viernes, mayo 3, 2024
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Nuestro capital humano

La niñez boliviana, dispersa en el territorio patrio, representa nuestro valioso capital humano, con miras a un venidero incierto. Y siempre lo ha sido. Por cuanto el futuro del país dependerá, indudablemente, de las acciones que asuma, en su momento, en las diferentes actividades que requerirán su concurso.
Estamos conminados, en consecuencia, gobernantes y gobernados a proteger sus derechos, otorgándole salud, educación y alimentación, de calidad. No sólo en el discurso, sino en los hechos. Entonces, con tales actos estaremos formando ciudadanos útiles, al servicio de la Patria. Que nos permitirán responder a los retos que se nos vienen. Estaremos construyendo, además, un país con recursos humanos eficientes, para “salir adelante”.
Pensando, básicamente, que muchos serán profesionales, otros líderes, algunos dignatarios de Estado. Y evitar, en este contexto, que la frustración los deje sin arte ni oficio. Es difícil, obviamente, predecir el destino que recaerá sobre esa población infantil. Pero se puede deducir, de la realidad social actual. Si no priorizamos su formación, profesional, moral e intelectual, tendremos en el futuro ciudadanos oscuros, sin formación, como tantos otros que destruyeron el país.
Mucho se ha debatido y escrito sobre la niñez y sus derechos. Pero hasta la fecha, por lo visto, poco o nada se hizo al respecto. Prueba de ello es que más de 403 mil niños trabajan en el oriente, en el occidente y el trópico bolivianos para lograr el sustento cotidiano, en actividades que no son dignas ni apropiadas para ellos. El afán inmediato es saciar el hambre y llevar alimento a sus hogares. Apremiados por los tiempos desfavorables, no piensan ni creen en un futuro mejor. Esa es la triste realidad.
“Niños entre 5 y 13 años de edad están obligados a trabajar en el país, ante la situación de pobreza y la crisis económica provocada por la pandemia del covid-19”, sostiene la Encuesta de Niñas, Niños y adolescentes –ENNA– (EL DIARIO, abril 13 de 2022).
“La cifra de menores de edad que son vinculados a la fuerza laboral alcanza a 724.000 si se suman los 321.000 adolescentes, entre l4 a 17 años, a los 403.000 niños de 5 y 13 años. De este total, 388.000 son varones (50.9%) y 335.000 mujeres (49.3%)”, se estima.
Los políticos, de todos los tiempos, no se preocuparon por su entorno social, sino que estuvieron abocados a debatir sus problemas domésticos. Distraídos por las pugnas y controversias intestinas. Desesperados en cobrar revancha o en perseguir a sus adversarios. Y parece que el futuro de la niñez no les ha interesado.
Los políticos son unos demagogos, por naturaleza. A raíz de ello no gozan de credibilidad. Hay gente, por cierto, que no cree ni en lo que rezan. Se presentaron como “enviados”, o como grandes transformadores, pero que, en la práctica, nada trascendental hicieron por los niños pobres, en particular. La insensibilidad social los ha caracterizado.
En suma: habría que priorizar los derechos de los niños bolivianos.

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