sábado, mayo 18, 2024
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Hay que apurarse, sino…

Sacando un poco de cuentas, las niñas y niños que entren hoy al sistema educativo completarán la educación básica hacia el año 2030 y trabajarán en la segunda mitad del siglo que, probablemente, será muy diferente a ésta, desde el punto de vista económico, social y cultural.
Esta aseveración me genera preocupación, un poco ¿o bastante?, sobre si para lograr lo que nos depara el futuro mediato (30 años), ¿los graduados podrán dar respuesta a la demanda del mundo laboral, con los planes de estudios, mallas curriculares vigentes hoy en los diferentes niveles de educación, al menos en América Latina?
¿Qué habilidades solicitan hoy las empresas? Pensamiento crítico, comprensión, comunicación, coordinación, percepción social, escucha activa y resolución de problemas complejos, acompañado de competencias digitales y, en particular, aunque parezca sencillo: la habilidad de saber leer y escribir. Otros “ingredientes” serán la conciencia cultural, el lenguaje y la adaptabilidad.
Respuesta anterior que nos traslada a la interrogante siguiente: ¿Será, entonces, necesario revisar, al menos en las asignaturas de formación general, de los primeros años, e inclusive enseñanza media y superior, si el estudiante adquiere al menos las competencias (duras y blandas) básicas necesarias?
Por ejemplo: Para la enseñanza de la Matemática (considerada una ciencia exacta), aún muchos docentes toman como libro de cabecera el Algebra de Baldor (su primera edición data del año 1941), cuyos contenidos diría que se mantienen, aunque sí han cambiado nuevas técnicas de enseñanza-aprendizaje, enfoques, etc.; ¿acaso esta disciplina debería ser revisada, siendo lo primordial su aplicación, entiéndase Matemática Aplicada o una nueva asignatura denominada Resolución de problemas?
Ampliemos un tanto, para evitar que suene “la alarma” entre académicos, curriculistas y otros, bajo la “sombra” de la tecnología de la información y la comunicación (TIC), donde las redes se las ve sobresaturadas de información.
A lo anterior sumo la incorporación de ejes transversales –considerados instrumentos globalizantes de carácter interdisciplinario que recorren la totalidad de un currículo y, en particular, la totalidad de las áreas del conocimiento, las disciplinas y otros temas–, con la finalidad de crear condiciones favorables para proporcionar a los alumnos una mayor formación en aspectos sociales, ambientales o de salud. Pongamos un ejemplo, abordando el tema Comprensión.
Hablar de comprensión, proveniente del verbo comprender, entiéndase “la habilidad de pensar y actuar con flexibilidad a partir de lo que uno sabe”; otra acepción en el plano educativo: “lo que se aprende debe ser internalizado y factible de ser utilizado en muchas circunstancias diferentes dentro y fuera de las aulas, como base para un aprendizaje constante y amplio, siempre lleno de posibilidades”, luego ¿a qué disciplina en particular le correspondería o debiera ser abordado por más de una? La comprensión no es solo de la lectura, también deben ser comprendidas las imágenes (fotos, videos), lo que se escucha, los diferentes algoritmos (Definición: Conjunto ordenado de operaciones sistemáticas que permite hacer un cálculo y hallar la solución de un tipo de problemas), elemento vital en la informática.
Entonces, ¿lo asumimos todos los docentes, las instituciones y lo que ello implica, para una adecuada comunicación? De no existir comprensión en el mundo actual y como meta antes que finalicen los primeros 50 años de este siglo, con dificultad nos podremos entender.

El autor es Licenciado en Pedagogía.

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