Desde el año pasado, organismos económicos internacionales hicieron conocer informes negativos sobre nuestra economía, recomendando disminuir el gasto y la deuda pública. En ese mismo sentido se pronunciaron economistas, entidades económicas y medios de comunicación, pero la situación tiende a no cambiar y continúan las inversiones sin rédito y los gastos cuestionables.
Por otra parte, el país no debería depender de préstamos externos, solo contando con lo que podrían dar proyectos como el del hierro del Mutún, mineral descubierto hace más de un siglo, o la explotación del litio, para lo que se ha invertido 1.000 millones de dólares en los últimos años, sin que hasta la fecha sean alcanzados los objetivos fijados, mientras en países vecinos que cuentan con el “oro blanco”, sí se avanza para su aprovechamiento y comercialización.
Por ello lejos quedó el tiempo en el que el gobierno masista hablaba de que nuestra economía estaba “blindada”, sin pensar en que los precios de los minerales y de las materias primas siempre tendrán cotizaciones fluctuantes porque dependen de la demanda externa y la competencia entre países productores.
En ese sentido, mientras esos proyectos no son de realización inmediata, una tarea urgente es reducir gastos, evitando, por ejemplo, difusión de propaganda gubernamental hasta por medios de poco alcance (solo por favoritismo político), suprimiendo viajes innecesarios, dejando de invertir en empresas estatales deficitarias. Y que los préstamos externos que se trata de hacer aprobar en la Asamblea Legislativa no sirvan para cubrir gastos excesivos del gobierno. También por la emisión de “bonos soberanos” hay que pagar intereses y comisiones, endeudando al país, como se hizo hasta en tiempos de auge financiero, cuando no había necesidad de mayor cantidad de dinero.
Por prudencia y previsión, el Gobierno nacional no debería aumentar tanto la deuda externa como la interna, cargas que pueden resultar insoportables para el país. Como medida colateral, habría que disminuir la burocracia administrativa del Estado, pues la existente es excesiva, porque se ha dado cargos a partidarios del oficialismo. Asimismo, habrá que evitar aumentos salariales fuera de la realidad, pues se podría propiciar la migración o desaparición de empresas formales.
Finalmente, a pesar de que desde el oficialismo se pregona que “estamos saliendo adelante” porque habría crecimiento económico y serían menores los niveles de desempleo y la inflación, lo que se observa es falta de dólares, reducción de reservas internacionales, ocupaciones precarias y temporales, subida paulatina de precios de la canasta familiar. Tampoco se considera en su real dimensión problemas como el contrabando, que asfixia a la industria nacional, y la subvención a los hidrocarburos, que implica sangría de recursos económicos, favoreciendo hasta a motorizados “chutos” y actividades ilícitas como el narcotráfico y la minería clandestina.
Por todo eso es urgente eliminar gastos inútiles desde el gobierno nacional.