jueves, mayo 2, 2024
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Remesas de obreros para revoluciones fracasadas

Ante el aparatoso derrumbe del sistema imperialista comunista, políticos populistas de América Latina se propusieron poner a salvo el hundimiento soviético y se apoderaron de gobiernos de sus países para reeditar el frustrado sistema turingio-mongólico, sin que existan condiciones objetivas ni subjetivas para alcanzar ese sueño dorado.

Los flamantes gobiernos del Socialismo del Siglo XXI, lo primero que hicieron fue derrochar las reservas económicas de sus Estados y los condujeron a la crisis permanente y para cubrir el desastre derrocharon dinero a manos llenas, alegremente, hasta convertir países ricos en mendigos, como Venezuela, Argentina, Cuba y otros.

Siendo imposible hacer funcionar el socialismo populista en condiciones atrasadas, los gobernantes socialistas se encontraron frente al colapso y sin dinero, debido, además, a que el aparato productivo quedó paralizado y no pudo ser sustituido por otro. Entonces, al ver que los países revolucionarios entraron en quiebra y sus pueblos en la miseria y el hambre, idearon la forma de tener divisas para importar maquinarias y alimentos. Por ello recurrieron al oro de Moscú y otros, pero la maniobra no progresó, pues ese socialismo se hundió y sus ayudas económicas dejaron de fluir, determinando que los experimentos en Latinoamérica caigan en desgracia y quiebra.

Sin embargo, no faltó imaginación a los caudillos revolucionarios para conseguir ayuda monetaria en dólares. En efecto, inventaron la exportación de seres humanos a todos los países posibles, con el título de profesionales. Estos técnicos ganaban jugosos salarios en sus pueblos de destino, pero con la condición de remitir a sus lugares de origen la mitad o más de lo que ganaban, so pena de severos castigos. Pero, en todo caso, las remesas eran jugosas y los gobiernos populistas sobrevivieron. Otros gobiernos “revolucionarios” hallaron otra solución, es decir, propiciar la fuga de ciudadanos a países ricos, donde pudieron encontrar empleos. Entonces, estos migrantes voluntarios empezaron a enviar remesas a sus familiares, que sirvieron para garantizar la existencia precaria de los gobiernos populistas, como en los casos de Bolivia, Nicaragua y Argentina, cuyos migrantes se sacrificaban y enviaban sus ahorros a sus padres e hijos para que sobrevivan. El caso boliviano no es menos patético. Más de un millón de trabajadores que abandonaron Bolivia en busca de ocupaciones, desde Europa y América envían al año más de mil millones de dólares.

En consecuencia, por esos medios se respalda la sobrevivencia de los gobiernos populistas que, en vez de organizar el trabajo y la producción (que son los únicos que producen riqueza), continúan manteniendo en situación de bancarrota a sus países.

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