martes, abril 30, 2024

Liderazgo

En algunos medios de comunicación, en especial radio-televisivos, con frecuencia se da el título de líderes a dirigentes de diversos colectivos políticos y sindicales, cuando en verdad no lo son. Y es que son dirigentes, pero no líderes. Con objeto de aclarar lo que sostenemos, echemos una mirada a los términos, su significado académico y aplicación a la realidad social.
Se entiende por liderazgo la conducta de un individuo o institución que influye en el pensamiento y quehacer de un colectivo social. Generalmente está apuntado a un individuo calificado de líder. Y según el diccionario de la lengua española, líder es el jefe, guía o conductor de una agrupación o colectividad. Como dice Manuel Ossorio y Florit en su Diccionario de Ciencias Jurídicas, Políticas y Sociales: “el jefe o líder no nace de la elección, sino que se crea a sí mismo, valiéndose de su inteligencia, cultura, dotes oratorias y persuasivas, aunque a veces de su osadía, inescrupulosidad, demagogia”.
Desde los tiempos primitivos, toda agrupación social ha requerido del mando de un individuo de mayores dotes que los demás, e históricamente la sociedad humana ha sido liderada por algunos individuos que la han llevado hasta este tiempo, no siempre por buenos caminos, y muchos de los pasajes históricos cruentos, plagados de dolor y llanto, han sido producto de los excesos de poder del líder y sus errores. En otros casos, el éxito y bienestar han respondido a buenas gestiones de liderazgo.
La Filosofía Política nos enseña que el líder tiene ciertas condiciones personales que le dan autoridad (autoritas en latín), y debe tener autoridad moral para sobresalir en el grupo social, en especial inteligencia para tomar decisiones acertadas. De tal manera que es un conductor, pues conduce, lleva a sus seguidores y al grupo social, a fines predeterminados en programas y planes, que responden a orientaciones ideológicas, que deben responder a los requerimientos de las necesidades del grupo social y para ello está revestido de poder.
El tratadista de Ciencia Política Luis Molina sostiene: “el poder es la preeminencia moral que tienen algunos para regir a otros”, esa preeminencia moral da al líder la autoridad necesaria para tomar decisiones y ser obedecido. En buena medida el líder goza de credibilidad en el grupo social que lidera.
Se suele confundir al líder con el caudillo, éste último está definido como: “el que ejerce poder omnímodo, como el capataz, que manda y ordena a su capricho”. El caudillo, en consecuencia, no responde a planes y programas, sino a su voluntad, que la impone en cualquier circunstancia, que puede ser acertada o errónea. En general, es un autoritario que impone, no acuerda, que manda para ser obedecido, no se sujeta a las normas, sino a su voluntad.
Para algunos tratadistas, hasta hace unas décadas, se definía al poder en general como la capacidad de uno o algunos individuos, de imponer su voluntad, aun contra opositores, disidentes o actos de resistencia, de tal manera que estaba apoyado en el uso de la fuerza. Este uso de la fuerza, puede ser de la fuerza legal establecida en normas y para casos específicos o de la fuerza sin revestimiento legal, que es lo que diferencia al poder ajustado a las leyes y el poder autoritario del caudillo.
Toda sociedad requiere de liderazgo, el cual debe originarse en una elite de individuos dotados de virtudes éticas y conocimientos, que hagan posible la conducción de esa sociedad a fines del bien común y bienestar social. Más aún en estos tiempos, en los que la complejidad de la vida en sociedad es tal, que no deben ser obviadas las virtudes necesarias para un bien liderazgo.
En los dos sistemas hegemónicos de gobierno de los Estados, el individualismo liberal y el colectivismo socialista, el liderazgo es necesario para conseguir las finalidades propuestas en ambos sistemas. Liderazgo que siempre recae en una persona y, paradójicamente, el colectivismo socialista y fascista, está dirigido por un autócrata que acumula poder y lo ejercita por mucho tiempo, cerrando las puertas a la alternancia en el gobierno y las libertades civiles y políticas del pueblo, al que dice representar.
La libertad, como el derecho más preciado del ser humano, debe ser la base fundamental de la sociedad de este tiempo y del mañana, pues es un derecho humano y como tal, proviene de la naturaleza de la que provenimos.

El autor es Abogado, Politólogo, escritor y docente universitario.

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