sábado, mayo 18, 2024
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Importancia de las guías didácticas

Máxima Villegas Mamani

Todo proceso educativo, modalidades organizativas de la enseñanza, estrategias metodológicas a ser utilizados por el profesor y los estudiantes, así como criterios y procedimientos establecidos para la evaluación, deberán estar claramente explícitos en unos manuales o guías. Éstos le permitirán al estudiante conocer en todo momento qué se pretende que adquiera (conocimiento-competencias), cómo se considera que debe hacerlo (estrategias metodológicas) y cómo será evaluado (criterios y procedimientos). Todo ello debe ser expuesto de forma clara y precisa, a fin de que se pueda constituir el marco de referencia para el trabajo del estudiante. En la medida que estos temas estén más explícitos y conocidos, le será más fácil al estudiante organizar su trabajo y distribuir su tiempo.
Las guías didácticas constituyen, por tanto, un explicitación de toda la planificación de una materia o asignatura, desde la perspectiva del estudiante. Ello quiere decir que deberán incluir y detallar todos los aprendizajes que se espera logren los estudiantes, y los procedimientos y medios que son considerados adecuados para alcanzarlos. Su especificación debe ser detallada, permitiendo que el propio estudiante pueda realizar el trabajo de forma autónoma. La calidad de una Guía Didáctica estará, por tanto, condicionada a la utilidad que los estudiantes encuentren en ella para planificar y llevar a cabo el trabajo que tienen que realizar para lograr las competencias vinculadas a la superación de una determinada área o materia. Por ello se deberá tener en cuenta en su elaboración, todos los elementos didácticos: objetivos, contenidos, modalidades de enseñanza, estrategias metodológicas, tareas, actividades y prácticas a realizar, distribución temporal, criterios y procedimientos de evaluación, bibliografía, etc.
Aunque la responsabilidad sobre la elaboración de las “guías docentes” es compartida por los centros educativos y las direcciones distritales, finalmente es cada profesor quien debe asumir que su implicación es crucial, para que éstas puedan ser realmente útiles y puedan incidir en la modificación de los sistemas de trabajo y aprovechamiento del estudiante. Aunque ya es habitual que los centros educativos elaboren guías para los estudiantes, muchas de éstas –en general– no pasan de ser una mera especificación de los contenidos de la asignatura y una relación bibliográfica más o menos extensa. Exhortamos que este no es un concepto de lo que debe ser una Guía, no se la debe confundir con lo que habitualmente se conoce como “Programa o Plan de la Asignatura”. La Guía es mucho más que un Programa, ya que debe incluir toda la planificación del trabajo que debe realizar el estudiante. Es decir, debe constituir una “guía” de su proceso de aprendizaje.
Finalmente se deduce la necesidad de abordar los procesos de planificación de la enseñanza desde otra perspectiva, donde los profesores no centran su tarea en transmitir conocimientos, sino en ser gestores de los procesos de aprendizaje de sus estudiantes. Ello implica centrarse fundamentalmente en ofrecer herramientas y medios para que el estudiante mismo de forma autónoma controle su propio proceso de aprendizaje. Y acompañarlo en esta tarea, para orientarle y ayudarle a resolver las dificultades que encuentre. Sólo planificando la enseñanza, haciendo que el trabajo del estudiante sea el centro de la misma, podremos lograr que los sujetos aprendan por sí mismos, es decir, aprendan a aprender.

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