Hace 2000 años un joven carpintero de 33 años de Galilea ha saldado una deuda externa de clase mundial, por no decir universal. El monto del pecado sumado a la vergüenza, el dolor, errores pasados en nuestras vidas, el rechazo y la soledad, la esclavitud del pecado y la muerte espiritual son parte del estado de cuenta de millones de personas alrededor del mundo. Y por medio de la crucifixión, aquel joven carpintero lo saldó con aquel don que toda la humanidad, los seres vivos y el planeta, tiene: la vida.
El objetivo de la Semana Santa no se limita únicamente a las actividades religiosas, porque la petición de aquel carpintero, de seguir sus legados de vida para con los demás semejantes, no se aplica únicamente en un solo lugar, se aplica en todos lados. En la casa, en la montaña, en la iglesia, en el trabajo, en la carretera mientras se desplaza. La pandemia del covid-19 nos obligó a permanecer cerrados en nuestros hogares en la Semana Santa, pero la esencia de sus legados siguió ahí en cada hogar, no se limitó como se limita en los comercios, como se limitó la circulación de personas, porque es ahí donde en tiempos de tribulación la iglesia se ejerce con nuestra familia, no tiene toque de queda porque no es necesario buscar un templo para rendir culto a aquel carpintero, usted puede cumplir ese propósito donde quiera que esté.
La Semana Santa es un momento de reflexión sobre lo que Jesús hizo por saldar una deuda mundial, generada por nosotros. Para estimular conciencia es importante tomarnos unos minutos para hacer un cambio en nuestro diario vivir. Esta Semana Santa ha sufrido muchos cambios en temas de la movilidad de personas, la implementación del distanciamiento físico, el uso de mascarilla, y las medidas de higiene necesarias a implementar de manera constante, sin excepción, es un claro ejemplo de reflexión. Si usted quiere salir a la montaña, al río, al campo, a la piscina o a la playa, hágalo, pero hágalo responsablemente, porque tomar medidas de prevención contra el covid-19 es una muestra de reflexión, es hacer cumplir uno de tantos legados que el Señor nos pide. Si se queda en casa, pues mucho mejor, conviva en familia el significado de la pasión, muerte y resurrección de nuestro Señor Jesucristo, no se gana la razón criticando a los que salen en vacaciones porque eso es una forma de estigmatizar a nuestros semejantes. El señor no nos enseñó a estigmatizar a uno por su actuar o viceversa, nos enseña a estimular conciencia y a ser más empáticos unos con otros.
Esta Semana Mayor no es solo para estar metido en una iglesia, tampoco es solo para “rumbear”, para andar en fiestas, donde las condiciones por causa del covid-19 no son las apropiadas. Pasemos una Semana Santa muy reflexiva, donde quiera que se encuentre, viaje o no viaje, acatando todas las medidas de bioseguridad, porque eso es una prueba de amor al prójimo, una de las mayores peticiones que aquel carpintero nos enseñó “Amaos los unos a los otros”. Tómese unos minutos de su tiempo, para pensar en lo que debe cambiar, si está frente al mar, metido en un río, sentado en el sofá de su casa, en una tienda de campaña en medio del bosque o la selva, hágalo y después disfrute con su familia o amigos un momento agradable para Jesús, que al mismo tiempo es de agrado para usted y para sus semejantes.
No pase por alto las precauciones, porque las muestras de fe no significan evadir las medidas de prevención por causa de la pandemia, de aquí en adelante es el momento para cumplir los legados que el Señor nos deja, un cambio de actitud que nos permitirá al mismo tiempo no crear una deuda más, porque la deuda mayor causada por nosotros fue pagada hace más de 2.000 años. El momento es ahora y no tiene reversión para corregir en lo que hizo, sino en lo que debe rectificar y hacer responsablemente de aquí en adelante.
El autor es Ingeniero.