lunes, abril 29, 2024
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Entre incendios políticos y bosques

El incendio político originado por la demora en establecer la fecha de realización del censo, ha corrido en forma paralela a bosques y pastizales a lo largo y ancho de todo el país, causando la devastación de riquezas vegetales y animales, con costos de todo tipo a corto y largo plazo.
Los incendios de bosque de cientos de hectáreas en todo el territorio nacional alcanzaron niveles que sobrepasaron los esfuerzos humanos. El daño es incalculable y supera la imaginación.
La quema de grandes bosques, algunos de maderas finas, ya se produce en el país desde alrededor de veinte años, pero nunca en tal magnitud y sus efectos económicos y políticos se los puede medir con el ejemplo de los sucesos de noviembre de 2019, que tuvieron como raíz los enormes incendios de la región oriental, donde ardieron aproximadamente cinco millones de hectáreas forestadas, por mano del hombre.
En particular el perjuicio de estos incendios se lo puede cuantificar en términos económicos. Se calcula que en lo avanzado del presente siglo en Bolivia ardieron en total cincuenta millones de hectáreas de bosques, lo que implica daños económicos multimillonario, pues no solo fueron afectadas las plantas, sino también variedades silvestres de animales. Además, las tierras quedaron expuestas a la intemperie atmosférica y, por tanto, condenadas a convertirse en arenales.
Los esfuerzos de instituciones privadas y estatales no fueron oportunos ni efectivos. Se debió prever el problema, en particular la presencia de loteadores que quieren ocupar tierras para negociarlas y que proceden a la quema de leña doméstica, que se convierte en incendios incontrolables, determinando que los fuegos consuman lo que encuentran a su paso, empujados por los vientos que provocan los mismos incendios y la falta de lluvias.
Por otro lado, la perspectiva del problema es de poco optimismo, pues los terrenos desforestados expuestos al clima no se reponen de inmediato, sino que tardan decenas de años para ello, ya que el Estado no se preocupa por la reforestación, como ha ocurrido hasta el presente, pues, por lo demás, anda muy ocupado en apagar conflictos sociales de gran magnitud.
Los incendios de bosques se han constituido en un problema nacional, al extremo que han llenado de humo a numerosas ciudades, como La Paz, lo que afecta la precaria salud de las masas populares. Por tanto, es una necesidad que el gobierno declare a esa dañina acción como asunto de Estado.

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