viernes, mayo 10, 2024
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La historia de Los Fabelman

Con una carrera que abarca cinco décadas, el director Steven Spielberg ha producido una de las filmografías más queridas, transformadoras y diversas de la historia que abarca de Jaws, a E.T.; de Raiders of the Lost Ark, a Jurassic Park; y de Schindler’s List, a MunichThe Post. Sin embargo, en cada una de sus películas, ya sean fantasías extravagantes sobre encuentros cercanos con maravillas espectaculares o reflexiones morales de la historia, Spielberg ha compartido algo sobre sí mismo y su pasado. Poco después de West Side Story, su primer musical, Spielberg vuelve con otro tipo de fábula sobre los niños de los Estados Unidos de mediados del siglo XX que luchan por encontrar su lugar en el mundo; una saga sobre el camino que se recorre hacia la mayoría de edad sacada de su infancia, que cuenta el origen de su vida cinematográfica.
“La mayoría de mis películas han sido una reflexión de aquello que me ha sucedido en mis años de formación”, afirma Spielberg. “En todo lo que hace un cineasta, aunque el guion sea de otra persona, tu vida se va a terminar saliendo en el celuloide, te guste o no. Siempre termina pasando eso. Pero en Los Fabelman no se trataba de la metáfora: se trataba de la memoria”.
Afirma que es una película en la que estuvo pensando mucho tiempo. Sin embargo, no consideró seriamente ejecutar el proyecto hasta que empezó a desarrollar un profundo vínculo con Tony Kushner, el dramaturgo y guionista cuya propia obra transformadora le ha valido un premio Pulitzer, premios Tony y Emmy, y nominaciones al Óscar®. A lo largo de 16 años de entrevistas intermitentes, intensas conversaciones y sesiones de escritura que Spielberg solo compara medio en broma con sesiones de “terapia”, convirtieron las experiencias determinantes de su infancia en la ficción de Los Fabelman.
“No habría podido ser el coautor de esta película sin alguien a quien realmente admiraba y adoraba y que me conocía tan bien, y a quien yo quería y respetaba tanto, y esa persona resultó ser Tony Kushner”, relata Spielberg. “Lo único que importaba era que pudiera abrirme a alguien, desempacar todas mis maletas delante de alguien y no sentirme nunca avergonzado o incomodo”.
Su colaboración comenzó con una explosión —o mejor dicho, mientras esperaban una. Una noche de otoño de 2005 en Malta, mientras el equipo de Munich trabajaba cuidadosamente para cablear un set con explosivos para que Spielberg pudiera hacerlo explotar, Kushner decidió hacerle la siguiente pregunta: ¿Cuándo decidiste que querías ser director de cine? Su interés iba más allá de pasar el rato. Kushner —quien cita a Close Encounters of the Third Kind como una de sus películas favoritas— llegó a su primera colaboración como una especie de admirador famoso en la alabada y legendaria obra de teatro en dos partes de Kushner titulada Angels in America, que incluye un momento audaz y divertido en el que el personaje principal contempla el descenso de un ángel y bromea con asombro: “Muy Steven Spielberg”.
Kushner no sabía lo personal que era su pregunta ni a dónde les llevaría la respuesta. “Él me contestó: ‘Te voy a contar un secreto’”, expresa Kushner, “y me contó la historia que es la esencia de Los Fabelman”.
La historia que Spielberg contó esa noche en el set de Munich comenzó en 1952, cuando, a los seis años, Spielberg vio la obra The Greatest Show On Earth de Cecile B. DeMille en el Fox Theater de Filadelfia, una experiencia que lo llenó de un asombro que exigía una respuesta, una que inevitablemente lo llevó a hacer sus propias películas. La experiencia culminó en su adolescencia —, en el medio de una pasión cada vez más intensa por el cine— , con otro asombroso encuentro, esta vez con John Ford, el legendario director de Stagecoach, The Searchers y The Man Who Shot Liberty Valance, quien efectivamente da la patada inicial a la carrera de Spielberg con un simple pero profundo consejo y un brillante mandamiento.
Y entre una y otra cosa, Spielberg le contó a Kushner de sus padres: Arnold Spielberg, un pionero en el diseño informático; y Leah Adler, una talentosa música, y de cómo sus valores y personalidades —su papá, el técnico brillante; su mamá, la artista apasionada— conformaron su carácter y su identidad artística. Describió el drama de la migración de su familia hacia el oeste del país durante su adolescencia, de Nueva Jersey a Arizona y a California, y compartió ese secreto, la razón de la bifurcación del matrimonio de sus padres y su eventual divorcio, y cómo el dolor y el aprendizaje que surgieron de esa revelación han influido en su visión de las personas y en su forma de contar historias.

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