domingo, mayo 5, 2024
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¿Por qué no café y cacao en lugar de la coca?

El mundo ha comprobado, por lo menos en el último siglo, cuán pernicioso y contrario al bienestar del pueblo es la coca que es usada para fabricar una droga alucinógena como es la cocaína; comprobó, simultáneamente, cuán beneficiosos son el café y el cacao tanto para la alimentación como para producir los réditos financieros que significa su comercialización. Países que cultivan café –como es el caso de Colombia– cifran buena parte de su economía en el café que cultivan y cosechan para uso y consumo de su población y, en grandes cantidades, para la exportación; se comercializa y usa en todas partes, tiene altos precios y rinde muchas utilidades al fisco.
Es importante tener en cuenta la importancia y hasta necesidad de las hojas de coca; pero no solamente por sus cualidades medicinales sino aquellas que se podrá industrializar para diferentes productos que hace muchos años dieron buenos resultados, aunque limitados por falta de comercialización, y que sean para sustitución efectiva de otros productos fabricados con azúcar. Las hojas de coca tienen propiedades curativas y calmantes para algunas dolencias y sirven, además, para el masticado por parte de campesinos que dicen encontrar fuerza y energía en las hojas que mastican. La comunidad internacional no acepta el producto y lo rechaza tan solo por la parte de alucinógeno que contiene y que la propaganda la expande como contraria a la salud y vida de las personas. Es decir, que hay simples prejuicios que derivan en políticas partidistas para lograr su rechazo.
La coca puede ser industrializada con buenas perspectivas de éxito siempre que sea realizada con honestidad y responsabilidad; puede sustituirse ventajosamente con buena producción de café, cacao, limón de diversa calidad y especias como pimienta, canela y muchos otros productos que tendrían buenos precios y mercados seguros. Pero impide cualquier emprendimiento la carencia de capitales financieros y tecnológicos. Se ha sostenido que algunas de nuestras universidades que tienen las materias de química y agronomía podrían dirigir las materias inherentes, con la finalidad de buscar medios y formas de industrializar la coca. Esos técnicos serían un gran avance para que estudiantes del agro puedan acceder a estudios ya realizados sobre la coca, pero que requieren complementación con estudios superiores, hasta lograr que algunos centros universitarios foráneos se interesen debidamente y engrosen grupos que, previas las investigaciones, alcancen éxitos.
No debe pasar desapercibido el hecho de que casi todos los gobiernos –especialmente los de izquierda y los autollamados “revolucionarios”– expresaron la intención de industrializar las hojas de coca; prometieron y hasta juraron que como gran avance se concretaría el gran proyecto y que estaban seguros de contar con el financiamiento para ello. Sin embargo, llegado el momento de averiguar lo que pasó, no hubo respuesta alguna y hasta el extremo de que alguno de los que hicieron las promesas se rieron de la idea. Esto, en la opinión general del pueblo, ¿qué puede significar? Simplemente que todo era mentira, engaño y demagogia. Se cree, finalmente, que existen intereses creados. La pregunta importante es: ¿hay compromisos o complicidades con el narcotráfico? De otro modo, no hay forma de explicar que ninguno haya cumplido su palabra empeñada y el plan tan esperado y necesario, parece que quedará en nada porque “así conviene a los empresarios de las drogas”.
¿Podrá el actual gobierno decir algo al país sobre asunto tan delicado e importante?

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