sábado, mayo 18, 2024
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Acerca de nuestra realidad

El país, con las arcas casi vacías, está a punto de pedir SOS a organismos financieros internacionales. Esta situación ya fue advertida hace rato. “Bolivia requerirá recursos externos para dinamizar el mercado interno, es decir para el sistema financiero, las familias y el Gobierno, debido a la reducción de ingresos que sufrió, al igual que todos los países”, dijo, en enero del 2021, el analista económico, José Gabriel Espinosa.
Entretanto, los nuevos ricos hacen de las suyas. Muchos se han enriquecido, a título del proceso de cambio. Éstos que, amparados por quienes detentaron el Poder, en el pasado mediato, surgieron enarbolando pendones socialistas. Manipulando el discurso de igualdad social. Y con una marcada fobia al coloso, de cincuenta estrellas. Con pretensiones de imponer inquietudes contrarias a la inversión privada. Que intentaron conducir, en el marco de sus intereses particulares, el destino nacional.
Tienen poder político y económico. Perciben fabulosos haberes, en desmedro de la economía nacional. Que superan, inclusive, al salario mensual del presidente de la República. Viven en la Jauja. Con voz y voto para imponer sus objetivos sectoriales. Si están con el proceso, ¿quién contra ellos?
Quienes pregonaron la igualdad social, tienen, por lo visto, a sus nuevos ricos. Con fortunas que fueron amasadas, succionando los recursos del erario nacional. Ellos representan a los tiempos democráticos que hoy se imponen. No se movilizarán en defensa del sistema de libertades, como lo hicieron nuestros antecesores, sino de sus mezquinos afanes.
Ellos fueron los “niños mimados”, o privilegiados, de este proceso denominado de cambio. Que hicieron de la política, en democracia, restituida hace aproximadamente 40 años, gracias al esfuerzo del conjunto ciudadano, una manera de acumular fortuna. Una fuente de enriquecimiento cuestionado. En absoluto.
La pobreza, el desempleo y la informalidad, golpean, por otra parte, a importantes conglomerados humanos, tanto del oriente como del occidente boliviano. Una realidad que refleja el rostro sufriente del ciudadano de a pie. El del pueblo boliviano, que se esfuerza, pese a los problemas que conllevan austeridad, por alcanzar mejores condiciones de vida. Ese rostro no ha cambiado, no obstante que se registró, entre el 2004 y 2014, la bonanza económica, que jamás se haya visto en la historia. Fue una época del auge gasífero. El precio del barril de crudo, en el mercado internacional, había alcanzado más de 100 dólares, llegando inclusive a 150, que favoreció, obviamente, al valor del gas natural, que exportaba Bolivia. Y a partir del 1015, debido a la caída del precio, se advirtió, el declive de la economía nacional.
Una situación que fue agudizada, como consecuencia de la paralización de actividades económicas, durante el brote del coronavirus. Recordemos que, en este periodo, 300 industrias cerraron actividades, dejando cesantes a un numeroso contingente de trabajadores. Se indicó, a fines del 2020, que en el país existían 400.000 personas desempleadas.
La Comisión Económica para América Latina y el Caribe, en su informe anual Estudio Económico de América Latina y el Caribe 2022, sugirió asumir políticas macroeconómicas, para la reducción de la pobreza y la desigualdad.
En suma: es necesario e imperioso trabajar a favor de los necesitados.

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