sábado, mayo 18, 2024
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La hipocresía internacional deforma las relaciones entre todos por igual

Muchas veces, cuando tratamos de hablar de asuntos externos, en lo que al Derecho Internacional en general se refiere y las relaciones internacionales se trata, debemos considerar varios factores o variables que hacen que los Estados se pronuncien o no sobre determinados asuntos de interés internacional, porque quizá entre otras razones, el trasfondo afecte por demás al interés local.

Al margen de poder discurrir sobre tantos asuntos externos que existen, como actos de corrupción en los países, un asunto que desde hace un par de meses se creyó que solo iba a ser una pulseta de “quien cede frente al otro”, hoy se convirtió en un acto de invasión y vulneración al principio de soberanía de los países y donde los países poderosos, según los resultados que sean obtenidos, podrán decidir sobre los designios de los otros.

No debemos ignorar o menospreciar o, peor, desconocer la cruel arremetida y el lamento por muertes civiles debido a los ataques rusos, no obstante esto no es comparable siquiera con lo que hace unos años atrás se inició, en esa serie de ataques de occidente a países del medio oriente, como actos de lucha del poder económico o enfrentamientos de tipo personal-político. Todo por los pozos petroleros y reservas de gas, que hacen que este tipo de escenarios de ataques no sean novedosos sino casi recurrentes, pero, ¿en Europa?

A partir de ese momento, hablamos de finales de la década de los 90 y en el ocaso del Siglo XX, las guerras no fueron por conquista de territorio e invasión por riquezas materiales tangibles, sino que fue para acrecentar su poderío económico en el mundo y su influencia a nivel internacional, merced a recursos no renovables de uso extremadamente importante para el ser humano, aun y a pesar del número de muertes para lograr su fin, justificando los medios utilizados.

Así es que, independientemente, este tipo de contiendas que además de sus fines sumaron la inyección de enormes cantidades de recursos económicos para la renovación y la tecnificación con mayor precisión de armas militares en general, comenzaron en paralelo el incremento a su vez de guerras civiles con injerencias externas, respecto a la independización de excolonias rusas, eslavas, bosnias, chequia, etc., y crease o no, utilizando armamento bélico para sus cometidos y penosamente aniquilando a la sociedad civil sin piedad ni perdón.

Cómo no recordar las enormes cantidades de refugiados que existen en el mundo merced a estas guerras, la hambruna, falta de cobertura de necesidades básicas, falta de motivación, estímulos, fe, incluso deseos de dejar de vivir esa vida. Y solo por mencionar un caso estremecedor, “Palestina”, y su enfrentamiento permanente en la búsqueda y pronta obtención y reconocimiento de ser declarado un Estado libre, soberano e independiente, y con ello, no solo el uso de la fuerza armada sino el deceso de civiles que nada tienen que ver con un enfrentamiento de tipo religioso y racial.

Muchas veces, criticamos y defendemos según lo que vemos, pero no lo que sabemos, y muchas veces también erramos en criticar acciones o decisiones sin saber exacta y precisamente del porqué de la toma de esas decisiones, y en el ámbito de las relaciones internacionales y la diplomacia de los pueblos, existen asuntos que por muy obvios que parezcan, la realidad es diferente.

Cómo no recordar, sin entrar en el pasado cercano o no muy lejano, sino más bien reciente, que antes de que se inicie una arremetida rusa en territorio ucraniano, hubo una serie de encuentros entre los homólogos de exteriores ruso y norteamericano, que reflejaba una seguridad de cada bando en lograr su cometido (para uno invadir Ucrania y para el otro defender al invadido).

Cómo no recordar que al actual mandatario ucraniano, los presidentes de países, la UE y Estados Unidos principalmente y Reino Unido ofrecieron su colaboración y comprometieron su actuación militar si acaso Rusia atacaría su territorio, a tal punto que países europeos ya garantizaban tropas militares, buques navales, portaviones y otros en caso de ataque ruso.

Cómo no recordar las afirmaciones del primer ministro Johnson del Reino Unido sobre las armas enviadas a Ucrania y la confirmación de corresponsales y periodistas internacionales, que reconocieron que dicho armamento no era sino armamento de contención, prácticamente civil y que, para enfrentarse a una potencia como Rusia, eso no significaba ser su aliado natural.

Cómo no recordar que 72 horas antes del ataque ruso y quizás no más de 5 días antes, fuentes de la CIA norteamericana advertían sobre un inminente ataque ruso a instalaciones militares ucranianas, sin que haya existido, de parte de la diplomacia internacional, una acción de reacción inmediata para evitar muertes civiles que prácticamente fueron advertidas por Rusia, en caso de persistir occidente en interferir en un asunto ruso-ucraniano.

Una puntualización antes de continuar, las relaciones de discrepancia política entre Ucrania-Rusia no son solo de hoy, ni de 2014 con Crimea, sino que nacen ya hace muchos años y, sin duda, quien desconozca estos previos impases desconocerá ciertamente lo que pueda suceder, por tanto, este es un punto importante en la hora de posicionarse en el asunto, independientemente lo sucedido hace un par de días, no significando no condenar lo sucedido, pero a veces no todo lo que se ve es como es.

Ahora bien, decíamos que, bajo el conocimiento norteamericano de esa posible invasión, la diplomacia estuvo presente de manera solo enunciada o referencial, mas no situacional y activa, lo cual sin duda dice mucho del desconocimiento sobre los deseos, expectativas e incluso ambiciones de los Estados, en torno al derecho internacional y las relaciones internacionales, más aún tratándose de Estados que tradicionalmente se caracterizaron por ser acaparadores del poder nacionalista.

El no haber actuado como bloque, y al no haber efectivizado el uso de la herramienta de la diplomacia para evitar esta catástrofe en Europa, impensable que haya sucedido después de más de 70 años de concluida la Segunda Guerra Mundial, es inaudito.

La hipocresía de decir u ofrecer ayuda y sea ésta inútil e inservible, es tremendamente irresponsable de parte de los Estados oferentes.

La hipocresía de comprometerse en atacar y no hacerlo y permitir la vulneración del principio de soberanía de los Estados o intromisión en asuntos internos de éstos es cobarde y puede conllevar a sucesos impensables en el futuro.

La hipocresía de llorar muertos, cuando en los últimos años los Estados invasores de occidente se llevaron consigo muertes en el medio oriente, es desconocer la verdad y empeorar la situación actual.

La hipocresía de decir que a los refugiados hay que darles una oportunidad de vida y, por el otro, crear cada vez más campos para éstos en el mundo y generar mayor pobreza, en son de permitir invasiones y ataques militares en el mundo, es injusto, inhumano y cruel.

La hipocresía de decir y defender una cosa y luego torcer la historia para que sus esfuerzos sean vistos como victoria, harán que nuevamente la historia sea escrita por quienes se crean vencedores o relatores de vida.

Todo esto hace que, bajo esta coyuntura, deba opinar que hasta tanto no se cambie la filosofía del bienestar en el mundo, “la hipocresía internacional deformará las relaciones entre los Estados por igual”.

 

Jorge Lizarraga Torrico, Doctorando en Derecho.

Escuela Internacional de Doctorado, Universidad Rey Juan Carlos, Madrid-España

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