domingo, mayo 5, 2024
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El viejo síndrome de los fantasmas

Las habilidades de los fantasmas no están desprovistas de ciertos rasgos risibles, aunque ese sentido del humor no reduzca la magnitud del delito. El descubrimiento de una ola de actos de esa naturaleza está causando sensación y la opinión pública no deja de mostrar asombro monumental frente a denuncias que se producen a diario, sin dejar de considerar que otras saldrán a luz para confirmar que la corrupción se ha convertido en un sistema y ha dejado de ser un hecho personal.
Enseguida de confirmarse el monumental acto delictivo en la Alcaldía de Santa Cruz de la Sierra, que trajo la increíble sorpresa de los ochocientos y más ítems fantasma, por el monto de tres millones de dólares, se ha descubierto otros varios en diversas entidades del Estado plurinacional, que ya están siendo investigados, con la seguridad de que otros aparecerán, ya que las sospechas públicas son evidentes. Pero el fenómeno no es actual, pues tiene larga data y los ejemplos son poco menos que espeluznantes y han quedado en el olvido piadoso por parte de la justicia.
Uno de esos casos espectaculares que transmite el virus, fue el del senador masista Jorge Choque Salomé que, en septiembre de 2015, con síndrome de imaginación calenturienta, inventó una ciudad con nombre, número de habitantes, autoridades, necesidad de obras públicas, solución de grandes problemas urbanos, etc., con el fin deliberado de obtener un crédito del Fondo Indígena (que no tiene fondo) por la cantidad de seis millones de bolivianos, para la supuesta ejecución de obras para el desarrollo de la población fantasma. Esa ciudad fantasma estaba en los municipios de Collana, Ayo Ayo, Sica Sica, Patacamaya, Umala, Calamarca y Colquencha.
Como se observa, el virus de los fantasmas no es nuevo, ni mucho menos. Ya tenía el carácter de pandemia y no se hizo ni intento para frenar la metástasis de la mortal infección que, naturalmente, llegó a otros órganos del aparato del Estado, donde se arraigó profundamente, sin que se diera el menor indicio de vacuna o terapia intensiva que evite la extensión del mal al resto de los órganos del enfermo, permitiendo así que lo devore en todo su organismo.
Como ocurre con frecuencia, es posible que los casos de ítems fantasma, otros créditos del Fondo Indígena, el caso Zapata, contratos sin licitaciones, empresas fantasmas, las barcazas chinas, se disuelva como una cucharilla de azúcar en una tacita de café y los cerebros de la obra maestra sean diagnosticados como libres y en camino a un sanatorio de recuperación de toda enfermedad.

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