lunes, abril 29, 2024
InicioSeccionesOpiniónEl “ojo por ojo” de los israelitas en la mirada de los...
Contra viento y marea

El “ojo por ojo” de los israelitas en la mirada de los israelíes…

Augusto Vera Riveros

El “Ojo por ojo, diente por diente, mano por mano, pie por pie” prescrito en la Torá sobre el relato de la creación de la identidad judía, el éxodo de Egipto, el escape de la esclavitud y la llegada a Canaán, la Tierra Prometida, parecen no haber sido entendidos por el judaísmo. Las razones históricas y los motivos políticos que dieron comienzo a esa inclemente matanza que se está produciendo en la franja de Gaza son muy discutibles, de manera que ni los judíos pueden pontificar su actitud, ni los palestinos creer que el inicial ataque de hace algunos meses fue con la bendición de Alá, a pesar de que esta inacabable cadena de desacuerdos que data de siglos de antigüedad tenga un claro componente religioso, entre otros más.

Los israelíes sostienen que el pueblo hebreo fue el elegido por Dios e Israel se trataría de la tierra prometida, reivindicándose como descendiente del antiguo pueblo hebreo y con ello el derecho histórico a la ampliación de sus fronteras bíblicas. Por su parte, los palestinos fundan su derecho —no solo de ocupación sino de soberanía sobre los territorios dichos— en los trece siglos de dominación musulmana sobre la región de Palestina. Existen, además, otras razones esgrimidas por ambos y que cada uno de ellos cree suficientes como para reclamar a cualquier coste sus derechos sobre esos territorios. Lo cierto es que ambos pueblos son descendientes de los hebreos y de los filisteos respectivamente, que ocuparon la zona en tiempos diferentes.

Pero en la era contemporánea el conflicto árabe-israelí alcanzó connotaciones que ampliamente rebasaron los límites del Medio Oriente, principalmente por la masiva migración judía a territorio palestino, desarrollándose en Europa la doctrina del sionismo como remedio inicial a la diáspora de algunos miles de años atrás y esbozándose la estructura del futuro estado judío, de manera que la historia entre estos dos pueblos es el reflejo del odio desmesurado entre los descendientes de Isaac y de Ismael.

Estos antecedentes resumidos a lo mínimo posible, son de general conocimiento, pero a partir del 7 de octubre pasado la irrupción en el territorio sur del Estado de Israel por parte del grupo terrorista Hamás, ocasionó más muertos que en cualquier otra guerra en que el estado judío haya intervenido, sobre todo por la brevedad en que esas bajas se produjeron y que, de todas maneras, frente a las muertes —en gran parte civiles— que Israel provocó en Gaza, (alrededor de 30.000 palestinos), representan ínfimo número.

Empero, la negativa sistemática de Israel a la definición de sus fronteras bajo el fingido temor por su seguridad, ha desencadenado lo que de mucho antes buscaba: la confrontación bélica, sabiéndose superior ampliamente en equipamiento y entrenamiento militares, en ofensivas y contraofensivas desproporcionadas, haciendo en la actualidad de Gaza, que es un territorio de los más densamente poblados del mundo, un verdadero infierno para centenares de miles de familias que han perdido miembros que o son niños o gente que nada tiene que ver con el conflicto.

Israel, favorecido por las grandes potencias occidentales, ha venido ignorando todas las resoluciones de NNUU y ocupando casi el 50 por ciento del territorio de Cisjordania (que política y geográficamente es Palestina), así como una mucho más abierta zona en la franja de Gaza en que controlan hasta el vuelo de una mosca, sometiendo a la población gazatí a una reclusión que muchos han llamado la “cárcel al aire libre más inhumana de la tierra”.

El ultraderechista Benjamín Netanyahu, al frente del Estado de Israel y con una visión imperialista, expansionista y de abuso de un poderío militar que para la región es desproporcionada, no escatima recursos ni esfuerzos para destruir un territorio que no pertenece a su país y que bíblicamente fue Canaán (tierra de filisteos), luego Palestina. Pero, sin ninguna pretensión de ponderar los bárbaros métodos del terrorismo musulmán, el mundo debe comprender que Israel está replicando la épica pelea ente David y Goliat, pero de invertidas fuerzas y resultados, pasándose por el forro la Ley del Talión, que etimológicamente significa no un castigo equivalente, sino —por ser un principio divino de justicia retributiva— una pena “idéntica”. Las muertes infligidas a miles de civiles palestinos a través de un poderío militar altamente sofisticado, sobrepasa en varias veces cualquier proporcionalidad bélica y sagrada.

El gobierno derechista al mando de una potencia mundial, priva, más allá de los métodos infrahumanos que emplean los islamistas en muchas áreas de la vida, al pueblo palestino del derecho inalienable de tener un territorio que la historia y el mundo libre les han conferido.

 

Augusto Vera Riveros es jurista y escritor.

ARTÍCULOS RELACIONADOS
- Advertisment -

MÁS POPULARES