viernes, mayo 10, 2024
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Cayó el Sombrero Luminoso

 

Como si del colofón de una tragicomedia se tratara, este pasado 7 de diciembre, la opinión pública peruana fue sorprendida por un mensaje presidencial, en el que se ordenaba el cierre del Congreso de la Nación, y la instalación de un gobierno de emergencia siguiendo, a pie puntillas, el mismo paso que diera hace veinte años su preso estrella, el expresidente Alberto Fujimori, paso que le costó el fin de su largo mandato constitucional y su presidio hasta nuestros días.

Sin embargo, ambas realidades, aunque parecidas, son muy diferentes, ya que el presidente Fujimori cuenta todavía con una considerable popularidad, gracias a esa victoria en la guerra contra el terrorismo de Sendero Luminoso, que le costó al Perú, entre los años 1980 y 2000, cerca de setenta mil muertos. El fruto de esa proeza fue adquirido por su hija Keiko, quién representa actualmente al 48% del electorado peruano y mantiene una considerable fuerza parlamentaria.

Asimismo, la diferencia abismal entre ambos acontecimientos políticos radica en la incuestionable valentía del Samurái peruano, para enfrentar estos hechos, cosa  que lamentablemente no se dio en el caso de Castillo, cuyo ex primer ministro, Guido Bellido aseguró, que el depuesto mandatario «no recuerda» haber leído el mensaje a la nación en el que ordenó el cierre del Congreso, e insinuó que pudo haber sido drogado para hacerlo, indicando que no duda en calificar el mensaje leído por Castillo, como un golpe de Estado, por lo que desearía saber quién lo  escribió. Por la droga, que pudo tratarse de cocaína, y por lo del “golpe de Estado”, sería bueno aclarar que cualquier injerencia boliviana, es mera coincidencia.

Debido al mal manejo económico; los escándalos de corrupción; los obscenos fraudes electorales organizados desde el poder, como en Ecuador y Bolivia; etc., los partidos del Foro de Sao Paulo han ido perdiendo espacio y, como lo sucedido en el Perú, la justicia argentina acaba de condenar a la vicepresidenta Cristina Kirchner a seis años de prisión y la inhabilitación perpetua de ejercer cualquier función pública, ello contribuirá al fortalecimiento de la cordura y al deseo de acabar con el crimen organizado, encarnado en el Foro de Sao Paulo; en el Socialismo del Siglo XXI; en el Grupo de Puebla y otras entelequias aún  vigentes, que nacen con otro discurso: la toma de todas las instituciones del Estado, no sólo del poder ejecutivo, a través de la legitimidad que les da el fraude en las urnas.

Ahora bien, el fin de estas estructuras no será nada pacífico y su furia, como sus pataleos de ahogado, se harán sentir en vastas zonas del territorio nacional, especialmente en el Oriente, donde sus quemas, avasallamientos y abusos de toda índole, encontrarán una seria resistencia civil a sus tropelías.

Entretanto, esperamos que Manuel López Obrador, actual presidente de México y capitoste de esos organismos agonizantes, instruya a sus embajadores instalar sus residencias colindantes a las de los gobernantes cómplices de la región, a fin de facilitar su huida y evitar el envío de costosos vuelos oficiales, como el que se dio en noviembre de 2019, y últimamente, cuando cayó el Sombrero Luminoso.

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