Víctimas inocentes de las guerras

La aparición periódica de conflictos bélicos entre países, en pleno Siglo XXI, revela que la humanidad no aprende las lecciones dejadas en el pasado por eventos de esa naturaleza que han dejado millones de muertos y heridos, además de sobrevivientes con traumas difíciles de soportar. Hoy las guerras de Ucrania contra Rusia y de Israel contra Palestina asombran al mundo porque se producen cuando hay una gran cantidad de organizaciones internacionales que podrían intervenir para tratar de encontrar caminos que no lleven a la confrontación entre bandos armados, ni a enormes pérdidas materiales y morales.
Sobre la invasión rusa a Ucrania, iniciada en 2022, se sabe que el poderoso ataque militar causó miles de soldados y civiles muertos. Y millones de ucranianos han tenido que emigrar. Además, la guerra ha causado daños ambientales, hasta poner en riesgo el abastecimiento de alimentos para otros países. En el segundo caso, en 1947, después de terminar la II Guerra Mundial, la ONU resolvió que poco más de la mitad del territorio en disputa fuera para Israel, otra parte menor a 50% sería para Palestina, y Jerusalén quedaría como territorio internacional. Pero árabes e israelíes quieren que Jerusalén sea la capital del estado de cada uno.
Por otra parte, Hamás (Movimiento de Resistencia Islámica), mediante las armas quiere expulsar a los israelíes de los territorios palestinos, a fin de establecer un Estado islámico. Por ello, en octubre de 2023, Hamás atacó a Israel, secuestrando a alrededor de 200 personas, llevándolas a la Franja de Gaza. Ese grupo armado inició un ataque contra Israel desde varios lugares en la frontera con la Franja de Gaza. La incursión terrestre y motorizada palestina a territorio israelí, implicó balaceras entre atacantes y defensores, matanzas de civiles, ocupación de asentamientos y recintos militares. La respuesta israelí a ese ataque ha sido intenso, dejando como saldo también miles de muertos y heridos, situación que podría agravarse más por la falta de solución a un problema de larga data.
Lo peor es que la población civil es la más afectada por la guerra y lástima la sensibilidad mundial que entre las víctimas estén miles de niños que son masacrados, generalmente por bombardeos indiscriminados, y que a hospitales lleguen otros menores heridos y con traumas de por vida. Ante tan macabros escenarios que se repiten en nuestros días, como seres humanos solo queda lamentar la debilidad de las instituciones que agrupan a bloques de países y que no han podido lograr que los contendores dejen las armas para entrar en negociaciones.
Ciertamente, es intolerable que la guerra siga siendo aplicada como medio para dilucidar controversias por territorios o hegemonía política, sin considerar que muchos otros problemas, como los que son ocasionados por el cambio climático y que afectan al planeta, o los actos impunes de gobiernos autoritarios, demandan urgente atención.