domingo, mayo 5, 2024
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Maquillajes y bochornos del 6 de agosto

“No se puede reparar una injusticia con otra injusticia”, dijo este 6 de agosto el vicepresidente Choquehuanca, añadiendo que se “deben sanar las heridas y construir un país donde caben todos (…), para vivir sin venganza.”
Podrían ser palabras esperanzadoras, pero después de 8 meses de continuada intolerancia gubernamental, más parece un premeditado maquillaje que no alcanza siquiera a disimular la torpeza y la estatura corta del gobierno.
Es que solo 3 días antes del discurso de Choquehuanca, a pedido del Procurador, un juez “decidió”, como si fuera un queso, fraccionar en dos el proceso contra la ex presidenta Jeanine Áñez con el exclusivo y cobarde propósito de extender por otros 6 meses su detención preventiva en contra de la Constitución.
El 3 de agosto el Tribunal Constitucional, a pedido de los fiscales, convirtió en papel mojado su “Comunicado” oficial del 12 de noviembre de 2019 con el que avaló la sucesión constitucional de Áñez, diciendo que “revisados sus archivos” no encontró ni sentencia ni declaración alguna al respecto, tratando de entrepapelar, como ya es su costumbre, un pronunciamiento público que su sala plena adoptó en medio del peligroso vacío de poder generado por la renuncia y la fuga de los gobernantes.
Solo 10 días antes de la “alocución” vicepresidencial, el fiscal Lanchipa dio cuenta que había contratado una extraña “pericia”, al margen del procedimiento penal y sin conocimiento ni impugnación de nadie, para “comprobar” que no hubo fraude y anticipar, por ello, que la Comisión de Fiscales cerraría el caso.
El 29 de junio fueron destituidos por decreto 6 vocales electorales departamentales, al tiempo que este martes, diputados del MAS oficializaron un juicio contra los vocales electorales nacionales para destituirlos por la habilitación de Reyes Villa, revelando así que el Art. 12 de la Constitución sobre independencia de poderes es casi inexistente, como lo es la inamovilidad de los vocales electorales establecida en la ley Nº 18.
Coincidentemente, esta semana se inició con la declaración del ministro Novillo de Defensa, que anunció “mano firme” contra las protestas, compitiendo en firmeza con el viceministro Cox que la semana anterior había amenazado con enjuiciar a todos los que “desinformen” sobre el “golpe”. Las víctimas de esa “firmeza” son, por el momento, los integrantes de una denominada “Resistencia Cochala” y donde uno de ellos, desaparecido por varias horas, apareció luego preso en una clínica, porque había sido golpeado y torturado.
Esa la triste realidad sobre la que nunca se pronunció David “Larama” previamente a su discurso del 6 de agosto que, maquillaje o no, le interesó un pepino a Luis Arce que minutos después, en el mismo acto, arremetió contra “el golpe, los golpistas y los vendepatrias” exigiendo su inmediato “enjuiciamiento”. Tres o cuatro veces la provocación presidencial fue interrumpida por el abucheo opositor y el bochorno nacional e internacional tampoco pudo ser maquillado por el vicepresidente que, de pie, “imploró” por la “imagen” del país.
En medio de ese espectáculo triste, es improbable que alguien haya prestado atención a las cifras de la “reactivación”, o a las bondades de las vacunas del gobierno, aunque llamó la atención la regresividad discursiva de Arce que, a diferencia del acto de su posesión, ahora sí rememoró su tiempo de ministro de Evo Morales destacando los “14 años de transformación bajo su liderazgo”.
A solo 4 años del Bicentenario estamos viviendo un tiempo casi miserable, orquestado por el gobierno, pero con el concurso de un coro opositor mediocre. La crisis estructural que se reveló en 2019 con el empantanamiento del proyecto masista, el prorroguismo y la violación de la Constitución y del voto ciudadano, esa crisis no tendrá salida si los gobernantes, antes que apelar al pasado o a su imaginario golpista, hacen más bien el esfuerzo de renovar integralmente su proyecto para retomar en algo su “proceso de cambio”. Pero tampoco la crisis tendrá salida si los opositores no dejan de lado su conservadurismo y, sobre todo, sus limitados impulsos reactivos que solo dan para los silbidos, y le formulan al país alternativas estatales diferentes.
Como ya dije en otra nota, si nuestros líderes no alzan la vista y nos ofrecen perspectivas reales de gobierno, y más bien persisten en seguir chapaleando en el charco del golpe y el fraude, si no lo hacen, habrá que abandonarlos, para que el Bicentenario nos encuentre con liderazgos verdaderos que en algo se parezcan a nuestro pueblo libertario.

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