domingo, mayo 5, 2024
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Injusta guerra rusa y masacres en Ucrania

El fantasma siniestro de una guerra injusta recorre el mundo, causando indignación de los pueblos libres que buscan su independencia nacional y mantienen su derecho al principio de la autodeterminación. Se trata de una guerra injusta, determinada por la dominación de intereses coloniales, propios de las políticas de clases sociales expansionistas.
Una potencia mundial, Rusia, de 22 millones de kilómetros cuadrados y 250 millones de habitantes, se lanza a la conquista y dominación de una nación pequeña de 600 mil kilómetros cuadrados y 45 millones de habitantes, que resulta víctima de los recursos bélicos más avanzados y el uso de procedimientos atroces que causan crímenes de guerra, condenados por Naciones Unidas, el Vaticano y países libres.
Más aún, el imperio ruso al atacar desconoce el principio de autodeterminación de los pueblos y, a la par, refleja codicia por apoderarse de un territorio con gran cantidad de riqueza natural para explotarla para su propio beneficio. Al mismo tiempo, trata de imponer a la débil nación oprimida un gobierno elegido desde fuera, sometido a dictados de origen extranjero, debido a una política de expansión, por la que Rusia proyecta apoderarse de otras naciones libres, próximas, que defienden su sentido nacionalista a toda costa.
A todas luces, ese insensato ataque bélico a Ucrania consiste en la prolongación de la política de los imperios coloniales explotadores, –como en la época del “zar” Stalin– contribuyendo a su dominio y a su enriquecimiento y, ni qué decir, obstaculizando el proceso social, defendiendo lo viejo y lo caduco.
Ucrania, por su parte, defendiendo a brazo partido su independencia nacional y el principio universal del derecho a la autodeterminación, ha respondido con una actitud defensiva, con una guerra justa que defiende la posición de su pueblo ante la opresión extranjera.
En todo caso, por más que una potencia imperial, por poderosa que fuese, alcance a aplastar a alguna nación pequeña mediante genocidios de poblaciones civiles y una política de guerra de tierra arrasada, la causa justa de la independencia nacional y el derecho a la autodeterminación inevitablemente triunfará. De ahí que el destino de toda guerra injusta es el fracaso total.
No se puede eludir la opinión de cerca del 90 por ciento de las 200 naciones que conforman la Organización de Naciones Unidas (NNUU), el Papa Francisco, que condenan la invasión rusa, excepto unas cuantas cancillerías que carecen, de hecho, de principios y valores, pero de palabra los declaman, con bombos y platillos.

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