viernes, abril 26, 2024
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La importancia del amor dentro del desarrollo humano

¿Qué es el amor?

 

El amor es un sentimiento de afecto universal que se tiene hacia una persona, animal o cosa. Este concepto presenta una amplia connotación o significación, que varía de persona a persona y depende mucho del contexto; en este sentido, puede referirse al sentimiento de atracción emocional y sexual que se tiene hacia una persona, al esmero y agrado con el que se realiza una cosa (pasión), para referirse a una persona que tiene como cualidad ser una persona encantadora, agradable o simpática; y muchas otras contextualizaciones e interpretaciones más.

 

Sin embargo, en esta presentación nos referiremos al amor dentro del acto afectivo de relación entre personas que deciden formar una pareja y las diferentes repercusiones benéficas que esta acción-emoción brinda a la persona y a su entorno.

 

El amor no es un estado estático, sino un proceso dinámico a lo largo del cual se producen una serie de cambios en los sentimientos y en las conductas de los miembros de la pareja amorosa. Cantero (2001) definió el amor como “un compromiso que se desea recíproco, es una actividad, es un acto de voluntad que implica dar, y que se manifiesta por el deseo de cuidar al otro, por la responsabilidad voluntaria de estar disponible cuando te requiere, por el respeto por la persona tal y como es, y por el conocimiento íntimo del otro que te posibilita, en última instancia, una actuación incondicional”.

 

No podemos concebir el concepto de amor sin tomar en cuenta la postura y trabajo de la ciencia respecto del mismo. Pues la ciencia dice que durante el tiempo que una persona vive tal sentimiento numerosas regiones cerebrales se activan y la concentración de hormonas aumenta al estar con una pareja o al pensar en ella. Los personas enamoradas experimentan una serie de sentimientos intensos, como los pensamientos intrusivos, la dependencia emocional y un aumento de la energía, aunque estos sentimientos pueden limitarse a las primeras fases de la relación.

 

El grado de activación cerebral durante las primeras fases de una relación romántica parece que influye tanto en nuestro propio bienestar como en qué medida la relación es un éxito o un fracaso. Esto porque existe una influencia hormonal; es decir, que la oxitocina y la vasopresina las cuales son las hormonas directamente más relacionadas con el amor romántico; produciendo en el hipotálamo y siendo liberadas por la glándula pituitaria. Estas hormonas influyen tanto en hombres y mujeres, pero estas últimas son más sensibles a la oxitocina, y los primeros, a la vasopresina.

 

Las concentraciones de ambas hormonas aumentan durante las fases intensas del amor romántico, actúan sobre numerosos sistemas del interior del cerebro y sus receptores están presentes en diversas áreas cerebrales relacionadas con el amor romántico. Creando una sensación placentera gratificante. Esas vías están relacionadas también con el comportamiento adictivo, que tiene que ver con la conducta obsesiva y la dependencia emocional observables normalmente cuando el amor romántico está en su fase inicial.

 

Sin embargo, sin alejarnos de la ciencia el amor implica combinaciones de tres elementos básicos para existir, los cuales son: intimidad, pasión y compromiso; estos componentes cambian en relación a diferentes momentos históricos, lugares geográficos y culturas. Sternberg (1986) sugiere esta teoría donde los tres componentes están interrelacionados y son interdependientes entre sí.

 

La intimidad

 

Es la capacidad de compartir sentimientos, confiar, sentirse acompañado y saber que el otro tiene los mismos intereses para la relación. Este componente se relaciona con aquellos sentimientos dentro de una relación que promueven el acercamiento, el vínculo y la conexión. Existe un deseo por promover el bienestar de la persona amada, hay sentimientos de felicidad junto a la misma, existe gran respeto, entendimiento, apoyo y comunicación con la persona amada.

 

La pasión

 

Está referida a la sexualidad. Es el estado de intenso deseo de unión con el otro, y es en gran medida la expresión de deseos y necesidades, tales como las de autoestima, entrega, sumisión y satisfacción sexual.

 

El compromiso

 

Según Kusnetzoff  (2000), Consiste de dos aspectos: uno a corto plazo y otro a largo plazo. El primero es la decisión de amar a otra persona, mientras que el segundo es el compromiso por mantener ese amor.

 

“En una relación interpersonal pueden darse diversos triángulos del amor que compartan los mismos vértices de intimidad, pasión y compromiso. Estos triángulos pueden diferir por su tamaño (cantidad de amor), por su forma (equilibrio del amor), por si representan lo que se tiene (relación real), lo que se desearía tener (relación ideal), los sentimientos o las acciones”. (Sternberg, 2000)

 

Los miembros de una pareja pueden percibir la manera e intensidad en la que se da este triángulo planteado por Sternberg; al igual que sentir las diferencias de implicación y vivencia entre su pareja y su propio nivel de implicación. Por lo tanto, pueden surgir discrepancias en un triángulo entre lo que experimenta un miembro y lo experimentado por el otro. A lo largo del tiempo estos tres componentes van evolucionando de modo diferente, y por lo tanto se modifica la naturaleza de las relaciones amorosas.

