Pablo Mollo Lipa
El saber estudiar es importante para la formación personal. En tal sentido no hay individuo que no sepa hacer algo. Pero en la realidad, los estudiantes tienen dificultades en comprender lo que leen y se preocupan más por memorizar los textos orales y escritos, como si fueran poemas, para luego recitarlos mecánicamente. Este proceso no contribuye al desarrollo del pensamiento creativo y crítico.
La lectura es un proceso fundamental por el cual interactúan el lector y el autor del texto, para que con la interpretación surja un nuevo texto. Podemos decir que la lectura es un diálogo permanente entre el lector y el texto.
Una persona que lee constantemente tiene mejores posibilidades para planificar y prever su futuro. En este sentido, formamos el hábito de leer como la mejor práctica que todo estudiante debe consolidar para su bienestar personal.
La vida misma es el escenario de la reflexión. La vida es la imagen de la persona, porque en la realidad, los educandos cuando empiezan a narrar en su primer idioma, expresan mayor confianza al hablar sobre las acciones que desarrollan en la casa, juntamente con sus padres, hermanos, abuelos, amigos, etc.
Por tanto, los estudiantes aprenden a leer e interpretar la vida diaria, a conocer con mayor reflexión y sentido crítico el mundo natural y espiritual, tejido con las costumbres que se va practicando en la casa y la comunidad. Estas experiencias motivan para hacer producciones intelectuales y materiales. Conociendo la vida, los niños se interesan en crear obras técnicas y científicas a partir de su entorno.
Para descubrir y conocer el mundo natural y espiritual, la persona necesita de una interacción de saberes de su medio y debe confluir en la vivencia para hacer frente a la realidad actual. Ahora, para orientar el mundo de la comunidad ha de ser importante desarrollar y practicar la solidaridad. “El que sabe más ayuda a quien sabe menos”. Esa práctica de la solidaridad en las instituciones superiores ha de permitir que los estudiantes fomenten el desarrollo de la unidad para constituir un mundo mejor, sin individualismos ni egocentrismos.
En conclusión, a partir de las experiencias educativas en el aula, los estudiantes aprenden a reflexionar y crear. Teniendo esa concepción es muy importante construir conocimientos a partir de las experiencias vividas. Por esa razón, la vida misma es el escenario adecuado para la reflexión y la creatividad.