domingo, mayo 5, 2024
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Definitivo… se negó un derecho humano

La esperanza es el recurso que permite  aspirar al logro de algo y es lo que tenía la comunidad nacional sobre la otorgación de una amnistía política con motivo de la festividad navideña a favor de presos y exiliados que por diversas causas, motivos o circunstancias guardan detención o están en otros países; pero el gobierno, impertérrito e insensible, no tomó en cuenta el clamor del pueblo y no se dio ni siquiera un paso para liberar a la ex presidente Jeanine Añez, encarcelada desde hace mucho tiempo sin habérsele comprobado culpas o faltas y, enferma, debe soportar los rigores de un encierro injusto.

Tanto el asilo como cualquier forma de reconocer los derechos de libertad están consagrados por la Constitución y las leyes; pero cuando el odio y la inquina se imponen a reglas morales y de humanidad, parece imposible conseguir ayuda, comprensión y hasta clemencia y lo que cuenta son los deseos de venganza e imposición de castigos porque se tiene poder y nada hay que se sobreponga a él y menos se dé curso a pedidos o reclamos o demandas de un pueblo que quiere libertad, paz y concordia para todos los hijos de una patria por demás sufrida.

El presidente Arce y su gobierno tienen que comprender que más podrían alcanzar con actitudes y conductas acordes con los derechos humanos que con posiciones drásticas que causan dolor y lágrimas a muchas familias, que privan a los niños de sus padres o familiares gratos a sus sentimientos. Podrían lograr comprensión para las políticas que desempeñen; pero cegados por la soberbia, prefieren la dureza y el nomeimportismo del que tiene poder y “quiere hacerlo sentir”, como parece que ocurre en las actuales circunstancias.

Cuán importante sería que el gobierno tenga en cuenta la frase de Francisco de Sales: “Más moscas caen en una cucharilla de miel que en un tonel de vinagre”; pero esta vez se impuso el tonel de vinagre que es amargo y se muestra duro e insensible porque no caben ni la piedad ni la caridad con un pueblo que sufre y querría el uso de una “cucharilla de miel” que conseguiría más adeptos y consideraciones de un sufrido pueblo.

Fue, pues, una espera inútil de una amnistía que sí tiene mucho de humana y presencia de bondad; nada se podría esperar del odio ni del revanchismo, menos de venganzas y sentimientos ajenos al calor del alma humana.

Es lamentable que el gobierno no haya obrado conforme a principios de bondad y caridad con quienes, si protestaron o criticaron al gobierno, fue en uso de un derecho constitucional y tratar de conculcarlo o impedirlo es contrario a todo derecho. De todos modos, una amnistía general se hace necesaria, especialmente en circunstancias en que la población atraviesa por momentos de dolor con un virus implacable.

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