Preocupa mucho a nuestra sociedad que la producción de alimentos en nuestro país siga bajando hasta niveles preocupantes en los últimos años, mientras que la importación de productos alimenticios sube cada vez más, llegando a importes millonarios.
Las autoridades nacionales saben que los campesinos abandonan sus parcelas de tierra para migrar a las ciudades, especialmente en el occidente. Por ello los agricultores han trasladado sus familias a los centros más poblados y mantienen sembradíos solamente para el consumo familiar, porque, dicen, con razón, que los terrenos no alcanzan para sembradíos grandes, pues están reducidos a minifundios. Además, los precios de los productos no los estimulan para que se sigan con sus actividades agrícolas.
Otra importante cantidad de gente rural va a países vecinos en busca también de mejores condiciones de vida. Si bien algunos logran contar con lotes para producir y progresar, muchos otros, como en Argentina, van a zonas rurales en temporada de cosecha o son contratados para empacar hortalizas y frutas, sufriendo por explotación laboral. Allí también se observa trabajo infantil. Por ello no han faltado voces que solicitan normar esta labor en campos del vecino país.
En Bolivia, desde que llegó al poder el MAS, en el año 2006, los gobernantes se han dedicado a entregar dinero a sectores campesinos afines a ese partido, construyendo para ellos canchas de fútbol, sedes sociales y dándoles otros beneficios ocasionales. También se les ha prometido construcción de caminos, servicios de agua potable, energía eléctrica, viviendas, alcantarillado, etc., pero en varios casos no se ha cumplido.
Por otra parte, desanima al sector campesino que grupos de dirigentes reciban ayudas gubernamentales, solo para que el MAS reciba apoyo en procesos electorales y ejerza presión para respaldar medidas del oficialismo. Lo peor en los últimos años ha sido que el Fondioc, un organismo que debía apoyar el desarrollo de áreas campesinas, ha resultado ser fuente de corrupción, por lo que no han sido realizados los proyectos programados a favor de poblaciones rurales.
Por todo ello se requiere apoyar de verdad al agro, particularmente en el occidente, mediante programas sólidos, para entrega de semillas, abonos, provisión de herramientas, tendiendo a la mecanización para que los campesinos retornen a sus parcelas y tengan mercados donde puedan ofrecer sus productos con precios justos. Además, se debería luchar contra el contrabando de alimentos, que solo favorece a comerciantes irregulares.