sábado, mayo 4, 2024
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El Gral. Hilarión Daza y los sucesos de Camarones

Mucho se ha hablado de los sucesos conocidos como «La retirada de Camarones«. Se ha acusado ahí una traición nefanda del Gral. Hilarión Daza, versión según la cual, en connivencia con el gobierno chileno, habría decidido esa contramarcha.

Camarones es un paraje en el desierto entre Arica y Tarapacá. El Gral. Daza marchaba al mando de un importante contingente de oficiales, Sargentos y soldados bolivianos. Luego de una marcha forzada y asaz penosa, sin los medios y provisiones necesarias, la canícula y el tormento de la sed, lógrase llegar a Camarones, desde donde se podía divisar una cuesta que el Ejército debía subir, todo desierto, para llegar a Chiza. Se estaba en la mitad del camino.

Entonces, notoriamente contristado por la situación de su Ejército, el Gral. Daza resuelve continuar solo, con una pequeña fracción que iba a la vanguardia, y que el grueso de la tropa contramarche.

Daza habría tenido el plan de contramarchar a Carangas, hacia el sudeste, en Bolivia, departamento de Oruro, para de ahí continuar a Calama. Daza tomó la convicción de que el Ejército debía ir a abrir campaña en el litoral de Atacama, el litoral de Bolivia y no así en el de Tarapacá, peruano a la sazón, a donde se dirigía la expedición que, en Camarones, decide hacer contramarchar, no sin la aquiescencia y aún la exigencia de los jefes y oficiales de su Estado Mayor, en reunión convocada al efecto. En carta que dirige el Obispo de La Paz, don Miguel de los Santos Taborga, al Gral. Eliodoro Camacho, correspondencia que ha sido editada en raro libro, el año de 1889 (Enrique Vidaurre Retamoso, «El Presidente Daza»), el monseñor le dice al Gral. Camacho: «No recuerda esto involuntariamente lo que dice el General Daza que Ud. fue quien le anunció que el Ejército no subía esa cuesta (la de Camarones a Chiza)?».

El Gral. don Hilarión Daza publicó un Manifiesto en París, a donde llegó en calidad de proscrito. En él hace revelaciones que bien pueden arrojar cierta luz sobre los sucesos de Camarones. Dice Daza:

«Tres mil hombres formaban los diez cuerpos residentes en Tacna.

Bien, pues: el Ejército anhelaba abrir una campaña cualquiera, porque su permanencia indefinida en Tacna agotaba sus fuerzas, su energía y su patriotismo. Además, ya comenzaban a escasear los recursos de Bolivia, puesto que el gobierno, careciendo de prestigio y respeto, no podía recaudar aun las contribuciones ordinarias.

¿Qué hacer en tan difícil situación? La conciencia me señalaba el camino que debía tomar. Unirme a la quinta División del General Campero; juntos marchar a recuperar nuestro litoral, resguardado con pocas fuerzas enemigas, y fortificarnos convenientemente en Caracoles, para privar al invasor de los recursos de esos grandes minerales, envidia de los chilenos y causa de la guerra; y si el enemigo movía sus fuerzas sobre nosotros, tendría que hacerlo en número respetable, y entonces el ejército aliado quedara entre Pisagua e Iquique. Dividida así la atención del enemigo, éste hubiera tenido que reconcentrarse en un solo punto y un retroceso en sus operaciones hubiera sido una victoria positiva para nosotros».

Tal era el plan de operaciones que Daza había concebido en su cerebro de soldado. Él que había mostrado valor en no pocos hechos de armas, pertenecientes a los fastos de la historia militar de Bolivia en el Siglo XIX. Estábamos ante uno que, ciertamente, sabía de lo que hablaba, o por lo menos lo podía intuir.

Pero estaba en el sino de esta nación desgraciada en ocasiones y grandiosa en otras, que suceda lo de diciembre de 1879. El golpe, el cerco, la traición o la conspiración. ¡Ay!

«En la mañana del 27 de diciembre –escribe Vidaurre–, el Gral. Daza se dirige al puerto de Arica para dar a conocer su nuevo plan de acción al Contralmirante Montero (Jefe Superior, Jefe Político y Militar de los Departamentos del Sur del Perú).

En esa situación, éste último recibe el siguiente telegrama:

Tacna, 28 de diciembre de 1879.

El Ejército boliviano ha desconocido la autoridad del General Daza y se pone a mis órdenes, y yo a las de V. S. para cumplir nuestro deber en defensa de la Alianza. El Ejército boliviano saluda a V. S. y en su persona, al heroico y valeroso Ejército de su hermana aliada.

Sírvase V. S. trasmitir este suceso a S. E. el doctor Piérola, ofreciéndole el homenaje de nuestros respetos.

  1. Camacho«.

 

Nos recuerda al cerco tendido a don Daniel Salamanca el 27 de noviembre de 1934, por el mando militar, en plena campaña del Chaco. Salamanca empero pudo desahogarse lanzando una frase cáustica que todos conocen.

Así caía el Gral. Hilarión Daza, bravo soldado, de quien otro general, Luis García Meza, decía que era una reserva moral de la Patria. Leyendo estas líneas y sus motivos para no marchar a Tarapacá por Camarones y Chiza, es posible que así sea. Bolivia ya había dado muchos muertos en defensa de suelo peruano. Le tocaba abocarse ahora a su suelo, cosa que empero pudo hacer denodadamente. Y esta guerra cesó con una condición: la de conservar Bolivia acceso soberano al Pacífico, según rezan nuevos descubrimientos. Pero esto es materia para otro artículo. Entre tanto, en lo que a Daza, Camarones y Atacama se refiere, bienvenido el debate.

 

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