Quienes la recuerdan, seguramente mantienen la imagen de la periodista cultural que nos ofrecía primero reportes en los noticieros y luego en el programa El Ojo del Alma, que estuvo siete años en la pantalla nacional.
Luego, Paula Valdez decidió marcharse a España, según dijo, porque sentía que necesitaba conquistar aquella tierra que siempre la cautivó. Hace algunos días hablamos con ella y parece que su objetivo se está cumpliendo.
Lleva siete años viviendo en Madrid, donde nunca ha dejado de ejercer su profesión de comunicadora social. Al principio, reportando la actividad de los bolivianos en el viejo mundo desde las pantallas de RTP, a tiempo de poner en marcha su proyecto sociocultural, con el que consiguió visibilizar el folklore de Bolivia, Latinoamérica y África, organizando el primer Festival que tomaba el pleno centro de Madrid, bajo el nombre de Raza y cultura.
“Siempre he creído que la mejor manera de crecer como humanidad es tender puentes entre las diversas culturas… conocernos, valorarnos y ofrecer lo mejor de cada una, para incluso generar nuevas opciones. Madrid me ofrece la posibilidad de conocer gente tan diversa y de tantas partes del mundo, que creo que es el lugar ideal para contar lo que los bolivianos podemos ofrecer”, cuenta.
En este sentido, la comunicadora ha organizado varios eventos donde nuestra cultura ha sido apreciada por el público internacional, en diversos escenarios de la capital española.
La “prima india”
Además de promocionar nuestra cultura, Paula es también una gran aficionada al arte flamenco, un género que conoció en su niñez, y que la ha marcado tanto, que eligió España para iniciar lo que ella llama “la segunda temporada de su vida”.
“El flamenco es algo que no puedo explicar con palabras. Me despierta memorias ancestrales, me eleva y me sana. Sólo siento algo similar cuando escucho unos Khantus de Charazani. La fuerza y el poderío de mi raíz”, afirma.
Al principio, era sólo una aficionada que no se perdía espectáculo y los artistas flamencos comenzaron a ubicar a esta boliviana a la que llamaban cariñosamente la “prima india” y, poco a poco, se acercó a los círculos artísticos desde su actividad periodística, hasta que el año 2018, la contratan como directora artística de uno de los tablaos más reconocidos de Madrid: El Candela, un lugar de culto para los artistas, y por donde han pasado las figuras más grandes del mundo flamenco.
Durante un par de años, se encargó de organizar los espectáculos para el tablao, con reconocido éxito. Con el paso de la pandemia, todos los espacios turísticos se vieron afectados y El Candela no fue la excepción, pero entonces, Paula decidió lanzarse con proyecto propio y puso en marcha otro de sus sueños, su empresa actual: Alma Producciones.
Del 6 de agosto a la Gran Vía
Con la productora en marcha, no sólo programó un sinfín de espectáculos flamencos, brindando asesoramientos personalizados para artistas en temas de marketing y comunicación o producir piezas audiovisuales, sino también gestionar eventos para los artistas bolivianos, como el más reciente que tuvo como protagonista al guitarrista Gabo Guzmán, al que llevó de Ginebra a Madrid para unir su talento con el de varias cantantes bolivianas residentes en España, así como otras internacionales.
Pero el éxito más reciente de la periodista y gestora cultural es, sin duda, su incursión en el mundo del management artístico, al que entra de la mano de uno de los bailaores flamencos más visibles en el panorama actual: Manuel “El Carpeta”, el más joven de la dinastía de Los Farrucos, una reconocida estirpe flamenca de Andalucía.
LG: ¿Por qué decides convertirte en “manager”, tan lejos de tu tierra natal?
P: Porque así estaba escrito el guion, como todo lo que me pasa en la vida. Soy una creyente en la teoría de las infinitas posibilidades y mi vida se basa en la fe, por eso no me es muy difícil aceptar lo que el camino me va poniendo delante.
Cuando Manuel me propuso trabajar juntos de esta manera, no lo pensé mucho y sentí que era un buen momento para permitirme entrar a otra etapa de aprendizajes y desafíos. Recordé la primera vez que lo vi, en un video de YouTube, hace muchos años ya. Él era un niño pequeño, pero bailó con tanta intensidad, que yo no podía parar de llorar al verlo. Ese día entendí un poquito más el flamenco.
¡Quién me hubiera dicho entonces que hoy hablaría 10 veces al día con él para coordinar todos los espectáculos que tenemos este otoño!
LG: Pero hay uno particularmente importante. ¿por qué?
P: ¡Sí! Importante y muy especial para ambos. Para él, será la primera vez que se presenta en solitario en la capital, porque siempre que ha venido, lo hizo con sus hermanos mayores, los gigantes bailaores Farruquito y El Farru. Y para mí, porque será la primera vez que dirijo la producción de un espectáculo en uno de los teatros más grandes e importantes de Madrid, ¡y en plena Gran Vía! Es un desafío muy, muy grande y además es muy significativo, porque llegar aquí no es fácil para los propios españoles, y aquí estoy yo, con mi equipo multicultural, listos para enfrentar el reto.
LG: ¿Cómo reciben a una boliviana en un mundo tan particular como el del flamenco?
P: Con todo el amor. Durante el tiempo que llevo trabajando con artistas flamencos, no he sentido rechazo ni cuestionamientos de ningún tipo, todo lo contrario. Hay quienes me preguntan si soy gitana y se sorprenden cuando les digo que soy de Bolivia, que mis ancestros son Incas y que tengo adoración por mi tierra. (De ahí mi apodo, India)
Otros me agradecen por valorar su arte viniendo de tan lejos, y muchos me dicen que quieren conocer mi país y presentarse allá. Ese es otro sueño que tengo pendiente.
Pienso que ellos sienten el inmenso cariño y respeto que tengo por este arte y retribuyen de la misma manera, por eso aquí me siento como en casa y tengo el sueño, otro más, de tejer caminos de encuentro entre mi mundo boliviano y mi mundo flamenco. Mientras tanto, sigo caminando agradecida. ¡Los sueños se cumplen!
