jueves, mayo 9, 2024
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Sonríe o, mejor, ríe

En este tiempo tan angustiante, cuando seguimos con expectación la aparición de enfermedades como el coronavirus, sus variantes, la viruela del mono, así como la guerra en Ucrania, cuyas consecuencias afectan a muchos países, no podemos dejar de buscar motivos para sonreír o, mejor, reír. Como entendidos en el asunto afirman, las carcajadas son beneficiosas para la salud, además que nos liberan del temor, la angustia, la ira, contribuyendo a un positivo cambio de humor.
Por ello, presentamos textos breves para causar tal efecto.

HOMBRE DE COLOR

Querido hermano blanco:
Cuando yo nací, era negro.
Cuando me da el sol, soy negro.
Cuando estoy enfermo, soy negro.
Cuando muera, seré negro.
Y mientras tanto, tú:
Cuando naciste, eras rosado.
Cuando creciste, fuiste blanco.
Cuando te da el sol, eres rojo.
Cuando sientes frío, eres azul.
Cuando sientes miedo, eres verde.
Cuando estás enfermo, eres amarillo.
Cuando mueras, serás gris.

Entonces, ¿cuál de nosotros dos es un hombre de color?

Este texto es de Léopold Senghor, poeta y político que llegó a la jefatura del Estado de Senegal. Además, fue catedrático de Gramática, ensayista, y miembro de la Academia Francesa.

SI ELLA…
Si la persona que amas tiembla cuando la abrazas…
Si sientes sus labios ardientes como las brasas…
Si percibes que se agita al respirar…
Si hay en sus ojos un brillo especial…
Hazle un caldo, tiene gripe.
(De autor anónimo),

OH, LA VEJEZ
Después de algunas compras en Wal-Mart, salí y fui caminando al estacionamiento. Busqué las llaves de mi carro. No estaban en las bolsas de mi pantalón. Una búsqueda rápida en el súper, y nadie las había visto o encontrado. De repente pensé que tal vez las había dejado puestas en el carro.
Mi esposa había peleado muchas veces para que no dejara las llaves pegadas dentro del carro. Su teoría es que el carro podría ser robado si se deja las llaves puestas.
Cuando fui al estacionamiento, llegué a una conclusión terrible…
La teoría de mi esposa era correcta. Busqué y busqué y el carro no estaba en el estacionamiento. Inmediatamente llamé a la policía.
Les di mi ubicación, descripción del carro, dónde había estacionado, etc. También confesé que había dejado las llaves en el carro puestas y que había sido robado.
Empecé a caminar a mi casa. Entonces hice la llamada más difícil de todas…, a mi esposa. “Amooor (tartamudeé; siempre le digo «Amor» en momentos como este); dejé las llaves en el carro… y me lo robaron». Se hizo un gran silencio.
Pensé que la llamada estaba distorsionada, pero luego escuché su voz. Ella gritó: “¡Yo te llevé, baboso, y te dejé en Wal-Mart!».
Ahora era mi momento de guardar silencio. Avergonzado y feliz también, dije: “Bueno, entonces ven a buscarme».
Gritó de nuevo: “Lo haré, tan pronto como convenza a este policía, de que no robé tu auto».
(De autor anónimo).

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