Imparable contrabando de automotores

Es muy extraño que el pregonar permanente de todos los gobiernos sobre la lucha contra el contrabando de automotores siga imparable: no hay autoridad que no prometa combatir un mal que data de mucho tiempo y que con el calificativo de “nacionalizar” son introducidos al país vehículos de toda marca, calidad y procedencia, tan solo pagando “algunos derechos” y olvidando lo que se debería cumplir religiosamente, tanto en Aduanas como en las oficinas de Impuestos Internos.
Países como Brasil, Argentina, Paraguay, Perú y Chile prácticamente se deshacen de todo vehículo pasado de modelo o que, simplemente, debe ser reemplazado por importación nueva y el mejor mercado es el boliviano que acepta todo vehículo, se dice “apropiado para sus caminos” y, además, porque los derechos que se paga son mínimos. Son algunas de las ventajas que arguyen tener los contrabandistas y muy especialmente los que aspiran a contar con un vehículo “en forma rápida y barata”. ¿Y qué decir de los que encargan esas importaciones ilegales?, pagan poco y “tienen hasta papeles al día”, según los funcionarios encargados de los trámites. Las autoridades poco dicen al respecto y el país se llena de mercadería de toda naturaleza, con la venia de quienes deberían exigir el cumplimiento de las leyes sobre derechos e impuestos.
Lo grave es que este “pingüe negocio” es propiciado y hasta auspiciado por muchas autoridades, empezando por aduanas, fronteras, oficinas de impuestos y todo lo que debería implicar control y cumplimiento de las leyes. ¿Hasta cuándo? Simplemente hasta que haya alguna autoridad que efectivamente cumpla con las leyes y ponga freno a este grave tipo de delincuencia. Porque mientras subsistan los corruptos que prefieren lo ilegal a la importación legal, seguirá el delito del contrabando.