sábado, mayo 18, 2024
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Reflexión sobre la retórica

Esta reflexión es una convocatoria para que aquellos que se dicen demócratas vayan más allá del lenguaje promesero y deshagan sus ambiciones que les impiden hacer gestión de bien común. Vivimos la democracia de ficción que se desarrolla por medio de la comunicación y la palabra que atrapa la verdad impulsando la mentira.
No obstante las perversidades populistas, la razón de la democracia está latente para asumir las contiendas participando sin temores en los debates políticos y sociales. Los términos políticos y sociales son los apropiados en este protocolo. Los políticos nunca son claros, pues ellos están siempre en busca de encubrir sus propios actos con expresiones polarizadas al verdadero sentir, y lo social es el gran afectado, el gran perjudicado por las infracciones políticas.
Cuando la retórica es usada por políticos y líderes públicos o sociales no conlleva a realizaciones de gestión práctica. No se cumple la ley de que la palabra sin acción es infecunda, es una cortina de humo, todo es una ficción. El poder de la palabra penetra todos los confines humanos y su entorno, pero no podemos hacer uso de ella para maquillar las realidades, para hacer abstracciones sucias.
La retórica deformada es un laberinto de trucos verbales que envolatan con argumentos baladíes las expectativas de una comunidad débil y tortuosa, donde la labia hace furor imaginario en cabeza de unos administradores públicos. En términos de biopolítica la retórica social busca medir el cómo se puede manejar el gobernar para que el colectivo comunitario logre interrelacionarse para conseguir las oportunidades propias de desarrollo. Mark Thompson nos llama la atención diciéndonos… El lenguaje público está perdiendo capacidad real de explicar y concretar con la gente….
Mark Thomson de otro lado nos explica que… La retórica política es dudosa, que manipula. Domina y en vez de presentar debates honestos entre los medios y los políticos caracteriza la desconfianza y la apatía… Es típico que la retórica nefasta siempre emprende acciones de conciliación confusa.
No se encuentra en la política del país un lenguaje social y democrático que se comprometa a llevar a cabo programas de gestión pública que proyecten cambios y en especial un bien común contra las injusticias que se viven. Urge un lenguaje desintoxicado, libre de marginaciones y lavados de manos. No más gobierno de ficción, ni de retórica autoritaria ni de aptitudes de gestión arrogante ante las realidades del país. La comunidad de gobernados requiere mensajes claros, sin divagaciones, mensajes que sean prácticos en la ejecución del cumplimiento constitucional.
La obesidad de la información. Su uso irresponsable por las redes sociales está generando virus social y político que se expande hasta llegar al clímax que sobrepasa las consecuencias. Las redes sociales, cada una con sus respectivos intereses personales, penetra en la sociedad haciéndole perder sus razones y toda objetividad, produciendo un mundo de híper ansiedad y de híper fantasía, de híper actitud de poder, de desengaño y confusión para que una sociedad se canse y se vuelva apática.
Pero esta apatía también cansa, estando latente un desencadenamiento por llegar que enfrentará lenguajes, de una parte, el lenguaje retorico-opresor y de otro lado el lenguaje de la liberación social. Otro lenguaje también predomina. El lenguaje de lo prohibido, de la coacción, frente al lenguaje del sí se puede, de lo posible, el lenguaje del pueblo, donde existe el poder del pueblo.
El lenguaje retórico de un estado fallido se suma a la expresión falsa que con su entonación represiva pareciera predicar el silencio y el olvido social. Con lenguaje retórico y conmovedor lleno de incertidumbres no se gobierna ni se administra una nación, solo se polariza provocando crisis de todo talante en todas las esferas políticas y sociales…

marsblawyer@gmail.com
Barómetro Latinoamericano

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