sábado, mayo 18, 2024
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Reflexiones sobre el Silala

Están viniendo noticias de la ciudad de La Haya que dan cuenta que en próximos meses se retomará el tratamiento del juicio internacional que Chile, irónicamente sin ser dueño; le inicia a Bolivia, que es plenamente propietario de los acuíferos subterráneos.
Este juicio en la Corte Internacional de Justicia, según sus propios reglamentos, debe pasar a la instancia de alegatos orales y es en esta etapa donde el mundo entero escuchará de viva voz, por parte de la representación boliviana, sobre nuestros argumentos de fondo.
Entonces, el Delegado boliviano deberá leer inextenso, para los altos magistrados y para el público internacional, la carta de solicitud que la compañía Chili & Railway enviara a la PREFECTURA DE POTOSÍ en junio de 1908, solicitando el uso de: “El agua que se pueda conseguir, para el uso exclusivo del ferrocarril, y en mérito a la enorme inversión prevista a ejecutarse sobre el acuífero de propiedad de Bolivia”. Como dice textualmente aquella solicitud.
El Delegado boliviano deberá leer también para el mundo entero, en vos alta y sonora, el texto de la concesión de esas aguas bolivianas, de septiembre de 1908, que autoriza el uso de ellas, exclusivamente para el servicio de las locomotoras a vapor de la época y que nunca se autorizó para que sean vendidas ilegalmente a otras empresas chilenas, al margen de la condición de concesión. Venta ilegal que ocurrió desde el principio de tal concesión.
El Delegado boliviano deberá mostrar también que en la zona nunca llueve y que, por tanto, no existe lecho natural de ningún río y menos puede existir agua que sea el producto de alguna escorrentía natural. Por tanto, la precipitación pluvial es inexistente.
El Delegado boliviano deberá ser muy claro en afirmar enfáticamente que se trata, entonces, del manejo artificial del ACUÍFERO BOLIVIANO, que geográficamente se encuentra localizado exclusivamente en territorio boliviano y que además fueron modificados manualmente los perfiles topográficos del lugar.
También el Delegado boliviano deberá denunciar que ni de Bolivia sale ningún lecho natural de río y menos existe en Chile ningún lecho natural de río alguno, puesto que el agua sale de Bolivia por un canal de cemento y es transportada por territorio ajeno, por medio de conductos o ductos artificialmente logrados.
Lo que prueba hasta el hartazgo que no existe río, ni vertiente y menos manantiales de fluidez natural.
También la Corte Internacional de Justicia deberá enviar a los altos del SILALA una comisión de peritos que eleven un informe técnico sobre los trabajos manuales, es decir artificiales que se hicieron en la zona a partir de 1900, trabajos ejecutados con eficiencia por la hidráulica inglesa y que permitieron un alumbramiento manipulado y forzado del agua contenida en el subsuelo boliviano.
Es la gran oportunidad para que Bolivia deje establecida, enfáticamente, esta serie de verdades incuestionables en el más alto tribunal de la JUSTICIA MUNDIAL.
Es muy curiosamente sugestivo el siguiente dato técnico y absolutamente real: El caudal de agua que la enorme red de canaletas y canales artificialmente logrados reúne gota por gota, es de 240 litros por segundo. Este volumen es constante en todas las épocas del año y se mantiene invariable por siempre. ¿Por qué? ¿Y por qué esa agua no se congela debido a las muy bajas temperaturas nocturnas?
En este GEOIDE llamado tierra, todos los ríos son una manifestación maravillosa de su naturaleza. En todo el planeta no existe «río» alguno que sea el resultado de una solicitud escrita, como la de 1908 que hace Chile, y mucho menos sea el producto que autoriza la PREFECTURA DE POTOSÍ en septiembre del mismo año.
Todo esto está en mi último libro: SILALA: POTOSÍ, BOLIVIA, en actual circulación.

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