domingo, abril 28, 2024
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Santa Cruz: las incógnitas del porvenir

Varias personalidades, tanto políticas como intelectuales, se han dedicado en los últimos tiempos a ensalzar eufóricamente los adelantos y logros del departamento de Santa Cruz, y concretamente los de su capital. Esos ensalzamientos tienen básicamente dos componentes: 1) el recuento histórico de los éxitos ya alcanzados y 2) las perspectivas deseables para el porvenir. La alegría y el optimismo que en muchos causa hablar sobre la gran ciudad oriental los han llevado a pensar que el modelo cruceño podría ser la panacea para salvar Bolivia y a pronosticar un mañana que, al menos para todos los que creemos tener un buen corazón, es sin duda deseable. Pero los deseos humanos no siempre se realizan porque muchas veces no están ajustados a las posibilidades de un análisis frío y racional. En este sentido, lo que se necesitaría sería un análisis crítico en el marco de una realidad objetiva: la conflictiva sociedad boliviana.
Me refiero concretamente a dos trabas no menores que en el futuro mediato podrían significar severos obstáculos para el desarrollo de la linda metrópoli oriental: 1) la trivialidad de su estamento político y 2) la creciente conflictividad social y política, la cual es resultado de su protagonismo cada vez mayor. Sobre estas dos amenazas poco o nada se ha hablado hasta el momento. Lo curioso es que ni los más conspicuos intelectuales cruceños que escriben diariamente en la prensa han ensayado una mirada crítica sobre los peligros que podría enfrentar Santa Cruz si sigue cobrando protagonismo político en Bolivia.
La primera de las trabas apuntadas en realidad ya la está padeciendo. Tanto sus autoridades principales (gobernador, alcalde, asambleístas departamentales y concejales) como su Comité Cívico (que en Santa Cruz es una organización política) carecen de perspectivas de largo aliento, de ideas claras en cuanto a institucionalidad y de una propuesta social que abarque al resto de los departamentos del país. A ello hay que añadir que los asambleístas nacionales que representan a Santa Cruz tampoco han demostrado hasta el momento una propuesta integradora con la que puedan sentirse identificadas las regiones que no son del oriente nacional. En realidad, el factor común de todo el estamento político cruceño es el conservadurismo nacionalista (la “nación camba”) que deviene regionalismo excluyente, para algunos sectores —como el aimara— harto repudiable. Todas esas características podrían jugarle muy en contra en la hora de conformar un bloque político nacional integrador, dotado de ideología liberal y que abarque genuinamente a los nueve departamentos.
La otra traba todavía está en ciernes, pero podría ser incluso más peligrosa que la primera. Si La Paz ha quedado postergada como ciudad, se debe, además de su orografía difícil y encaprichada, a que es sede de gobierno, por tanto centro de las manifestaciones y disputas políticas. Esas manifestaciones violentas que casi diariamente cortan arterias, cierran oficinas, espantan empresarios e interrumpen la armonía, no las conoce (todavía) Santa Cruz. En gran medida, es la perpetua conflictividad paceña la que está haciendo que muchos empresarios, artistas y gente de talento en general estén decidiendo migrar a otras regiones de país o al exterior. Hace unos días, el 26 de septiembre, Santa Cruz ya vivió una marcha más o menos masiva de personas que se oponían a los paros y el cabildo, una marcha poco violenta pero que obligó a cerrar vías y negocios.
La todavía baja conflictividad en la urbe cruceña se puede ver acrecentada en el tiempo debido a la migración masiva occidente-oriente. Se sabe que el occidental de tierra alta posee otra mentalidad respecto a la manera de resolver los conflictos políticos, una manera que muchas veces está ligada con la presión extrema y, por tanto, con la violencia en las calles. Es un fenómeno de cultura política que difícilmente será desarraigado; los migrantes occidentales que eventualmente vayan a radicar en Santa Cruz no cambiarán de mentalidad respecto a las formas de cómo conseguir sus anhelos políticos, pues el roce de culturas colla-camba no producirá una síntesis al menos en un par de décadas más. Es por eso que eventualmente podrían producirse escaramuzas políticas cada vez más intensas y numerosas. Si Santa Cruz quiere el poder político, debe tener en cuenta que podría afrontar serias contingencias referidas a los disturbios y las manifestaciones como se producen todavía hoy en las calles de La Paz.
Repito que mi deseo, como el de todos los de buena voluntad, es que la ciudad oriental se siga desarrollando. Pero para este fin es necesario pensar más fríamente, sin hacer tantas alharacas.

El autor es profesor universitario.

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