miércoles, mayo 15, 2024
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Nuestros gobernantes

Bolivia, desde que ingresó al círculo de naciones independientes, tuvo algunos gobernantes, militares y civiles, con profunda vocación de servicio al país. Dignos dignatarios de Estado, constructores de la Patria Grande. Ellos sembraron la simiente del patriotismo, para que las nuevas generaciones se nutran con ella. Y asuman responsabilidades, sin claudicar a ese enunciado, en la búsqueda de un destino mejor.
Que cambiaron el curso de la historia, en pro del progreso y el bienestar. Posiblemente son pocos, como para contar con los dedos de la mano. Sus figuras, honestas, austeras y transparentes, inspiraron la admiración y el respeto de la comunidad internacional. Asumieron retos de transformación, a costa, inclusive, de sus propias vidas. Recuperaron, pero de veras y sin falacias, los recursos naturales, a favor del Estado. Se preocuparon por llevar el abecedario a los sectores más postergados. “Incorporar a la vida nacional a las grandes mayorías campesinas, obreras, artesanales y de clase media, con pleno goce de sus derechos y deberes, a través de la alfabetización en gran escala y de una educación básica”, sostiene, a propósito, un Decreto Ley. Que evitaron la polonización, que alentaban nuestros vecinos. Estos datos están debidamente registrados en la memoria histórica. Acá no estamos inventado casos, hechos ni personajes.
Pero también tuvo gobernantes indignos e insensatos, que frustraron su porvenir y empañaron su imagen. Deterioraron, poniendo en práctica el canibalismo político, la democracia, recuperada con acciones heroicas. Obstruyeron sus objetivos de desarrollo. Dilapidaron sus recursos económicos, en tiempos de vacas gordas. Devastaron la soberanía nacional. Le pusieron siete candados, mediante un fallo de la justicia internacional, a la justa e histórica demanda marítima. Ahora a llorar al rio, nos dirán los adversarios. Estuvieron, como bien sabe la opinión pública, al servicio de intereses externos. En ligazón con aquellos regímenes autoritarios. Países donde se vulnera la libertad y se encarcela a los opositores. Pero ciertos deschavetados, a fin de congraciarse con los poderosos del autoritarismo, sostienen que en esas regiones existe democracia. Obviamente existe una amañada y manipulada, que permite perpetuarse en el Poder.
Que no lograron el cambio que tanto habían predicado en el llano. Priorizaron sus intereses sectoriales, posponiendo los intereses nacionales. Se adueñaron de la República de Bolivia y la manejaron, con otro nombre, como si fuera su feudo. Dividieron a su población, entre orientales y occidentales. Estimularon el regionalismo, que nada bueno contribuye a la unidad. Inyectaron el racismo, el odio y la discriminación, a fin de prorrogarse en el Poder. Dando rienda suelta a consignas partidarias, cometieron tropelías. La historia política nacional está plagada por tales hechos.
Tendríamos que ponernos de pie, hombres y mujeres, jóvenes y mayores, para reafirmar nuestro respeto a quienes vivieron y murieron por Bolivia. Que reiteraron sus preocupaciones por ella, hasta en el lecho de sus últimos días. Fueron pocos.
En suma: hacemos votos porque Bolivia tenga la suerte de contar con gobernantes de alta alcurnia política. Es nuestro mayor deseo.

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