sábado, mayo 18, 2024
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Juntos podemos construir

Juntos, deponiendo actitudes mezquinas, podemos construir un futuro mejor, de cara al Siglo XXI. Valorando, prioritariamente, la vida y respetando los derechos humanos. Restañando heridas y aunando esfuerzos entre públicos y privados, oficialistas y opositores, orientales y occidentales. Dictando amnistía y liberando presos políticos. Escuchando las repercusiones de organismos internacionales sobre nuestra realidad política. Sin poner condiciones ni zancadillas a quienes gobiernan. Asumiendo, en definitiva, la reconciliación nacional.
Entonces estaríamos transitando hacia la transformación nacional en democracia. Estaríamos construyendo un paradigma político que jamás se haya registrado hasta ahora. Ese sería el orgullo y el mayor logro de los que guían la nave del Estado. La memoria histórica los acogería con letras de oro.
“Para alcanzar los bienes de la independencia y de la organización del Estado que se me había confiado, no he hecho gemir a ningún boliviano, ninguna viuda, ningún huérfano sollozan por mi causa y he levantado de suplicio una porción de victimas condenadas por la ley y he señalado mi gobierno por la clemencia, la tolerancia y la bondad”, afirmó, con solvencia moral, el Mariscal de Ayacucho, Antonio José de Sucre, a tiempo de declinar a la presidencia de la República. Pero nadie, luego ni mucho menos después, tuvo la jerarquía política para emularlo. Muchos ruines, manchados de sangre y cargando cadáveres sobre sus espaldas, abandonaron el Poder, sin haber rendido cuentas ante la historia ni ante los hombres.
No debemos jugar con los destinos nacionales. Tampoco aprovechar la coyuntura democrática para fines particulares. Tenemos gente que viene detrás de nosotros, hijos, nietos y bisnietos, quienes revisarán nuestro pasado, oscuro o transparente, constructivo o destructivo. Habría que trabajar pensando en ellos. Habría que legarles un mañana llevadero, en lo posible, no un mañana desastroso que profundizaría la pobreza, el hambre y la miseria. Tendríamos que optimizar, de manera urgente, la salud y la educación, dos aspectos que tienen mucho que ver con la formación de nuestros niños y jóvenes.
No deberíamos recluirnos, tozudamente, en nuestros criterios. Deberíamos ser más amplios y prestar oídos a derechistas e izquierdistas, a radicales y moderados, en la búsqueda de soluciones para los grandes problemas de Bolivia. Todo ello en aras del bien y progreso nacional. Nuestro objetivo inmediato debería ser la modernización de la nación, la lucha contra la pobreza y generar empleos, con la intervención de los privados, para devolver la esperanza y mejores condiciones de vida a los desocupados. Tratar de abaratar, al mismo tiempo, el costo de la canasta familiar, a favor de la población de escasos recursos.
Todo sea por el bien de la Patria, por el bienestar social de nuestros semejantes. Hagamos un alto en la ajetreada agenda política, y reflexionemos, seriamente, sobre los días que vendrán, en medio de la invasión desatada por Rusia sobre Ucrania. No sabemos, con certeza, si estamos o no preparados para soportar sus embates. Los hombres pasan y los pueblos quedan. Los logros son ponderados y los fracasos cuestionados, como siempre, sea quien fuere el gobierno.
En suma: juntos podemos construir un futuro mejor.

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