son impulsos para la acción. A manera de complemento y ampliación, según Sigmund Freud la emoción contiene dos elementos distintos: por un lado, las descargas de energía física; por otro lado, sentimientos (percepciones de las acciones motrices que se producen y sentimientos de placer o desagrado que dan a las emociones sus características esenciales). Cuando la energía instintiva que reside en el subconsciente es alta, hay necesidad de descargarla hasta conducirla a un nivel normal. Si la descarga no se produce a través de los canales apropiados (la conducta sexual), se usan entonces las válvulas de seguridad, es decir, las emociones.

 

La concentración unilateral de energía obstaculiza el libre curso de ideas hasta que se produzca una descarga de la excitación a través de acciones motrices. Pero si la descarga de la excitación no se lleva, entonces se producen reacciones anómalas, una de las cuales es la conversión.

 

Es decir, que Goleman nos abre paso a la representación de las implicaciones físicas o motrices de las emociones (el llevar a cabo una determinada acción). Mientras que Freud nos describe la situación de como al no llevar a la realización esta determinada acción de las emociones se ve afectado el cuerpo con enfermedades físicas (la conversión).

 

Es sorprendente como una emoción que no ha podido ser descargada por su vía natural y en su momento adecuado puede transformarse en una enfermedad emocional (por ejemplo, un trastorno mental como el trastorno depresivo, de ansiedad o un trastorno por factores de estrés). Posterior a la enfermedad emocional termina por repercutir gravemente en el cuerpo.

 

En este sentido, para acabar de llegar a entender la relación entre salud-emociones se debe tomar en cuenta que la salud ya no es considerada simplemente como el estado en que un ser u organismo vivo no tiene ninguna lesión ni padece ninguna enfermedad y ejerce con normalidad todas sus funciones; se debe hacer establecer y enfatizar que, a la fecha, ya no se habla solamente de la salud física sino de un concepto estructurado mucho más amplio que contempla la parte física, emocional y la social; pues, según lo establece la Organización Mundial de la Salud (OMS), que tras haber publicado en el Preámbulo de su constitución que se aprobó en la Conferencia Sanitaria Internacional, celebrada en Nueva York del 19 de junio al 22 de julio de 1946 la siguiente definición, la cual no ha sido modificada desde entonces, la misma afirma que la salud es “un estado de completo bienestar, físico, mental y social, y no solamente la ausencia de afecciones o enfermedades”.

 

De tal manera que, las emociones son reacciones psicofisiológicas que todos experimentamos a diario aunque no siempre seamos conscientes de ello. Estas son de carácter universal, bastante independientes de la cultura y generan cambios en la experiencia afectiva, en la activación fisiológica y en la conducta expresiva. Surgen ante situaciones relevantes que implican peligro, amenaza, daño, pérdida, éxito, novedad, etc., y preparan a las personas para poder dar una respuesta adaptativa a esa situación determinada.

 

Asimismo las emociones tiene una doble funcionalidad, una función social y otra motivacional. A través de la primera, facilitan la interacción social, permitiendo la comunicación de los estados afectivos y promoviendo la conducta prosocial. Y, por otra parte, la emoción es la encargada de energizar una conducta motivada, aquella caracterizada por poseer dirección e intensidad. Una conducta “cargada” emocionalmente se realiza de forma más vigorosa y se ejecutará de forma más eficaz, adaptándose a cada exigencia. Esta adaptación varía de persona a persona y de contexto a contexto.

 

Sin embargo una constante en el tema es que las emociones pueden afectar a ciertos órganos o funciones del cuerpo. Por ejemplo, la tristeza disminuye el sistema inmunológico y da predisposición a enfermedades respiratorias y digestivas. La ira y la frustración afectan el hígado y la vesícula biliar y además generan tensión muscular. Los problemas gástricos están asociados, también, a procesos de estrés agudos, a emociones negativas como la irritabilidad o mal humor, a la impaciencia. Problemas como la dermatitis, el dolor de cabeza y los dolores lumbares, a la ansiedad y la insatisfacción. La obsesión afecta los procesos metabólicos y puede facilitar y empeorar la diabetes y la obesidad, y el miedo puede afectar los riñones y generar afecciones de los huesos y las articulaciones. Y se podría continuar con el listado de interrelación entre enfermedad y emoción. Tarea que dejamos para las siguientes semanas en Nuevos Horizontes.

 

Algunos estudios afirman que alrededor del 50 % de las enfermedades tiene origen emocional. Otras  investigaciones aseveran que puede estar por encima del 80 %, pues el mismo estrés catalogado como el flagelo de mundo moderno, es responsable de alrededor de medio centenar de patologías.

 

Según especialistas como la doctora María Amelia, esta relación cuerpo-mente se refleja en cómo las actitudes conflictivas, los temores, miedos o los sentimientos reprimidos, tienen la capacidad de alterar el organismo y su funcionamiento. Por eso, es fundamental descubrir cuál es el origen sicológico de sus dolencias y trabajar, especialmente, las emociones negativas, para alcanzar que su vida sea más sana o saludable.

 

Siempre hay una carga emocional en las enfermedades. Dependiendo de qué tan grande esta sea, puede agravar el proceso. El cuerpo está preparado para el estrés, pero no para un estrés crónico, termina por vulnerar las partes más sensibles del organismo. Por ello es necesario, urgente e imperante que cada uno aprenda a identificar y gestionar sus propias emociones; que aprenda a conocerse y aceptarse en algunos aspectos y mejorar otros, lo que deviene de una profunda y consciente autorreflexión; y por último, pero no menos importante, identificar las emociones de los demás para practicar la empatía y facilitar la comunicación asertiva. Es decir, aprender a vivir con inteligencia emocional.

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