Durante las gestiones gubernamentales del MAS IPSP, acaudillado por Evo Morales, que duró más de quince años, se criticó la política de sus antecesores. Sin embargo, tan pronto Morales llegó a la silla presidencial, puso en aplicación antiguas ideas económicas y ofreció que convertiría a Bolivia en una “potencia” en el mundo.
Pero, al contrario de ese ofrecimiento demagógico, Morales, reiteramos, puso en práctica sistemas que tanto habían aplicado gobiernos anteriores. Comenzó a plagiar disposiciones de gobiernos anteriores al año 2006. No hubo medidas, aunque erráticas, que Evo Morales no repitiese, en especial en materia económica.
Empezó aplicando un libre comercio a ultranza, abandonando en los hechos al indígena y a la Pachamama, por lo que proliferaron los casos de discriminación, corrupción, derroche, saqueo de las arcas del Estado, creando numerosas “industrias” (en realidad, fueron elefantes blancos, sin utilidad), organizando viajes de comitivas oficialistas por el mundo, sin motivos valederos, en fin, se incurrió en una cadena interminable de dispendio, de daños a la economía del Estado, sin que esa lista negativa pueda tener fin.
No obstante, lo más destacable de esa política de mano rota fue que ese gobierno de más de 15 años recibió ingentes ingresos, por la exportación de materias primas, dinero que gastó como si fuera de su propio bolsillo. Por ejemplo, llegó a tener más de 15 mil millones de reservas en dólares (RIN), pero los derrochó y apenas dejó un saldo que su sucesor, del mismo partido, hace desaparecer paulatinamente.
Lo cierto es que esa política populista se basaba en importar todo lo necesario y provocar la destrucción de la maquinaria productiva del país por aplicar medidas restrictivas, sin brindarle el apoyo que requiere. Por ello, alimentos, ropa, insumos, herramientas y otros objetos fueron importados en grandes cantidades o ingresaron por contrabando, lo que implicó gastos enormes. Esa política fue criticada incansablemente, señalando economistas, a la vez, que ya otros gobiernos la habían aplicado y que solo servía para empobrecer a Bolivia y convertirla en colonia de potencias extranjeras.
Como efecto de esa politiquería, la clase obrera fue reducida, la clase media empobrecida, los campesinos fueron privados de sus tierras y condenados al exilio. Solo prosperó una minoría con los dólares por la exportación de riquezas naturales. Y quienes se dedican a actividades informales, como el contrabando, el narcotráfico o la extracción irregular de oro.
Como mucho dinero fue destinado a las importaciones y muy poco a la producción interna, hoy el país no cuenta con dólares. A ese jolgorio populista se agrega que la producción nacional es mínima. Lo más grave es que escasean las divisas para importar. Entonces las necesidades de alimentación del pueblo no son atendidas, las industrias no pueden adquirir insumos, repuestos, máquinas, los campos son abandonados, las industrias desaparecen o emigran, el comercio grande es sustituido por los vendedores callejeros, el gas está agotado, etc. En fin, una catástrofe nos amenaza.