domingo, mayo 12, 2024
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De víctimas y victimarios

Hace algunos años, en la recordada revista de humorismo político “Cascabel” vimos una graciosa caricatura (mía) en la que un diablo (con cuernos y bigotes largos, ganchuda nariz, dientes filosos, patas de cabra, larga cola con punta de flecha, negro tridente al hombro y todo en un fondo de grandes lenguas de fuego), le responde por teléfono a otro: “¿Ir a Bolivia? No, hermano, en ese país la política es un infierno”.
Desde entonces han transcurrido varias décadas y ahora nos sorprendemos con que tal ocurrencia humorística se convierte día a día en una triste realidad.
Cotidianamente: diarios, noticieros de TV y emisoras (afines y no afines a un gobierno), difunden noticias con contenidos que ratifican el mensaje gracioso de la caricatura que sólo fue dibujada para provocar una inocente sonrisa.

ESCRITORES
Desde primeros años del siglo pasado, escritores como Franz Tamayo, Fernando Díez de Medina y Alcides Arguedas, entre muchos otros, ya se refirieron a estas taras en nuestro ambiente político; y ellos, a su manera, intentaron buscar soluciones. Como respuesta, esos intelectuales recibieron duras críticas, burlas, odio y en ese tiempo, hasta la denominada “conspiración del silencio”.
Todos esos males permanecen hasta hoy y es casi evidente que tal situación no cambiará. Los consejos y buenos deseos por una Bolivia mejor fueron arrastrados por los vientos como las hojas secas de un viejo árbol.

DOLOR
Duele mucho escribir sobre estos temas cotidianos: feminicidios, infanticidios, atracos a mano armada, corrupción administrativa, sobreprecios en obras públicas, coimas millonarias, injusticia a todas luces, odio y más odio en expresiones de politiqueros oportunistas; y, en fin, un largo etcétera de actitudes alejadas del buen vivir.

AL GRANO
Sirva el largo prolegómeno para graficar últimos acontecimientos observados desde hace más de una década en que multitudinarias marchas de campesinos y otros sectores sociales llegan a La Paz después de largas caminatas para realizar sus peticiones que casi todos los gobiernos no atienden oportunamente.
En esas movilizaciones, los gritos, estribillos y pancartas rechazan al “neoliberalismo”, al “imperialismo” y al “saqueo” de nuestros recursos naturales. Esos grupos “revolucionarios” se autocalificaban entonces como víctimas de una “derecha explotadora” y otros calificativos bastante trillados por activistas políticos.
Y entonces, los que estaban en el poder, también reprimían violentamente a esos revoltosos que hacían peligrar la estabilidad de su gobierno.
Transcurrieron los años y por efecto de nuestra cambiante politiquería, esas víctimas de entonces llegaron al poder y hasta obtuvieron una considerable mayoría parlamentaria.

LA TORTILLA
Y aquí sucedió lo que se repite permanentemente en nuestra convulsionada y triste historia a lo largo de casi dos siglos: las víctimas de ayer, al otro día se convierten en victimarias. Se dio vuelta la tortilla.
Y a propósito de tortilla: ¿Hasta cuándo ella estará vigente en nuestra politiquería criolla? ¿Cuándo terminará ese estilo de gobierno? ¿Tal vez el día de San Blando que no se sabe cuándo?

OTROSÍ
Acabemos con este ingrato tema, leyendo este pequeño poema que muy bien podría llevar como título el de “Odiocracia”, “Revanchogracia” o “Tortillocracia”:

Llora, llora la víctima
cuando abajo está…
Ríe y pega esa ex víctima
cuando arriba está.

El autor es dibujante, escritor y periodista.

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