Benedicto Cayllanti Luna
En las últimas décadas, la educación ha experimentado cambios significativos. Uno de los aspectos que ha sufrido una evolución es el perfil de los estudiantes de hace 20 años y de los actuales.
En cuanto a los estudiantes de hace dos décadas, se caracterizaban por ser más pasivos y receptores de información por parte de los docentes. El papel del docente era fundamental y su figura era la de autoridad indiscutible. Los estudiantes se limitaban a escuchar, tomar apuntes y memorizar la información para luego ser evaluados. El aprendizaje se centraba en la adquisición de conocimientos teóricos.
En la actualidad, los estudiantes tienen un perfil más activo, participativo y autónomo. La tecnología y la información disponible en internet han transformado la forma de aprender y los estudiantes tienen un acceso ilimitado a recursos y herramientas que les permiten construir su propio conocimiento. Los docentes tienen un papel más de facilitadores y guías en el proceso de aprendizaje. Se busca fomentar el pensamiento crítico y la capacidad de resolver problemas de manera autónoma.
Además, los estudiantes actuales están más familiarizados con las nuevas tecnologías y tienen una mayor competencia digital. El uso de dispositivos electrónicos y el acceso a internet son herramientas indispensables en su proceso de aprendizaje y en su vida cotidiana. La capacidad de adaptación a los cambios tecnológicos y la capacidad de aprender de manera autónoma son habilidades cada vez más valoradas en el mercado laboral.
En cuanto a las habilidades sociales, los estudiantes de hace 20 años tenían una formación más tradicional, centrada en la transmisión de valores y normas sociales establecidas. En cambio, los estudiantes de hoy tienen una educación más inclusiva y diversa, en la que se fomenta el respeto a la diferencia y la igualdad de oportunidades. Además, se fomenta la participación en actividades que fomenten el trabajo en equipo y la cooperación.
En conclusión, el perfil del estudiante ha evolucionado en las últimas décadas y ha ido adaptándose a los cambios sociales, tecnológicos y culturales. Los estudiantes actuales tienen un perfil más activo, participativo y autónomo, con una mayor competencia digital y un enfoque más inclusivo y diverso. La educación ha evolucionado para adaptarse a las necesidades del Siglo XXI y formar ciudadanos competentes y capaces de enfrentar los retos del futuro.