La galardonada (un BAFTA) diseñadora de producción Eve Stewart da todo el crédito a la cinta original de 1984 en lo tocante a la trayectoria de su propia vida. “Vi la cinta original en 1984, mientras me encontraba en Londres, en la escuela de arte, y creo que nunca antes había visto algo parecido”, dice. “Me emocioné sobremanera. Esa cinta desvió mi camino: me alejé del diseño teatral y anhelé sumergirme en el cine. Por ello, mi trabajo en esta nueva cinta de los Cazafantasmas supone algo verdaderamente maravilloso”.
Tal y como ocurrió con el diseño de los fantasmas, Stewart entendió la necesidad de una continuidad entre la apariencia de las primeras cintas y esta moderna producción. “La recreación de la apariencia clásica en esta nueva cinta fue emocionante y muy exigente, porque la base de seguidores es enorme y así ha sido desde 1984 y 1989. Lo que menos quieres es defraudar a este público”, dice.
Stewart comenta que la sensación general que la cinta pretende irradiar es la de una tecnología punta de lanza un tanto raída. “La estética de esta cinta es tramposa, hasta cierto punto. Tienen artilugios dispersos por todos lados; cada muro está tapizado de tecnología, los dispositivos y las piezas sueltas son más que visibles. Al principio me contuve y no coloqué muchas cosas- pero no tardé en aprender que la cosa va por otro lado. Y todo está sostenido por alfileres y cinta adhesiva, un enorme factor en la estética de los Cazafantasmas. No tiene nada que ver con una película de Star Wars, en donde todo lo que vemos es de muy alta tecnología- con los Cazafantasmas, verás una tuerca por aquí, un pequeño motor por allá, una fuente de luz, una lámpara con baterías y un cable con cinta eléctrica. Es más accesible, más interesante y, en última instancia, más humano”.
El sobrecargado diseño de estos sets queda especialmente representado por la cocina de la estación de bomberos, dice Stewart. “Los Spengler han convertido este espacio en su nuevo hogar, pero se trata de una familia que fabrica mochilas de protones y que derrite metales en la mesa de este espacio mientras comparte una pizza. La creación de esta amalgama resultó muy divertida”.
Mucha de la acción tiene lugar dentro de la estación de bomberos, pero el equipo filmó en los escenarios de los estudios londinenses. Por este motivo, Stewart y su equipo tuvieron que recrear todo el edificio (tres pisos y un ático) en el set. “Los cambios que realizamos fueron menores, porque este espacio se ha convertido en uno de los personajes principales”, dice. “Aquello que nos proporcionó diversión es bastante sutil: en todos los pisos y en todos los techos existen parches que nosotros hemos modificado o rellenado con cemento, como si este lugar hubiese sido remodelado tras la explosión de 1989”.
Una locación nueva en la ciudad de los Cazafantasmas está representada por el Centro de Investigaciones Paranormales de Winston Zeddemore. “Esto fue divertidísimo”, comenta Stewart. “Quisimos emplazarlo en un viejo acuario. Investigué mucho y hallé un acuario art-decó en Nueva York, y así hallamos un enorme edificio circular en Staten Island. Esto nos serviría para los exteriores. Y esto, a su vez, nos dio una idea de cómo podrían ser los arcos y los corredores que diseñamos para interiores. Nos pareció natural colocar tanques de agua vacíos, o mejor dicho, habitados por fantasmas”.
En lo tocante a los vestuarios, las diseñadoras Alexis Forte y Ruth Myers tampoco quisieron reinventar los trajes de vuelo. “Los trajes de los Cazafantasmas son iguales a los diseños originales, y esto es muy importante para nuestro universo narrativo”, dice. Pero un cambio sí ha sido efectuado: en Afterlife los personajes portan los trajes de sus predecesores, y no les quedan del todo bien, pero desde entonces han tenido tiempo para hallar trajes hechos a la medida. “En esta cinta, los trajes les quedan bien, por fin, esto es lo que ha cambiado”, prosigue Forte. “Los Spengler tienen trajes nuevos, a la medida. Pero los diseños son 100% idénticos a los de 1984”.
Claro que una cosa es estar en el campo, destrozando fantasmas, y otra muy distinta es pasar tiempo en el laboratorio, estudiándoles. El trabajo de los personajes cuenta con diversos requerimientos, así que Forte ha creado distintos disfraces: una versión en negro del traje de vuelo, con un corte más esbelto, sin hombreras, bolsillos en el pecho para plumas o herramientas, broches de latón en las muñecas, y un parche nuevo: un fantasma en un engrane, a fin de mostrar que se trata de técnicos profesionales.
Claro que la creación de los atuendos para la vieja guardia implicaba asimismo mostrar algunos aspectos nuevos en estos personajes, que el público conoce a fondo.
De manera llamativamente dramática, dice Forte, Winston Zeddemore ya no viste con lo primero que encuentra. “Winston se ha transformado dramáticamente si comparamos su manera de lucir en aquellos primeros tiempos de los Cazafantasmas. Le ha ido tan bien que sus trajes y camisas son ahora a la medida, y posee hermosas corbatas y pañuelos de bolsillo. Esto fue maravilloso cuando lo exploramos junto con Ernie- ahora puede disfrutar del lujo y del dinero que le permite vestir como quiere, sin por ello dejar de ayudar a los que le apoyaron cuando él mismo buscaba un empleo”.
