lunes, mayo 6, 2024
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La educación, un traspaso dinámico de poderes

Parte I

Al informar del Manifiesto de Ibercampus, donde 50 catedráticos de Educación y otros 50 de Comunicación urgimos extender en España la alfabetización digital en todos los estudios, decía este digital que, pese a los esfuerzos de numerosos profesionales en las últimas décadas, la educomunicación aún no ha llegado a formar parte de los vocablos admitidos por la Real Academia de la Lengua (RAE). Y eso que el propio ejercicio docente o formador tiene como otras profesiones mucho de proceso de comunicación. También de poder.
En el reciente Manifiesto de Ibercampus por mejorar la ciencia y docencia en la era tras el Covid, se hace una serie de recomendaciones de adaptación, y se afirma que es urgente revisar y promover un cambio en el desempeño del rol profesional de los profesores para aproximarse a los sistemas complejos adaptativos que han surgido, como ocurre en la naturaleza o el cuerpo humano. Se afirma, así, que es imprescindible el conocimiento sobre cómo una evolución orgánica permite sostener la energía original del proceso precisamente mediante su actualización y adaptación generada desde dentro de cada sistema. En el caso educativo, esa adaptación está reclamando nuevas energías en la función de los profesores, a favor de que asuman la transdisciplinariedad y la preparación de los estudiantes entre los que surgirán futuros investigadores para afrontar la volatilidad, incertidumbre, complejidad y ambigüedad del actual sistema social.
Pero el propio Consejo Editorial de Ibercampus.es reconoce que en otra pieza sobre los efectos de la pandemia en el sistema educativo que la teleeducación no llega para sustituir a la educación presencial, la de siempre, la que implica la presencia coincidente de alumnos y profesor en un mismo medio físico. Debemos hacer renacer la enseñanza mediante un retorno al futuro, en línea con el manifiesto para la alfabetización digital que hemos firmado 50 catedráticos de Educación y otros 50 de Comunicación. Y me explico.
Sencillamente, el profesor es un mediador, un transmisor de un conocimiento que no le pertenece ni del que tampoco es la fuente. Lo increíble del proceso es que, en el viaje del conocimiento, a través de la cadena humana de la enseñanza, un hilo de ideas profundas repentinamente se trama con nudos de riqueza de experiencia y sabiduría que provienen de muy lejos: de otros maestros ya desaparecidos, de nuevos maestros que están esperando en la mesa de enfrente, y de insondables memorias que están escondidas en el ovillo maravilloso del conocimiento, o en el presente, en el espacio del ahora. Cuando se produce el traspaso de ese mensaje, de ese hilo, y continúa su urdimbre hacia el futuro, el profesor tiene clarísimo que ha sido superado por un proceso que lo transforma, y en el que solamente el instante del contacto, y de la continuidad, es lo que genera, o regenera, la vida.

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