lunes, mayo 6, 2024
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Descolonización lingüística, cultural en educación

Mario Prudencio Gutiérrez Poma

En Bolivia las culturas y las lenguas indígenas, a lo largo de su historia, fueron dominadas y sometidas como consecuencia de la cruel colonización. Debido al desconocimiento de los colonizadores, las lenguas indígenas han sido consideradas como ágrafas, sin gramática, poco funcionales y con otros apelativos peyorativos. Históricamente, desde la colonización hemos aprendido el castellano por un proceso de imposición, con la idea falsa de integrar a los indígenas a la sociedad. Esta ideología, al parecer, no ha cambiado, ya que el castellano sigue siendo considerado como lengua superior sobre los idiomas indígenas. Tanto en las áreas rurales urbanas y periurbanas.
Tradicionalmente, coexistieron dos sociedades asimétricamente diferentes entre sí: la sociedad occidental y la sociedad indígena. La sociedad occidental se interesaba sólo en los aspectos materiales y la acumulación de riquezas, basada en la superioridad, mientras que la sociedad indígena se interesaba tanto por los elementos materiales como por los espirituales, practicando la coexistencia y la reciprocidad entre lo humano, animal y lo espiritual. Por tanto, existen dos matrices civilizatorias, lo occidental y lo andino, que por sus diferencias no pueden llegar a la práctica intercultural. Asimismo, se concibe la coexistencia de dos identidades: la efectiva que se construye en el interior de la cultura y la asignada que nos imponen los que tienen derecho a nombrar a las culturas y pueblos indígenas, según la concepción occidental.
En esta relación de coexistencia asimétrica entre la globalización, la diversidad y las necesidades comunicativas de los pueblos indígenas con el mundo moderno, no podemos negar el aprendizaje de las lenguas extranjeras. Sin embargo, es necesario reflexionar y pensar: en qué momento admitimos el bilingüismo o el plurilingüismo que incluye las lenguas extranjeras y cuáles son los objetivos de esa multiplicidad aparente de vocabularios, que refleja realidades diferentes a la cosmovisión de los pueblos indígenas.
En consecuencia, las diferencias lingüísticas y culturales fueron transformadas por los europeos en las relaciones de superioridad y de inferioridad, donde se instala el proyecto social del amo y el siervo. A partir de ahí se establecen antinomias, como lenguas dominantes y lenguas dominadas; lenguas estándar y lenguas criollas; lenguas modernas y lenguas arcaicas, etc.
En el pasado, el único derecho lingüístico que se reconoció a la población indígena fue el idioma hablado por la minoría de estratos sociales dominantes, es decir, el castellano que vino junto con los conquistadores. Mientras que el uso de las lenguas indígenas fue considerado como sinónimo de atraso nacional por los detractores de los pueblos originarios.
La educación es un espacio privilegiado para discutir los conceptos y las acciones de la descolonización. Asimismo, el maestro desempeña un rol fundamental en la implementación conceptual de términos como intraculturalidad, interculturalidad y descolonización, para llevarlos a la práctica real de la descolonización emergente de las necesidades socioculturales, históricas y políticas. Así referimos una experiencia educativa en una escuela anexa perteneciente al área rural, de cultura y lengua aymara, donde muchos de los maestros eran oriundos del lugar y un 20% provenía del área urbana a prestar sus servicios. El director, subordinaba, exigiendo a todos los docentes la enseñanza en el idioma castellano y no en su idioma originario, que era catalogado como un retroceso en la educación y su desarrollo.

El autor es docente investigador.

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