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Nada menos que en dictadura

Algunos gobernantes, en dictadura, nada menos, alentaron una probada e indeclinable inquietud patriótica. Ellos, los más execrados en la historia, ratificaron su decidido respaldo a la reivindicación marítima. Lo hicieron de cara a la comunidad nacional e internacional. Sin subterfugios ni tratos oscuros. Sin incurrir en millonarios gastos, sino con base en la austeridad, la transparencia y la solidaridad. Menos en traición a la Patria. Ésta que los destruiría.
Mucho antes de 1982, el año que marca el restablecimiento del sistema democrático, Bolivia logró un histórico pronunciamiento de países vecinos, a favor de la causa marítima, en Lima (Perú). Este surgió con el denominativo de “Declaración de Ayacucho” y fue firmado y rubricado por el presidente de la República del Perú, Juan Velasco Alvarado; presidente de la República de Bolivia, Hugo Banzer Suárez; jefe de Gobierno de Panamá, Omar Torrijos Herrera; presidente de la República de Venezuela, Carlos Andrés Pérez; representante del presidente de la República de Colombia, Julio César Turbay Ayala; representante de la presidente de la Nación Argentina, Alberto J. Vignes; representante del presidente de la República de Ecuador, Carlos Aníbal Jaramillo; representante del Jefe de Estado de Chile, Patricio Carvajal Prado. El documento data de fecha 9 de diciembre de 1974.
“Al reafirmar el compromiso histórico de fortalecer cada vez más la unidad y solidaridad entre nuestros pueblos –sostiene el acápite respectivo–, prestamos la más amplia comprensión a la situación de mediterraneidad que afecta a Bolivia, situación que debe demandar la consideración más atenta hacia entendimientos constructivos” (1).
En consecuencia: jamás, quienes detentaron el gobierno coyunturalmente, hubieran permitido que aquellos que provocaron el más que centenario enclaustramiento, consoliden sus nefastos propósitos. Jamás, ni por cálculo político, hubieran permitido que justicia alguna se involucre en temas de política internacional, tan sensibles. Posiblemente porque tenían formación cívica.
Con ello no pretendemos liberarlos, de ninguna manera, de la condena que recae sobre ellos, por las atrocidades que cometieron, en su paso por el Poder. Este tema no tiene relación alguna con la presente nota. Posiblemente haya gente que cuestione nuestra actitud. Les asiste todo el derecho del mundo. El equivocarse es de humanos. Solo los “dioses” no se equivocan.
Bolivia tuvo, en 197 años aproximadamente, gobernantes dignos e indignos. Entreguistas y defensores del patrimonio boliviano. Leales o traidores de la Patria. Incluyendo, obviamente, a los “malos gobernantes de la primera época republicana” (2). La memoria histórica está salpicada con la presencia de estos personajes. Quienes, en diferentes épocas de la vida nacional, se propusieron conducir la nave del Estado. Pero siempre caminaron de tumbo en tumbo. Siempre erigieron hitos de la vergüenza. Que empañaron, el destino de la Patria.
Como resultado ahora estamos inmersos en la frustración más inconcebible.
En suma: debemos retomar el patriotismo, para defender los supremos intereses nacionales.

NOTAS
(1) SPI Presidencia de la República: “La segunda victoria de Ayacucho”. Litografías e Imprentas “UNIDAS” S. A., La Paz – Bolivia, sin fecha. Pág. 10.
(2) Juan Lechín Suárez: “Historia trágica de un camino inexistente”. Plural Editores, La Paz – Bolivia, 2001. Pág. 66.

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