domingo, abril 28, 2024
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Exigimos una explicación

Con la misma imbecilidad y simpleza, con que la historia nos endilga a los bolivianos haber perdido nuestro Litoral, por festejar los carnavales, dicha insólita actitud se volvió a repetir en la última Asamblea de las Naciones Unidas, curiosamente realizada durante los carnavales,  cuando nuestra representación diplomática, destacada ante ese alto organismo mundial, se abstuvo de votar a favor de una resolución que exigía  la “retirada inmediata”  de las tropas rusas de Ucrania, y de esta  forma,  poner fin esa innoble invasión lanzada hace un año por Moscú.

Sólo como una ligera lección histórica de dignidad, habría que recordarles a los abstencionistas vendemar, que hace 144 años, un 14 de febrero de 1879, sin que medie motivo alguno que justifique una acción bélica, (situación similar a la que está padeciendo Ucrania desde hace un año, por los mercenarios del roto Putin) tropas chilenas  invadieron Bolivia, argumentando que la suba de 10 centavos que ésta había impuesto por quintal de salitre exportado, violaba el “contrato privado” firmado con la Compañía de Salitres y Ferrocarril de Antofagasta.

Sin ser muy doctos en materia de justicia internacional, semejantes argumentos y determinaciones nos recuerdan a los contratos privados firmados en el caso de las aguas del Silala y los muchos otros que la diplomacia de los pueblos, y la habilidad de nuestros sabios jurisconsultos perdieron estos últimos 16 años, en la Corte de Justicia de La Haya, fallos que olearon y sacramentaron los 120.000 kilómetros cuadrados de territorio y 400 kilómetros de costa que nos usurparon, idéntica extensión que los rusos  pretenden despojar a Ucrania, en la región del Donbas y su salida al mar en Crimea.

En esta suerte de desdichadas coincidencias históricas, donde nuestra fuerza radica en poderes abstractos, como el retorno al Tawantinsuyo; a los relojes de giro izquierdo; al poder afrodisiaco de la papalisa y al sexo de las piedras; y se pretende repetir nuestra alianza con la república hermana del Perú, en esos términos folklóricos, surge la curiosa divergencia de los gobiernos izquierdistas de Chile, Argentina y Colombia que, al contrario de nuestro abstencionismo en la ONU, votaron a favor de la condena a la invasión de Rusia a Ucrania.

Glosando los términos de una carta de Fausto Reinaga, uno de los ideólogos del indianismo, al presidente Juan José Torres, un 6 de enero de 1971, sobre nuestra relación con Chile dice: “Nuestro deber de bolivianos es entender y hacer examen de conciencia sobre el paso a darse en este trascendental asunto, que compromete la existencia misma de Bolivia. Es el presidente Allende y su canciller Almeida, quienes a grito pelado escupen el rostro de nuestra Patria esta brutalidad: «Claro que te asaltamos tu Litoral, después tu Lauca… pero déjate asaltar ahora tu Titicaca, y… seremos hermanos». Este es el Chile «socialista» sin máscara, frente al pueblo de Bolivia, donde —según Neruda— no hay sino «hedor a indio». Excmo. Señor Presidente Gral. Torres, vuestra responsabilidad está por encima de toda bandería política. ¡No restablezca relaciones con Chile si Chile no devuelve su Litoral a Bolivia!

A la luz de los argumentos arriba expuestos, consentir que un país, por potencia que sea, invada a otro, como nos ocurrió en 1879, es sentar las bases de una política criminal que abra las puertas de la discrecionalidad futura, y volvamos a esgrimir la ley de la selva. En momentos en que el partido gobernante parece mostrar signos de discrepancia interna, con el sonado intento de ensillar al responsable de los hechos comentados… ¡Exigimos una explicación!

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