viernes, mayo 3, 2024
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Una lección de democracia

En días pasados se reunió en México un grupo de países latinoamericanos en una cumbre de la Comunidad de Estados Latinoamericanos y Caribeños (CELAC). Fue el señor Hugo Chávez Frías el impulsor de este organismo, que prescindió de la presencia de los Estados Unidos, debido a sus posturas anti imperialistas (?), y poco o nada ha tenido de trascendencia y ahora le quieren dar vigencia algunos gobiernos de izquierda que, siguiendo el libreto del populista presidente de México, Manuel López Obrador, pretenden liquidar a la OEA por su papel defensor de la democracia y los derechos humanos.
Al evento asistieron los dictadores de Cuba y Venezuela y algún otro dictadorzuelo como el de El Salvador; se distinguieron por su firmeza democrática los presidentes de Paraguay, Mario Abdo Benítez y del Uruguay, Luis Lacalle Pou. El primero sostuvo que: “la legitimidad democrática se da no solo por acceder al poder a través de las urnas, sino construyéndola día a día en el ejercicio del poder, honrándola con el actuar, no inmiscuyéndose en los otros poderes, no manipulando la justicia para perseguir a quienes piensan diferente (…)”. El presidente del Uruguay en su alocución fue más categórico en su defensa de la democracia y dijo: “cuando uno ve que en determinados países no hay una democracia plena, cuando no se respeta la separación de poderes, cuando desde el poder se usa el aparato represor para acallar las protestas, cuando ser encarcela opositores, cuando no se respeta derechos humanos (…) nosotros con preocupación vemos lo que ocurre en Cuba, Venezuela y Nicaragua (…), la democracia es el mejor sistema que tienen los individuos para ser libres (…)”.
Los dictadores de Cuba y Venezuela respondieron a las ideas de Benítez y Lacalle, con posturas absurdas y hasta cínicas, como el de Nicolás Maduro que retó a un debate sobre democracia (un dictador pretendiendo hablar de democracia). El presidente de Bolivia, Luis Arce Catacora, siguió el libreto de los populistas en arremeter contra la OEA, seguramente debido al lapidario informe de los observadores de ese organismo en las elecciones presidenciales de 2019, por solicitud del gobierno del entonces presidente Evo Morales, que concluyó con que se detectó un grosero fraude electoral, el mismo que determinó el levantamiento espontáneo de la población boliviana y la renuncia y huida del presidente que estaba catorce años en el ejercicio del poder, cuando la Constitución solo admite dos períodos consecutivos, pero él pretendía quedarse de por vida.
Las coincidentes palabras de los presidentes de Paraguay y Uruguay sobre lo que se debe entender por democracia, nos lleva a preguntarnos: ¿vivimos en Bolivia en un régimen democrático? Aplicando lo que sostuvieron Benítez y Lacalle, sobre la democracia, al caso boliviano nos lleva a analizar lo siguiente:
(1) ¿Existe separación e independencia de poderes u órganos del Estado en Bolivia? ¡No! todos están cooptados por gente que responde al régimen y, aún más, éste interviene organizaciones privadas para imponer a sus adherentes, como en el caso de la dirigencia de los cocaleros de los Yungas paceños.
(2) ¿Se usa el aparato represor del Estado para acallar las protestas y encarcelar opositores? ¡Sí! Siguiendo la política represiva de los anteriores catorce años de gobierno de Morales Ayma, se persigue y encarcela a opositores o gente que estuvo en alguna función pública en el gobierno transitorio y en el mando militar o policial en la insurrección popular de octubre-noviembre de 2019.
(3) ¿Son respetados los Derechos Humanos? ¡No! Debido al sometimiento del Órgano Judicial al poder político, no existen el debido proceso, la presunción de inocencia, la necesaria prueba, pero se encarcela y la policía reprime a los trabajadores de la hoja de coca de los Yungas, llegando a cometer el delito de “tortura”, como el cometido contra el dirigente campesino Armin Lluta.
Sin necesidad de añadir a estos principios democráticos otros, que no fueron enunciados por los presidentes de Paraguay y Uruguay, llegamos a la conclusión de que en nuestro país la democracia está lejos de ser tal, como sistema de gobierno y de vida (como sostenemos nosotros), debido a que la democracia es antitética al socialismo-comunista que inspira a los gobiernos populistas.

El autor es Abogado, Politólogo, escritor y docente universitario.

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