 

En 1986, los psicólogos Hendrick y Hendrick generaron la “Escala de Actitudes ante el Amor”, en la cual presentan una clasificación realizada por John Allan Lee (1973). Quien con su teoría parte de la idea de que, al igual que ocurre con los colores, hay tres tipos de afectos primarios que, al mezclarse entre ellos, dan lugar a otros tres.

 

Estos autores clasificaron seis actitudes:

 

Eros, el amor erótico

 

Eros define claramente al apasionado y romántico. Se caracteriza por la atracción física, la pasión, la comunicación abierta y el compromiso con el amante. Este estilo de amor involucra la necesidad de una atracción intensa tanto física como emocional. Este vínculo es idealizado y promovido por una determinada cultura, por lo que debe  cuidarse de manejar la pasión y la devoción emocional para originar vínculos malsanos; ya que en este tipo de amor, la atracción es intensa e inmediata y pone la atención en el aspecto físico, en la devoción absoluta y en la posesión.

 

Estos amantes saben lo que quieren y van en busca de esas cualidades específicas, por lo general tienen mucha seguridad en sí mismos, señala Sánchez (2006).

 

Ludus, el amor lúdico

 

Se trata de un amor de juego, de entretenimiento. Se caracteriza por ser un amor permisivo, no hay compromiso, inexistencia de celos, hay poca implicación emocional, no hay expectativas futuras y existen múltiples parejas (Büyükflahin y Hovardaolu, 2004).

 

En este estilo de amor se espera que la pareja entienda las reglas del juego, y tanto el amor como el sexo son vistos como un juego y una diversión; sin embargo, una realidad bastante común es que las personas con un estilo lúdico en sus relaciones afectivas, ven el amor como un juego, su finalidad es conquistar, obtener beneficios emocionales, sexuales u otros. Por ello, y para obtener su objetivo no dudan en seducir, engañar y manipular. No se comprometen y construyen relaciones emocionalmente distantes, por lo que están enfocados solo a los beneficios a corto plazo.

 

Storge

 

Es un amor de compañeros, de amigos. Se trata de un amor que se desarrolla de forma lenta, se encuentran similitudes en la pareja, hay intereses en común y confianza. Esta actitud ante el amor se desarrolla de forma lenta, se basa en el cariño y la amistad y lo que de estas devienen.

 

Manía, el amor obsesivo

 

El estilo de amor obsesivo está presente en esas personas dependientes y focalizadas solo en satisfacer sus necesidades. Son perfiles con grandes cambios emocionales, a instantes se muestran fríos y más tarde apasionados. Ente sus características negativas más alarmantes están que la persona es posesiva, celosa, controladora e incluso pueden llegar al maltrato.

 

La persona amada está constantemente en el pensamiento de la pareja y esta tiene una necesidad desesperada de ser amada y también hay una necesidad de ser asegurada de este amor constantemente; pues este amor es de naturaleza apasionado y emocionalmente intenso.

 

Ágape

 

Es un amor altruista. En este estilo de amor hay una tendencia a perdonar y apoyar a la pareja a pesar de las fallas o defectos de la misma. Este estilo combina características de Eros y Storge, lo cual lo hace un estilo de amor intenso y amigable. Estos amantes tienen la cualidad del altruismo, por lo cual anteponen las necesidades de sus seres amados ante las propias.

 

Es evidente que este tipo de amor puede traer la felicidad altruista e idónea para muchas personas, ya que las parejas que viven este amor saben dar y recibir, pues ofrecen su afecto de manera incondicional, se comprometen, cuidan y se cuidan, trabajan en un vínculo basado en la satisfacción y la armonía.

 

Pragma, el amor pragmático

 

En este tipo de amor, tenemos a personas que se rigen por el sentido de la lógica; es decir, que las emociones pasan a un segundo lugar para focalizarse solo en la utilidad de las relaciones afectivas. De este modo, los más pragmáticos suelen preguntarse si su posible pareja sería aceptada por familiares y amigos. También se cuestionan si con esa persona, obtendrán o no estabilidad financiera o si será alguien que romperá su calma y equilibrio personal.

 

Este estilo es una mezcla de algunas características de Ludus y Storge. Estos amantes ven el amor como algo práctico. En este estilo de amor es fundamental la selección adecuada de la pareja.

 

Aunque no estemos conscientes de ello, siempre hay un componente de cualquiera de estos seis subtipos, suelen aparecer de manera combinada e intercalada en nuestras relaciones afectivas. La misión, si se decide aceptarla, es ser conscientes de qué tipología está más presente en uno mismo o en nuestra pareja para mantener ese arquetipo o, por el contrario, trabajarlo en caso de así requerirlo para evitar los extremos mal sanos.

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