Viejos odios soviéticos renacen: ahora, Rusia contra Ucrania

Cuando viejos antagonismos destruyen todo sentimiento favorable a sus semejantes, cual ocurre con viejos odios de militantes del soviet supremo que dominó a muchos a muchas naciones, pasa lo que ha tocado y lastimado profundamente a los pueblos que conforman Ucrania, naciones que han padecido efectos de odios y rencores de militantes comunistas que imbuidos por fanatismos materialistas, no pueden aceptar que haya paz y concordia entre naciones; no les cabe que las naciones se unan y encuentren lazos de unidad y de amor que habían extraviado a título de haberse perdido, como son el resucitar sentimientos revanchistas, ansias de venganza y deseos de reponer antiguos antagonismos impulsados por mezquindades y odios que se suponía olvidados, forzosamente renacen su reposición en los corazones y las bajezas del alma que se creían extraviadas, reviven en los corazones; sin embargo, parecería que más cuentan los sentimientos enraizados en el amor y que contienen las necesarias dosis de buscar la reconciliación y ver los caminos para encuentros que unan sentimientos y corazones para reponer lo que se tenía perdido y sólo sufría extravíos circunstanciales.
El caudillo ruso, con pretensiones de ser un líder, Vladimir Putin, desde que asumió el mando de su país, prácticamente ha demostrado estar imbuido de odio y resentimientos por el pueblo de Ucrania al extremo de haber hecho realidad sus amenazas de invasión y dominio, sus ansias de conseguir que Ucrania se anexe nuevamente al conjunto que conformaba la ex-Unión Soviética y que, conjuntamente un total de quince naciones constituía la Unión de Repúblicas Socialistas Soviéticas que, como demostración palpable y terminante del fracaso mundial del comunismo en todo el mundo, periclitó y cerró sus propias posibilidades mientras que, con el transcurso de poco tiempo decidía declarar el fracaso total del comunismo en todos los países. Un fracaso que mostró lo inútil de una ideología –marxista-leninista– que sojuzgó a muchas naciones por varias décadas.
Para muchos países componentes de la URSS y varios partidarios, hubo resistencia al fracaso comunista; sin embargo, desde la caída del muro de Berlín, el fracaso total no tardó en hacerse casi general. El político Putin, conjuntamente sus aliados, mostró inclinación por lo pasado y, prácticamente, se convirtió en caudillo para propiciar el retorno del partido rojo teniendo como base al odio e inculcándolo en sus conciudadanos; pero sin calcular que está muy lejos de ganar la guerra, luego de vencer pobres batallas derramando sangre de ucranianos, rusos y de quienes encuentre a su paso. La invasión a Ucrania es, simplemente, consecuencia de odios y rencores de Putin y aliados y persistirá en el intento aún con la oposición mundial, aunque no estaba en los planes de Putin los extremos que sufre el pueblo y es la soberbia y los odios que determinarán conductas que ocasionen que esta vez la división sea total debido especialmente a los miles de muertos y heridos causados por la guerra cuya responsabilidad total sería de Putin y los remanentes de su partido.
Las naciones del mundo, con pocas excepciones, han condenado a Rusia por la matanza a centenares de personas y haber causado miles de heridos con tal de apoderarse del país; felizmente, hay que convenir en que no hay apoyo para Putin y las condenas se generalizan y seguramente cesaran cuando haya terminado la insania de invadir un país que lo único que quería es vivir en paz gozando de su libertad e independencia logradas luego de largo tiempo de dominio comunista. La humanidad, por muchas generaciones condenará por largo tiempo a Putin y con ese odio arrastrará a Rusia, su país que, podría decirse, no puede ni debe compartir los malos sentimientos de Putin que, felizmente, periclitarán en pocos días porque el ser humano no puede ni debe soportar indefinidamente sufrimientos de la calaña impuesta por un ejército impulsado por el odio.