domingo, mayo 5, 2024

Cuando sonrío

Ernesto González Valdés

A veces cuando tengo tiempo para reflexionar acerca de lo que veo, siento, disfruto sin que alguien me observe, sonrío; ¿motivos?, ¿estaré dejando de ser cuerdo? No creo, aunque si alguien me viese pensaría que sí, o diría «¿de qué te ríes?»
¿Respuesta? «de nada, solo pensaba», que a veces quisiera decirlo, pero al ser una reflexión, suelo no compartirlo, es algo así como de uno, propio.
No obstante, doy mi brazo a torcer y les comparto algunas experiencias que me hacen sonreír, más allá del provecho fisiológico, para la salud, como ayudar a calmar y tolerar el dolor, la salud cardiovascular, reducir la presión arterial y activar la circulación sanguínea, aumentando con ello la oxigenación de la sangre.
Cuando veo los logros de una persona que “crece” laboral y profesionalmente con mucho esfuerzo; cuando los estudiantes te agradecen más allá de la exigencia, el haber provocado cambios de conducta para bien, como parte de la clase que impartes; cuando me encuentro con personas a los que les di clases (10, 20, 30 años después) y te lo agradecen.
Cuando recibo un correo, una foto, un video, una voz, de alguien a la que estimo (sea familiar, amigo/a); cuando aprecio a mis mascotas que juegan, que suben al sofá y se colocan en posiciones de descanso, o acuden a ti o van detrás en búsqueda de algo de comer o leer en sus ojos «¿por qué hoy no nos sacas a pasear?»
Cuando no se rompe una amistad, debido a discrepancias ¿políticas?, primando el respeto y la conciliación; cuando se ayuda a quien la requiere, sin esperar beneficio alguno; cuando presencialmente recibes un beso, un abrazo de la persona que quieres, acompañado de «¿cómo te fue hoy en el trabajo o la escuela?»
Cuando sientes –a pesar de los vaivenes propios de la vida, con altas y bajas– que en los años vividos el fiel de la aguja de la balanza se ha inclinado más al platillo de hacer el bien; cuando sabes que aún puedes seguir haciéndolo, a pesar de que tu entorno puede haber cambiado, mediante un consejo, una sugerencia, una recomendación, sin que necesariamente recibas respuesta sobre su utilidad.
Cuando escribes y compartes, aunque nunca conozcas al lector y consideras que puedes haber hecho algo positivo, porque su respuesta en este caso es me gusta (like) o lo comparte, o no da señales de vida; cuando eres escuchado a través del podcast en países a los que no sé cómo llegó y para colmo debo recurrir a la búsqueda de la plataforma digital, para ver dónde queda.
Cuando sabes que una persona enferma se ha recuperado; cuando sientes dolor por un ser querido que ha fallecido, pero estando en vida compartiste momentos espectaculares, inolvidables.
Cuando sumo todo lo anterior a modo de resumen y producto de ello curvo la boca hacia arriba, como si fuese a reír, pero levemente y sin emitir sonido, evidenciando una sonrisa, lo que me hace pensar, una vez más, que sonreír constituye una muestra de felicidad.
Un consejo: ¡Sonría!

El autor es Licenciado en Ciencias Pedagógicas.

Artículo anterior
Artículo siguiente
ARTÍCULOS RELACIONADOS
- Advertisment -

MÁS POPULARES