¿Existe el elixir de la eterna juventud?

Como todos sabemos la juventud es la época espléndida y radiante de la vida con sus sobresalientes facultades físicas e intelectuales, en la que nos consideramos capaces de grandes empresas, atesoramos muchas ilusiones y hasta soñamos despiertos. Es la edad más propicia e indicada para toda clase de realizaciones de muy diverso tipo: educativas, culturales, intelectuales, formativas en general, deportivas, sociales, espirituales e iniciales en cualquier profesión o carrera.
Pero los años pasan rápidos, demasiado veloces como conocemos por nostálgica experiencia, y desde la ancianidad nos gusta evocar en nuestra imaginación aquellos seductores tiempos en los que teníamos pocos años y muchas esperanzas e ilusiones y nos sentíamos capaces de hacer grandes cosas.
Casi sin darnos cuenta y muy enfrascados con los trabajos, problemas, luchas y preocupaciones de la vida, llegamos a los 60 y más, apreciando nuestra condición de mayores con realismo. En esta etapa de la “edad de oro” hemos perdido muchas facultades y hasta salud en bastantes casos. Las proezas deportivas son ya recuerdo del pasado. A veces nos invaden la melancolía, la tristeza y hasta la depresión. Es una carrera inexorable hacia las metas del más allá.
A finales del Siglo XIX y primeras décadas del XX estuvieron muy de moda los “elixires”, que eran en teoría como un maravilloso producto para la salud e incluso para conseguir el anhelado rejuvenecimiento. Los de mayor confianza no pasaban de ser un complejo vitamínico con minerales que, tomados periódicamente y durante una temporada, producían beneficiosos efectos para la salud, suministrando más energías y vitalidad con lo que esto conlleva de alegría y buen humor. Por otro lado, la Medicina Natural que tan de moda está en nuestros días con una multiplicación de herbolarios en nuestras ciudades, ha existido desde la antigüedad con muy eficientes resultados.
Lo que sí cabe ampliamente es practicar una vida sana de cuerpo y alma, con todos los relevantes beneficios y satisfacciones que esto reporta, siguiendo las normas y consejos de la higiene para cada circunstancia y, al mismo tiempo, realizando una agradable y sugestiva actividad voluntaria, de acuerdo con las condiciones, gustos, aficiones y vocación de cada persona. Porque la terapia de la venturosa ocupación es un estupendo remedio para combatir el aburrimiento y toda clase de depresiones y tedios harto negativos.
La persona de la “edad de oro” con su mucho saber, entre otras cosas por la gran experiencia acumulada durante muchos años de existencia, aparte de los conocimientos y enseñanzas adquiridas de su antigua profesión, estudios, lecturas, viajes, trato social, etc., puede ser enormemente útil y beneficiosa para la sociedad en la que vive de muchas formas, con independencia de hacer la felicidad de los suyos; como, asimismo, realizando aficiones favoritas.
En resumen, envejecer practicando una vida activa e, incluso, deportiva, dentro de los límites de la prudencia, ayuda enormemente a sentirse joven de espíritu y estar henchido de ilusiones en nuevas empresas y aventuras. En última instancia, es una manera de estar en condiciones y dar a la existencia un estilo venturoso. Hagámonos viejos lentamente, pero siendo lozanos de alma y corazón.