El censo importa mucho para lograr el desarrollo del país

El anuncio de que el Censo Nacional se efectuará en el año 2024 y no en este año, ha provocado diversas reacciones. Evidentemente, un “levantamiento” de información sobre lo que es el país y mucho de lo que se espera para el futuro, tiene que ser en tiempo establecido por criterios técnicos, pero transparentes. En ningún caso se puede aceptar que el censo sea realizado con fines políticos, como pretende el MAS, con el objetivo de consolidar votos a su favor en regiones donde no ha ganado aceptación hasta ahora. Tampoco se puede admitir una demora a su gusto que le permita planificar maliciosamente la manera de obtener datos que favorezcan al partido oficialista. El censo es, innegablemente, una especie de piedra angular que permitirá establecer realidades y sobre esas bases planificar el futuro siquiera a 20 años o, mejor, a 30 o 50. Esto implicaría dar la seriedad debida a un acontecimiento que puede ser decisivo, en lo inmediato como mediato.
Para tener ideas claras –especialmente en la población que conoce muy poco de censos o estadísticas– es importante que la Dirección Nacional de Estadística y Censos (si aún funciona…) dé a conocer con qué datos o elementos de juicio contamos hasta ahora, en qué podría basarse el gobierno para fijar el año 2024 como fecha apropiada para el censo y no tener que atenerse a “cábalas o adivinanzas para que la población haga sus cálculos”, cuando se sabe que un hecho tan trascendente no puede supeditarse al “por si acaso” o a ideas fantasiosas. Debemos dejar de lado simples suposiciones, teniendo en cuenta inclusive que un censo implica una serie de contingencias y preparativos. Supuestos sobre cálculos electorales y otros detalles forzosamente ingresan en el campo de la política, donde se trata de definir quiénes podrían ser protagonistas de resultados post elecciones. Con seguridad, esas estimaciones hicieron tanto el gobierno, su partido y las tiendas partidistas que buscan afanosamente llegar al poder.
No es oportuno hacer suposiciones sobre consecuencias y resultados de una convocatoria electoral, sino valorar lo que significarán los datos emanados del censo, especialmente si se tiene en cuenta su valor para definir lo que vaya a suceder. Es importante considerar que nuestra condición de pobreza no permite realizar este tipo de consultas cuantas veces sea necesario y, por ello mismo, se espera que los resultados logrados sirvan al país por muchos años y que el censo sea instrumento de confianza, tanto a nivel interno como externo. La información recogida debe estar avalada por la honestidad y seriedad del gobierno y sus instituciones.
El censo no puede ser instrumento de un partido político y menos del régimen que esté en ejercicio. Se trata de un acontecimiento que implica desarrollo, progreso y entendimiento de nuestras realidades. Lamentablemente, vivimos muchas veces que, por conveniencias de los partidos políticos, tales datos son aprovechados para su propio beneficio y jamás del país, por lejanas que estén las elecciones generales. Pero ningún partido, menos el MAS y el gobierno deberían aprovechar una situación que es coyuntural. Los intereses y conveniencias del oficialismo no son de interés de todos los bolivianos, que sí tienen plena convicción de lo que es el país y su futuro.