Para Ray, Forte identificó un ítem particular, que por supuesto se dio a la tarea de recrear: la chaqueta de mezclilla que Aykroyd portó en la cinta debut. “Tiene un cuello de pana, con grandes bolsillos en el pecho y al frente, como una chamarra de trabajo”, dice Forte. “Dan se la probó y le encantó- luego se la quitamos y la añejamos, para que luciera como una pertenencia muy vieja. Añadimos una buena cantidad de plumas para escribir en los desgastados bolsillos; pusimos manchas y deslavamos la pana. Gil adoró el resultado y no dejó de hablar de ello aquel día en el set, porque daba la impresión de que la prenda había acompañado a Ray durante años y justo apenas había sido sacada del armario”.
En lo tocante al diseño para Janine Melnitz, Forte creó un primer traje de vuelo, pero asimismo expresó su singular estilo neoyorquino. “Ha vivido en Nueva York toda su vida”, explica Forte. “No usa nada particularmente caro, no tiene mucho dinero, pero tiene estilo propio, no le da miedo mezclar patrones ni le da vergüenza portar anteojos de colores chillantes”.
Para Venkman, el equipo de Forte recordó que a pesar de la estética obrera del personaje, antes de convertirse en un cazafantasmas fue un profesor con doctorado en Columbia. “En la cinta original, él utiliza muchas franjas y cuadriculados”, señala. “Para esta película, nos pareció importante utilizar algunas telas ligeras, algo de lino, sacos sin estructura, pero aún con parches en los hombros, un detalle muy Peter Venkman. Su talante de profesor es muy relajado”.
Myers cita los tres vestuarios que en verdad le enorgullecen: los disfraces congelados de la Sociedad de Aventureros de Manhattan, suceso acaecido en 1903, y con el que la cinta abre; el vestido en llamas de Melody; y la armadura de Nadeem.
“Las escenas que transcurren en 1903 y que acontecen al principio de la cinta, le confieren a la producción una atmósfera por completo distinta”, dice la diseñadora. “Casi el equivalente a la escena de las carreras en My Fair Lady. Me pareció que me habían otorgado licencia para la creación de algo a todas luces perfecto, con mayor énfasis en las siluetas, a fin de hacer de estas cosas algo realmente grandioso. Lo abordé como si fuese una pintura. El vestuario ha sido diseñado cuidadosamente, cada detalle y cada color está bajo un control muy estricto. Para que estas prendas luzcan congeladas, pusimos alambre en los cuellos y las levitas, hicimos que algunos hielos cayeran de la joyería y los broches y de una miríada de accesorios- cadenas de relojes, flores para la solapa, anillos, mancuernillas, estoperoles. Todo ello congelado y cubierto de carámbanos. Por el lado de los ropajes, tomando en cuenta su congelamiento, estos están un tanto encogidos y por ello muestran trozos de brazo, los puños se han retraído”.
Para el vestuario de Melody, Myers nunca perdió de vista que se trataba de un fantasma. “Pese a que se trata de un fantasma, debe irradiar una total credibilidad. Debe tener una cierta noción histórica- debe saber que ha pasado mucho tiempo, que no duerme en ningún lado, que su conexión con la vida en la Tierra es rara. Al final, yo misma pensé que la mejor manera de hace esto sería otorgándole la esencia de una estrella de cine mudo- quería que nos recordara las icónicas prendas de Lillian Gish. Lleva un pequeño chaleco, quizá de los años veinte, así como un vestido para el ballet debajo. Asimismo, lleva botas pesadas y calcetas, ropa que pudo haber tomado en las calles. Quise que su vestimenta irradiara una sensación de imposibilidad, como si fuese algo que jamás podrías comprar en una tienda, pero que de alguna manera muestra una especie de evolución orgánica a partir de lo que ella solía ser”.
El abordaje de la armadura de Nadeem supuso quizá el mayor de los desafíos para Myers. “Cuando Gil me envió el guion, mi reacción fue algo entre el pavor y la estupefacción. Nunca imaginé que tendría que diseñar una armadura”, nos dice. Tras investigar armaduras en todos los museos y galerías de Londres y Los Ángeles, la diseñadora halló inspiración en el lugar más insospechado. «Por azar, visité un comercio de antigüedades y vi un extraño ventilador de metal, con algunos grabados maravillosos. Esto me liberó y me proporcionó toda la inspiración que necesitaba para los grabados de la armadura que tenía en mente”,
A fin de crear la armadura que Kumail Nanjiani portaría, Myers solicitó los servicios de una compañía llamada Machinarium. “Pasé tres días a la semana trabajando con ellos, y más tarde descubrí que eso no suele ser algo habitual”, rememora. “Fue una experiencia encantadora, y el resultado es único: una armadura especial y muy hermosa para el personaje de Kumail Nanjiani”.
