sábado, mayo 18, 2024
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Más papistas que el Papa

Hasta hace poco se hacía referencia a la izquierda nacional o la representación democrática del pueblo, identificada, sobre todas las cosas, con los supremos intereses de un país. Al servicio de su población desprotegida e intérprete de sus valores culturales e históricos. No rendía pleitesía a personajes foráneos, ni obedecía consignas del mundo exterior.
A estas alturas de la historia no existen izquierdas de esa índole: moderadas, democráticas y no autoritarias. Ahora las izquierdas son radicales, que desconocen, inclusive, las exigencias populares. Todas esas tendencias ideológicas han proliferado en tiempos democráticos. La lucha armada que alentaban pasó a la historia. “Sangre de minero, semilla de guerrillero”, canturreaban. Hoy se aferran a la praxis electoral y son “más papistas que el Papa”. Sus propulsores ya están bajo tierra. Son hechuras de harina de un solo costal. Por lo visto asumen actitudes de hostigamiento, aprovechando la potabilidad democrática. Enarbolando triunfos electorales, un tanto dudosos y controvertidos. Jamás practican el diálogo, sino imponen a rajatabla. Para ello parece que tuvieran un libreto que circula profusamente entre dichas fuerzas. Posiblemente es una inspiración de cierto dictador caribeño que habla con las aves.
Izquierdas que se han propuesto acabar, siguiendo los métodos de sus predecesores del siglo pasado, con quienes piensan diferente. Acosan a opositores que no socavan los cimientos de la Democracia. Asimismo, a personas e instituciones comprometidas con las libertades ciudadanas y el bienestar de los pueblos.
Izquierdas que se resisten a tender puentes de reconciliación, de concertación y unidad, por el bien común. No les interesa, por lo visto, encarar tareas prioritarias, como la reactivación económica, en pandemia. No les importa el hambre ni la miseria de sus pueblos. Tampoco el contingente de descontentos que abandonan sus territorios. Quizá es mucho mejor para ellos. De esa manera tendrán el camino expedito para medrar en nombre de los pobres.
Esas izquierdas no son tranquilizadoras, sino que promueven la confrontación. El odio, particularmente, contra los ricos. Provocan la fuga de capitales, generadoras de empleo. Menosprecian a las personas, posponen sus aspiraciones de mejores días y aplican políticas hambreadoras. Mantienen en vilo, controlando el pensamiento y la expresión ciudadanas, a pueblos pacíficos, pero combativos. Que reaccionan con contundencia, ante el abuso y la arbitrariedad.
Prueba de ello es que más de cinco millones de venezolanos han huido de su tierra natal, desde el año 2014 a la fecha, como consecuencia de la represión, escasez de alimentos y medicinas. El hecho fue calificado como una de las mayores crisis de desplazamiento en el mundo. Además, se contabilizó 300 “presos políticos” en ese país. Éstos fueron encarcelados por ser contestatarios a un régimen que manipula la Democracia. Este hecho se traduce no solo como una vulneración a la libertad de expresión, sino como un atentado a los más elementales Derechos Humanos. La comunidad internacional ha condenado tales excesos.
En Nicaragua encarcelaron a candidatos opositores a la primera magistratura de la Nación, con el propósito de buscar la reelección del actual dignatario de Estado. Y las fuerzas represoras del régimen cubano atropellaron las protestas antigubernamentales.
En suma: he ahí el accionar de las izquierdas radicales que, mediante el sufragio universal, pretenden someter a pueblos libres y democráticos…

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